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El riesgo de un apocalipsis nuclear es más alto que nunca: Carlos Umaña

El médico, activista y Premio Nobel de la Paz costarricense se presentó en el Hay Festival Querétaro y señaló que actualmente hay unas 2,000 ojivas nucleares que están listas para ser detonadas en cuestión de minutos. Y señaló: “las armas nucleares son el epítome de la masculinidad tóxica”.

En 1947 se creó el Boletín de Científicos Atómicos con varios de los científicos que participaron en la creación de la bomba atómica del Proyecto Manhattan. El objetivo principal fue la divulgación de conocimiento acerca del riesgo de la humanidad sobre su propia existencia a través del tan conocido Reloj del Apocalipsis, que mide los minutos hacia la media noche para considerar ésta como el punto de no retorno por una destrucción catastrófica del mundo.

Las manecillas se han aproximado en varias ocasiones muy cerca de la hora fatídica. En 1962, con la crisis de misiles en Cuba, este reloj estuvo a solamente siete minutos de la medianoche. No obstante, este momento crítico pudo revertirse y a partir de él se crearon varios tratados sobre el control de las armas nucleares, siendo uno de los principales el Tratado de Tlatelolco de 1967, en el que México tomó un papel de liderazgo con el tema y se permitió la gestación de una zona libre de estas armas en toda América Latina y el Caribe.

Sin embargo, hoy en día el riesgo está más alto que nunca. Ya no se trata de minutos sino de noventa segundos los que este indicador marca como la distancia de una situación letal para toda la humanidad.

Así lo advirtió el médico costarricense Carlos Umaña, ganador del Premio Nobel de la Paz 2017 por su trabajo sobre el desarme nuclear en el orbe y quien estuvo presente como parte de la programación de Hay Festival Querétaro 2023, en el Teatro de la Ciudad de la capital queretana, en conversación con la activista Alexandra Haas.

Son tres las razones para esta situación, expuso el Nobel. “La primera es la retórica incendiaria de los líderes de los Estados nucleares que hacen amenazas a la ligera sobre utilizar las armas. La segunda es la otra amenaza existencial, la crisis climática que tiene el potencial de generar o acabar incluso con los conflictos bélicos. Y la tercera es el potencial de detonaciones nucleares accidentales”.

Este último punto, estableció Umaña, no es para desdeñar. Basta con enterarse de que, hasta la actualidad, al menos hasta donde se sabe, han sucedido más de 1,000 accidentes relacionados solamente con el arsenal estadounidense.

Asimismo, señaló, “el mundo ha estado en seis ocasiones a punto de una guerra nuclear a gran escala por accidente. Resulta que actualmente hay unas 12,500 ojivas nucleares en el mundo y de ésas hay unas 2,000 que están en estado operativo alto, en estado de alerta máxima. Eso significa que las armas están listas para ser detonadas en cuestión de minutos (…) actualmente, con la guerra de Ucrania, donde se han hecho amenazas nucleares explícitas y se han cruzado ya varias líneas rojas, las posibilidades de malos cálculos o malas interpretaciones son bastante altas”.

Armas con un potencial mucho más catastrófico

Aquellas detonaciones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, en 1945, que dejaron más de 200,000 muertes en Japón por el impacto y luego aumentaron a alrededor de 350,000 por los efectos colaterales, es hoy en día tecnología “primitiva”, entrecomilló el Nobel de la Paz.

Para ofrecer un contexto, la bomba bautizada como “Little boy”, que impactó en Hiroshima, tenía una potencia de 15 kilotones. Solamente un kilotón es el equivalente explosivo de mil toneladas de TNT. Y nada más se requieren 50 toneladas de TNT para demoler una cuadra de edificios.

“Actualmente, las bombas nucleares tienen una potencia muchísimo mayor. Hoy hablamos de potencias que pueden ser mil veces más que las de la bomba de Hiroshima”, advirtió Umaña.

Y no es para desdeñar, advirtió, que solamente ha habido dos detonaciones en tiempos de guerra, las ya mencionadas, pero en el mundo se han realizado 2,062 detonaciones nucleares si se consideran los ensayos en todo el mundo. “Y el denominador común de éstas es que las poblaciones que las sufren son indígenas, es decir, poblaciones no ricas ni blancas”, precisó.

Alexandra Haas enfatizó en la conversación el tema de las masculinidades y cómo éstas han puesto en riesgo al mundo históricamente, frente a la oportunidad actual de un cambio de liderazgos contemporáneos encabezados por las mujeres.

Y el interlocutor atinó: “las armas nucleares son el epítome de la masculinidad tóxica. El hecho de imponerse con la fuerza”.

Una solución, concluyó Umaña en Querétaro, no se va a gestar sin la voluntad colectiva de las naciones, y para ello, se tiene que hablar públicamente sobre el tema que el costarricense expuso en nuestro país.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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