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García Márquez ya descansa frente al Caribe
Rodeado de flores y mariposas amarillas, acordes de vallenato y personajes de sus obras más representativas, también se develó un busto.
Cartagena de Indias, Col. No hemos venido a despedirlo ni a darle el último adiós, sino a darle la bienvenida, a la hora del ocaso, junto al mar Caribe , leyó el escritor Juan Gossaín Abdala frente a los restos del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, cuyas cenizas fueron depositadas en el Claustro de la Merced, de la Universidad de Cartagena, para su morada eterna, según la resolución pronunciada allí mismo por el rector Edgar Parra Chacón.
Con la develación de un busto en su honor, sobre el mausoleo construido exprofeso para albergar sus cenizas, Colombia recibe de vuelta a su hijo más insigne, fallecido en la Ciudad de México hace dos años, y cuyos restos descansan ya, por voluntad de su viuda Mercedes Barcha y los hijos del escritor, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, desde anoche en el recinto universitario de Cartagena, como él deseó siempre.
Rodeados de flores y mariposas amarillas, acordes de vallenato y personajes de sus obras más representativas que deambulan como fantasmas por los pasillos del recinto colonial, los restos de Gabriel García Márquez, el Cervantes de América Latina, como le dicen acá, regresaron a la universidad en la que Gabito adolescente se matriculó en 1949 para cursar el segundo año de la carrera de Derecho, y la que abandonó un año después para abrazar el periodismo y la literatura.
Autoridades civiles y militares de Colombia; escritores, poetas y periodistas, y la comunidad universitaria de Cartagena abrazaron el recuerdo del gigante latinoamericano de las letras, nacido en 1927 en el pueblito de Aracataca, que habitó la mayor parte de su vida en la capital mexicana, pero que nunca dejó de vivir en Cartagena, el lugar que lo hizo periodista y lo puso en la antesala de convertirse en el Cervantes de esta tierra, en el escritor más grande de las letras hispánicas en el continente , expresó el gobernador del departamento de Bolívar, Dumek Turbay.
Su tierra
Efectivamente, Cartagena fue el lugar donde Gabo publicó su primer trabajo periodístico, donde se estrenó su primera película, Tiempo de morir; donde decidió afincar su fundación para la formación de periodistas de toda Iberoamérica, y donde están enterrados sus padres y sus hermanos.
Luego de los discursos oficiales, los hijos del escritor, Gonzalo y Rodrigo, junto a las ministras de Educación y Cultura, el gobernador de Bolívar y el rector de la universidad, develaron el busto en bronce de Gabriel García Márquez, esculpido por la artista británica Katie Murray, y colocado en el centro del recinto; luego el nieto del escritor, Mateo García, leyó unos fragmentos del capítulo VI de Vivir para contarla, donde Gabo evoca su amor por esta ciudad amurallada.
Mientras, los personajes José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán vienen fantasmales desde Macondo a dar la bienvenida a su creador, y en el pasillo tropiezan con los jóvenes campesinos que pretenden a la Cándida Eréndira, que también han venido a recibir las cenizas del escritor para hacerlo retornar a su mundo onírico y mágico.
Después sonaron los vallenatos El Mochuelo y Mercedes , interpretados por Adolfo Pacheco y Julio Prieto en el acordeón, tras los cuales una lluvia de mariposas amarillas inundó el cielo y el patio del Claustro de la Merced y cayeron sobre la efigie metálica del Nobel literario y sobre las cabezas de aquellos que buscaban la foto o selfie antes de la retirada.
La morada eterna de Gabo que será un altar sagrado de nuestra letras, donde yacen las cenizas de un hombre caribe universal, el hombre que mejor ha relatado nuestra manera de ver el mundo, de recrearlo y de vivirlo , como dijo Dumek Turbay- queda a 100 metros de su casa familiar en la calle del Curato y a otros 100 de la antigua calle de San Juan de Dios, donde estaba la redacción de El Universal, donde el escritor y periodista publicó sus primeras notas a fines de los años 40.
La gente sabe que me gusta vivir en Cartagena, pero más me gustaría que me enterraran en Cartagena , reveló el escritor y periodista Juan Gossaín, producto de una confesión que le hizo el Nobel hace 20 años, y que ahora se cumple puntualmente, con la expresión popular, cariñosa y a nombre de todos los colombianos, los bolivarianos y los cartageneros: ¡Gabriel, Gabo, Gabito, acá con nosotros, por siempre! , gritaron.