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Epidemia de tabaquismo requiere liderazgo con base científica

En América Latina, la industria tabacalera sigue interfiriendo en el desarrollo y la aplicación de políticas. “Es momento que los Estados determinen vías para reclamar la responsabilidad de las empresas en este escenario”, coinciden especialistas reunidos en México.

Foto: Shutterstock

Hay que poner fin a las prácticas comerciales engañosas de la industria tabacalera. Una de las formas más rentables y de mayor impacto que tienen los países para reducir la demanda de tabaco es informar sobre sus prácticas engañosas”, Dr. Kevin Welding, director asociado del IGTC

La epidemia de tabaquismo afecta negativamente en todos los aspectos de la sociedad civil, incluida la salud pública, la economía y el medio ambiente. En América Latina hay 142 millones de personas que consumen tabaco, incluidos 122 millones de fumadores. Y aunque se ha logrado reducir las tasas de tabaquismo, aún se produce un millón de muertes al año debido a enfermedades causadas por este hábito.

Para apoyar la misión de poner fin a las muertes y enfermedades causadas por el tabaco en América Latina, 60 participantes de 16 países se reúnen en Ciudad de México del 26 de febrero al 1 de marzo en el "Programa de Liderazgo para el Control del Tabaco en América Latina y el Caribe 2024", promovido por el Instituto para el Control Global del Tabaco (IGTC) de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins.

Este tercer encuentro busca mejorar las habilidades de liderazgo y promoción, apoyar los esfuerzos de comunicación y desarrollo de políticas, informar las estrategias específicas de cada país y ampliar la red de profesionales que trabajan para poner fin a la epidemia de tabaquismo.

México como anfitrión

“México ha adoptado recientemente varias medidas enérgicas y eficaces para reducir el tabaquismo y desalentar la iniciación en el consumo de tabaco, incluida la prohibición total de fumar en lugares públicos y de la publicidad, la promoción y el patrocinio del tabaco. Nos sentimos honrados de reunirnos en Ciudad de México para impulsar los principios de liderazgo y la formulación de políticas sobre el tabaco basadas en pruebas científicas en toda la región”, dijo a El Economista Stephen Tamplin, científico asociado y coordinador del programa de liderazgo del Instituto para el Control Mundial del Tabaco de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins.

En el país, desde 2022 se modificó la Ley General de Control del Tabaco. Los últimos cambios fueron el 15 de enero del 2023. Con ello entró en vigor una serie de aspectos que prohíben cualquier forma de publicidad, promoción y exhibición de productos de tabaco, inclusive en puntos de venta; también se eliminaron los espacios para fumar en restaurantes, bares, hoteles, parques de diversiones, áreas de juegos, deportivos, hoteles, playas, centros de espectáculos, canchas, estadios, plazas comerciales, mercados, hospitales, entre otros lugares. Esto le valió a México el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su director general Tedros Adhanom Ghebreyesus y desde entonces, se encuentra entre los países con el mejor estándar de protección en la salud de la población contra la exposición al humo de tabaco.

Adicionalmente, a principios de febrero de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una iniciativa de reforma constitucional para elevar la prohibición de la venta de vapeadores y cigarros electrónicos en México, pasando de un decreto sujeto a suspensiones vía amparos a una prohibición constitucional. La idea es contundente: restringir la producción, distribución y enajenación de cigarrillos electrónicos, vapeadores y demás sistemas o dispositivos electrónicos análogos. Esta discusión está en marcha, por lo que el encuentro es oportuno.

Tamplin agrega que en la región, la industria tabacalera sigue interfiriendo en el desarrollo y la aplicación de políticas, “lo que afecta al progreso de la salud pública y permite que persista la epidemia de tabaquismo. Esta reunión de líderes y expertos regionales permitirá a los participantes profundizar sus relaciones profesionales y descubrir nuevas formas de entender y abordar eficazmente los retos locales y regionales específicos del control del tabaco”.

Estrategias para el control del tabaco

Gustavo Sóñora, director regional para América Latina de la División de Control de Tabaco, Vital Strategies, platica a El Economista que en una política pública, como es la del control de tabaco, los tomadores de decisión a nivel público deben adoptar medidas basadas en evidencia científica y para esto, señala, el Convenio Marco de la OMS para el Control de Tabaco (CMCT OMS) es la más económica y saludable base para actuar. Éste es el primer tratado mundial de salud pública negociado bajo el auspicio de la OMS que nace como una respuesta global a la epidemia de tabaquismo y es una herramienta de cooperación internacional de la que disponen los Estados. México fue el primer país de las Américas en ratificarlo en el año 2004.

Sóñora señala que la interferencia de la industria tabacalera es el principal desafío para una adopción efectiva del Convenio. “La industria tabacalera interfiere en el establecimiento e implementación de medidas de control del tabaco porque puede moverse con mayor flexibilidad y con muchos recursos económicos”.

Pese a esta asimetría, el convenio en su artículos 2.1 alienta a los Estados a innovar para proteger mejor la salud humana, inclusive aplicando medidas que vayan más allá de las estipuladas por el propio Tratado, que sean más estrictas y visibles, como establecer marcos regulatorios efectivos basados en la transparencia y en la rendición de cuentas que determinen reglas claras para impedir las interacciones innecesarias entre los representantes públicos con las tabacaleras.

Agrega que hay un desbalance muy importante entre el gasto del sector salud para atender las enfermedades derivadas del consumo de tabaco y por otro lado, lo que se recauda como impuestos al tabaco.

“Un estudio en América Latina determinó que los gastos derivados del consumo de tabaco equivalen al 0.7% del Producto Interno Bruto (PIB) y al 8.3% del presupuesto del sector salud, al tiempo que la recaudación por impuesto al tabaco tan sólo alcanza a cubrir el 37% del gasto sanitario. Este desbalance determina una ecuación nefasta para nuestras sociedades: por un lado, el Estado tiene que afrontar la carga social de enfermedades, muertes, sumadas al impacto financiero; mientras que, en la contraparte, las tabacaleras aumentan sus ganancias. Es momento de que los Estados determinen vías para reclamar la responsabilidad de las tabacaleras en este escenario”.

Gustavo Sóñora es contundente: levantar las prohibiciones tendría un saldo neto negativo para la salud pública y sólo regular dejaría “zonas grises”.

“Algunas referencias internacionales proponen que aquellos países que han prohibido estos productos como los SEAN (Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina) o los PTC (Productos de Tabaco Calentados) puedan mantener tales prohibiciones basados en el principio precautorio y que sostengan un enfoque basado en evidencia para la elaboración de las políticas. Estos principios de salud pública alientan a acciones preventivas donde la ciencia no es concluyente. Cuando una actividad representa una amenaza o daño para la salud humana o el medio ambiente, se deben tomar medidas de precaución”.

Datos sobre el tabaquismo en México

  • 15 millones de fumadores, de los cuales.
  • 684,000 (4.5%) son adolescentes de entre 12 y 17 años.
  • 11.9%, la reducción de exposición al humo en 2023.
  • 11.4% la disminución de exposición en lugares públicos.

Efectos del consumo de tabaco en el mundo

  • 7 millones de muertes prematuras anuales causadas por fumar en el mundo
  • 600,000 muertes se deben a la exposición de segunda mano

Fuente: Instituto Nacional de Salud Pública

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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