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Éste es uno de los documentales imperdibles del año
¿Hasta dónde puede llegar el prejuicio, el racismo y la violencia tan normalizada sobre las mujeres indígenas? La respuesta es tan indignante como relevante es conocerla. El filme dirigido por Santiago Esteinou es una luz de conciencia.
Hace falta mucho por hacer para que el cine mexicano se vea como lo merece. Me parece que el documental mexicano es mucho mejor y mucho más rico que la ficción y, sin embargo, se ve menos”.
Santiago Esteinou, director.
Rita siempre fue singular en su manera de ser. Quienes la conocieron, como parte de su comunidad en la Sierra Tarahumara, relatan que desde muy jovencita no se estaba quieta, que era muy trabajadora, que también gustaba de bailar y cantar; que era una gran atleta, y corría muy rápido y con gran resistencia. Era, sin duda, excepcional.
Otros recuerdan a una Rita muy fiestera, que se la pasaba en la bebida. Dicen de sus amanecidas. Otras voces cuentan que Rita mató a un hombre y otros niegan la versión, afirman que a Rita Patiño le robaron sus chivas y sus borregos. Dicen que alguien la envenenó por envidia y otros cuentan que se fue a la sierra a probar una yerba que terminó por moverle la mente, que la enloqueció. Las versiones son contradictorias entre sí.
Estas historias sobre Rita Patiño, una impredecible mujer rarámuri que desafió las normas escritas y no escritas, construyeron un mito sobre ella, donde la verdad y el misterio se funden en el halo de su vida. Hay versiones varias sobre ella, sobre su estilo de vida, las decisiones que tomaba y lo cuestionada que fue por su postura ante el mundo.
Uno de esos días de los años 80, Rita apareció en Kansas, Estados Unidos, que no está precisamente cerca de la frontera con México, sino al centro del país vecino, donde, para llegar, hay que cruzar uno o hasta dos estados. Jamás se supo cómo llegó hasta allá.
A Rita no la recibieron bien en Kansas. La sorpresa de encontrarse con una mujer que parecía desorientada y que poco podía hablar en español, que intentaba comunicarse en rarámuri, obnubiló a las autoridades locales, por no decir que actuaron con prejuicio y un racismo encarnado en la piel. A Rita nunca se le ofreció el derecho de una interpretación digna, no tuvo oportunidad de explicarse.
El diagnóstico, dada la falta de comunicación y con el juicio somero de los responsables, fue que padecía de esquizofrenia. Así que se le internó por 12 años en un hospital psiquiátrico, el Hospital Estatal Larned, donde estuvo medicada con tiotixeno, un antipsicótico de alta potencia, entre cuyos efectos secundarios por el consumo prolongado se encuentra un espasmo permanente y un deterioro motriz irreversible.
El documental Mukí sopalírili aligué gawíchi nirúgame (La mujer de estrellas y montañas), dirigido por Santiago Esteinou, da cuenta de la historia de una cadena de injusticias, violencias estructurales y de género sobre una mujer que no quiso encajar en los cánones, no dentro de su comunidad y mucho menos fuera.
Es memoria y dignidad
“Cuanto Rita regresó a México, el caso llegó a un tribunal y este tribunal reconoció todas estas violaciones a los derechos humanos e hizo lo más razonable posible: no se le podía regresar la vida que le robaron, no le podían devolver la salud que le arrebataron, pero determinaron indemnizarla y buscar reintegrarla a la sociedad. Pero, a pesar de que en el caso había autoridades de dos países involucrados, de que había personas defensoras de los derechos humanos, todo salió mal. ¿Por qué salió mal? Por las mismas razones por las que de origen se tuvo que ir a Estados Unidos, por las que fue maltratada en su comunidad. ¿Y cómo se llaman esas razones? Se llaman machismo, racismo, discriminación, invisibilización de las lenguas indígenas. Son elementos que están tan arraigados en nuestras sociedades que incluso con voluntad y con dinero, no se puede con ellos. Eso es lo verdaderamente indignante del caso de Rita”, comenta Santiago Esteinou en entrevista.
Hace falta mucho trabajo y muy profundo para pensar las lenguas indígenas en su relación con los derechos humanos, porque es una de las barreras que legitiman o facilitan otro tipo de violencias sobre las comunidades originarias, y más aún sobre las mujeres, señala el realizador. Hacen falta que más personas indígenas tengan acceso a carreras de lenguas, que puedan fungir como intérpretes, pero, más que ello, que tengan las mismas facilidades que cualquiera para acceder a carreras en la salud y ejercer como médicos o como litigantes.
A Rita se le ayudó con un juicio de reparación por la violencia psiquiátrica de la que fue víctima por más de una década. La fianza que recibió fue cuantiosa, y se le autorizó una albacea. Pero, una vez más, esta persona se aprovechó de la situación y, después de un tiempo, desapareció y dejó a la familia de Rita en el desamparo.
“A partir de las relaciones que hicimos durante la realización de la película, buscamos conseguir algún tipo de compensación para las personas que cuidaron a Rita hasta el final de su vida. Esto, hasta ahora, no ha sido viable, porque hay prescripción de los hechos. Pero la película, llegue a donde llegue, debe servir para contextualizar y cuestionar los métodos sistemáticos de violencia sobre ella y su familia”, comenta el realizador.
Esteinou y su equipo comenzaron con el proyecto fílmico en 2016. Después de un año de trabajo, la cinta consiguió apoyos del entonces Programa de Estímulo a Creadores Cinematográficos, del Imcine, y con ese fondo se pudo acompañar a la protagonista del filme durante un año. Rita Patiño murió en 2018.
Nota del director
Rita, la protagonista de este documental, es una mujer que sufrió múltiples formas de maltrato y discriminación a lo largo de su vida. Para nosotros contar su historia es importante, porque ello contribuye a visibilizar su experiencia que, tristemente, es también la experiencia de muchas mujeres indígenas, migrantes y personas con discapacidad.