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Estudio del genoma profundiza en el misterio de lo que condenó a los últimos mamuts de la Tierra

Hace unos 4,000 años, los últimos mamuts lanudos de la Tierra murieron en una solitaria isla del Océano Ártico frente a la costa de Siberia y un nuevo análisis genómico ahonda en su muerte

Hace unos 4,000 años, los últimos mamuts lanudos de la Tierra murieron en una solitaria isla del Océano Ártico frente a la costa de Siberia, un melancólico final para uno de los animales más carismáticos de la Edad de Hielo. Pero, ¿qué condenó a esta última población de mamuts de la isla de Wrangel? Un nuevo análisis genómico ahonda en el misterio.

El estudio ofrece la descripción más completa hasta la fecha de la endogamia, las mutaciones deletéreas y la escasa diversidad genética que experimentó esta población durante 6,000 años de aislamiento en la isla, pero concluye que, a pesar de las sugerencias anteriores, es improbable que estos factores hayan condenado a los mamuts de Wrangel.

"Esto sugiere que algo más, y muy repentino, causó el colapso de la población", afirmó la genetista evolutiva Marianne Dehasque, de la Universidad de Uppsala (Suecia), autora principal del estudio publicado el jueves en la revista Cell.

Los investigadores examinaron los datos genómicos obtenidos de los restos de 14 mamuts de Wrangel y siete mamuts de una población siberiana continental ancestral de los habitantes de la isla, fechados hace hasta 50,000 años.

Con la desaparición de la Edad de Hielo, la tundra esteparia seca donde los mamuts habían prosperado durante mucho tiempo se transformó gradualmente de sur a norte en bosques templados más húmedos en medio del aumento de las temperaturas globales, confinando a estos animales a los confines más septentrionales de Eurasia.

"Probablemente también fue así como los mamuts acabaron y quedaron aislados en la isla de Wrangel, que perdió su conexión con el continente hace unos 10,000 años debido a la subida del nivel del mar. Puede que incluso fuera una única manada la que poblara la isla", explicó Dehasque.

Los datos del genoma indicaron que la población aislada en la montañosa Wrangel se originó con un máximo de ocho individuos, luego creció hasta alcanzar entre 200 y 300 mamuts en unas 20 generaciones -unos 600 años- y se mantuvo estable.

El estudio detectó una diversidad reducida en un grupo de genes cruciales para el sistema inmunitario. Pero mientras los mamuts acumulaban lentamente mutaciones moderadamente dañinas, los defectos más deletéreos desaparecían de la población, al parecer porque los individuos portadores de éstas tenían menos probabilidades de sobrevivir y reproducirse.

"La razón por la que no creemos que la endogamia, la escasa diversidad genética o las mutaciones perjudiciales fueran la causa de la extinción de la población es que, de haber sido así, la población habría sufrido un declive gradual de tamaño, que la habría llevado a la extinción, con el consiguiente aumento de la endogamia y la pérdida de diversidad", explica el genetista evolutivo Love Dalén, del Centro de Paleogenética, una colaboración entre la Universidad de Estocolmo y el Museo Sueco de Historia Natural.

"Pero esto no es lo que vemos. Prácticamente no hay cambios en los niveles de endogamia ni en la diversidad genética a lo largo de los 6,000 años que los mamuts estuvieron aislados en la isla. Esto significa que el tamaño de la población se mantuvo estable a lo largo del tiempo", añadió Dalén.

La caza humana tampoco parece haber sido la culpable.

"Estoy de acuerdo en que el misterio de la desaparición del mamut continúa. Por las pruebas arqueológicas, sabemos que los humanos no llegaron hasta 400 años después de que se extinguieran los mamuts", dijo Dehasque.

"Sería fácil encontrar hogares de fuego y estructuras de habitación, así como fragmentos de sílex, huesos y colmillos reformados, etcétera. Pero no hay rastro alguno de interacción humana con los mamuts de Wrangel", añade Dalén.

Una posible causa es una enfermedad infecciosa, tal vez traída a la isla por aves.

"Tal vez los mamuts hubieran sido vulnerables a ella, dada la reducida diversidad que hemos identificado en los genes del sistema inmunitario. Otra posibilidad es que algo como un incendio en la tundra, una capa de ceniza volcánica o una estación climatológica realmente mala hubieran provocado un año de crecimiento realmente malo para las plantas de Wrangel. Dado lo pequeña que era la población, habría sido vulnerable a tales acontecimientos aleatorios", afirma Dalén.

"En otras palabras, me parece que quizá los mamuts simplemente tuvieron mala suerte. Si no hubiera sido por esa mala suerte, quizá seguiríamos teniendo mamuts hoy en día", añadió.

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