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Felipe Ehrenberg, el posmoderno, el obicuo
Falleció Felipe Ehrenberg y un hueco con forma de su figura gigantesca ha quedado en el mundo de las artes plásticas mexicanas.
Falleció Felipe Ehrenberg y un hueco con forma de su figura gigantesca ha quedado en el mundo de las artes plásticas mexicanas.
Ehrenberg era ubicuo. Ahí donde hubiera una retrospectiva del arte moderno hecho en México tenía que aparecer. Dibujaba, pintaba, hacía performance, instalación, tomaba fotos, escribía, le entró al arte en 3D, esculpía. Fue de los artistas que supo navegar por los cambios que la posmodernidad trajo al arte. No temía al cambio, el maestro Ehrenberg, sino que lo abrazaba como quien se aferra a una idea en la creerá hasta su muerte.
Así era el maestro: generoso, atento. La torre de marfil no se hizo para él. En los 70 ayudó a fundar el colectivo Tepito Arte Acá, donde no sólo creaba sino que hacía trabajo comunitario con los habitantes del barrio indómito que se negó a aceptar cambios desde arriba a su modo de vida.
Si uno quiere trabajar con los tepiteños ha de hacerlo aquí, con ellos, y eso Ehrenberg lo entendió desde el primer momento. El autor vivió en el barrio, en la calle de González Ortega, entre comerciantes, malvivientes anárquicos y familias humildes. Con ellos pasó algunos de sus mejores años.
Alumno de Matthias Goeritz, la obra de Ehrenberg recibió la mejor influencia del maestro alemán. Era de una riqueza especial: divertida, antisolemne. Tomemos como gota del vaso su serie Concomitancia , dibujos y collages que se acercaban al cómic y a la crónica de la vida callejera. Su autor las llamó arte postal .
En otro pronto cómico, Ehrenberg le dedicó a Marcel Duchamp una de sus piezas, el contrario a un orinal: una especie de jarra para vino firmada, también, por R. Mutt.
El artista que creía en el cambio
Ehrenberg fundó en lo años 60, en Inglaterra, la editorial Beau Gest Press con la idea de publicar libros de artista. Catálogos, manifiestos, libro-objeto. La idea de Beau Gest es el trabajo en grupo: el artista solitario sólo es un mito que creen algunos románticos. Ehrenberg no era uno de ellos. Junto con Marta Hellion y Davis Mayor gestionó lo ingestionable: una editorial que negaba el derecho del autor único, otro signo de posmodernidad en su trabajo.
En el 2015 se presentó en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo una extensa exposición de uno de los trabajos más cercanos al corazón de Felipe Ehrenberg: el que hizo con el Grupo Proceso Pentágono.
Pioneros en Latinoamérica como artistas subversivos, el Grupo Proceso Pentágono fue creado con Ehrenberg y sus camaradas Carlos Fink, Víctor Muñoz y José Antonio Hernández Amezcua. Fue Ehrenberg el que le dio nombre: la inspiración, la Guerra Fría y su símbolo más ostensible: el Pentágono de Washington, DC.
El principal objetivo del grupo era la crítica sociopolítica, sobre todo en los años 70 y 80, años de guerra sucia en nuestro país. Se arriesgaban.
El Pentágono no sólo funcionó como una máquina creadora de arte crítico sino que también se convirtió en una red de artistas de todo el mundo (sobre todo latinoamericanos) que compartían ideas similares y creaban en consecuencia.
La exposición del MUAC era un recorrido completo por el trabajo de Pentágono y sobre todo por su fondo documental: revistas, gráfica. Eran obras incómodas para el poder, cumplían con eso que dicen debe ser el deber del arte: hacernos ver lo que no queremos pero que es importante que miremos para que nos levantemos contra la injusticia. Era, es, la socialización del arte.
Ehrenberg no trabajaba solo, pero era pieza clave del grupo, su corazón. Aventurero del arte conceptual, Ehrenberg aportaba algunas de las piezas más impactantes de la exposición. Creía en el arte como activismo, no como meras manchas en las paredes para deleite de quien quisiera comprarlas.
Sus últimos años los pasó en Cuernavaca, creando siempre. Tenía apenas 73 años, un joven eterno que nunca renunció, nunca se rindió y sobre todo nunca se volvió caníbal. Su pérdida deja huérfana a toda una escena del arte contemporáneo que, como él, sueña con cambiar al mundo con arte que es arma, que es huella, que es memoria.