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Arte e Ideas

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Hernán Javier Muñoz: los horizontes inalcanzables de la imaginación

Creció viendo cómics de Mafalda y la revista Asterix, y jugando al futbol en un potrero; también vivió en París, y de todo ello se nutre su obra, hoy valuada en cientos de miles de pesos.

“Mi estilo es una combinación de varios estilos, en mis obras se encuentra el neoclasicismo, realismo, surrealismo y realismo mágico. Me inspira lo irreal, los horizontes inalcanzables de la imaginación”, así se define el artista argentino

Hernán Javier Muñoz es uno de los artistas plásticos autodidactas más destacados del mundo. Podrá sonar pretencioso, pero sus obras son joyas muy escasas de la pintura. Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1983.

Se considera una persona muy ética, honesta, transparente, de una gran sensibilidad humana y artística, gran observador de todo su entorno, cuestionador y curioso, de inteligencia natural, firme en sus principios. A veces un tanto cerrado en algunas ideas, algo testarudo pero buen conversador, apasionado por el arte, feliz de ser artista

Su padre –Ricardo– fue maestro Mayor de Obras hasta antes de los años 90, luego que lo despidieron, con la indemnización puso un pequeño negocio de computación y un kiosco.

Su madre -Alicia- trabajó en el Boletín Oficial hasta el nacimiento de su hermano, luego fue ama de casa y atendió el kiosco hasta que debieron cerrarlo.

Tuvo una infancia muy sencilla, humilde, en esos tiempos no había mucha tecnología y la mayor parte de los juegos se basaban en la capacidad imaginativa de cada uno. Los días los pasaban bajo el sol, en la puerta de casa, donde todos los vecinos ancianos se sentaban en sus sillas de mimbre en verano. Los niños jugaban al futbol, las tardes parecían eternas. Mientras, las madres aseaban la casa, y los padres estaban en el trabajo ... Así era la vida en su primera infancia.

Todo cambió cuando su padre pasó a ser desempleado y los problemas familiares y económicos los acompañaron hasta su juventud. El negocio de computación los sacó adelante. Siempre vio trabajar a sus padres, y gracias a ese ejemplo Hernán es hoy lo que es.

Tenía varios libritos de Mafalda, la famosa historieta del maestro Quino, y algunas revistas de Asterix, de Uderzo y Goscinny, la meticulosa calidad del detalle en los personajes de Uderzo marcaron fuertemente su amor al dibujo. “Era un placer ver cada personaje y sus gestos”, recuerda, “una obra de arte por donde lo veas”. Siempre fue muy sensible a las imágenes, a los dibujos, a las películas animadas que explotaban su imaginación.

Su juventud fue un poco separada de su familia, iba a una escuela de doble turno orientada a las artes y llegaba muy tarde al barrio, en el camino se quedaba con amigos y llegaba a casa en la noche. Fue una época de mucha búsqueda, siempre fue un ser muy emocional y curioso.

Las caídas económicas de su país modificaban el día a día, los peligros de la calle aumentaban, al igual que la droga y la violencia. Siempre fue muy meticuloso con esos temas, tratando de alejarse lo más posible.

Fue a una secundaria orientada al arte, era muy precaria educativamente, así que cuando terminó la escolaridad decidió ser autodidacta en la materia de pintura. Recuerda que tenía poco dinero y juntaba de la calle pequeños cartones o maderas para utilizarlos como lienzos en sus primeras obras. Era muy caro pintar sobre tela. El óleo era otro problema económico, entonces resolvió gracias a una persona amiga que lo asesoró, comprar en químicas los pigmentos para hacer las pinturas. Allí aprendió mucho, ya que sólo tenía unos 4 o 5 tonos para resolver una obra.

Para poder tener referentes viajaba dos domingos al mes al museo de arte, llevaba consigo una pequeña cajita de cartón con óleos preparados para poder imitar las paletas de los grandes maestros. Uno de sus más grandes referentes en esa época era William-Adolph Bouguereau, en un museo local está una de sus mejores obras, "The First Mourning”.

Decidió estudiar pintura por su cuenta porque simplemente allí encontró la manera más fácil de expresarse, sentía que al mejorar técnicamente podía dejar más claro el mensaje. Le gustaba mucho el surrealismo con fragmentos hiperrealistas, quería llegar a esa calidad visual.

Un artista ecléctico

A sus 30 años volvió a acercarse al arte y a sus 32 decide dejar su trabajo para dedicarle tiempo completo a sus pinturas. No fue fácil, pero hoy a sus 39, luego de 7 años, siente que fue la mejor decisión que ha tomado, aunque la más difícil.

“En el arte encontré un modo de vida, de expresión y posibilidad de descarga, soy muy emocional y necesito un constante aparato expresivo. Crear ayuda a manejar nuestras emociones, nos agudiza los sentidos y nos mantiene en constante actividad. Cuando termino el día y veo que pude hacer un buen trabajo, me es más fácil dormir”.

“Mi estilo es una combinación de varios estilos, en mis obras se encuentra el neoclasicismo, realismo, surrealismo y realismo mágico".

Varios segmentos de sus obras implican hiperrealismo, para acentuar diferentes partes de la obra.

“A veces las técnicas remarcan los estilos, pero la temática juega un papel muy importante que también puede encasillarte en otros lugares. El tema "estilo" es para mí más complejo. Como dije antes, soy una combinación de estilos, que terminan definiendo la esencia de mi trabajo, creando una personalidad fuerte en la obra y una especie de firma del artista. Una de mis metas es llegar a formar un estilo único y particular y que cada persona lo identifique como mío”.

“Me inspira lo irreal, los horizontes inalcanzables de la imaginación”.

“Me inspira la capacidad imaginativa en los sueños, por eso mi referente más importante es Salvador Dalí en lo que es lo compositivo y emocional, pero en lo técnico me relaciono más con los grandes maestros del Barroco y del neoclasicismo”, detalla.

Tiene una extrema curiosidad por los sueños y por la metafísica, a veces busca inspiración en la filosofía.

“La búsqueda de mis obras es más interna que externa”, asegura Hernán.

Reflexiona que todo lo que le ha afectado en los días y en los años debe expresarlo sobre el lienzo. Siempre tiene cerca los libros de los grandes maestros, ellos siempre le acompañan.

Todo lo que le rodea influye, Paris influyó en él como tal vez el potrero donde jugaba de niño al futbol.

“Las obras se construyen de vivencias, sea donde sea somos esponjas, que al apretar despliega en la tela todo lo que fuimos "capturando" en el paso de los años”.

Amores fallidos, lugares donde se sintió feliz o triste, amigos que se fueron, otros que están (...) Ha tenido la suerte de viajar y se he llevado como un ladrón sensaciones e imágenes, un sin fin de pequeñas cosas que “seguramente estén incrustadas en mis obras”.

El arte como filosofía

A Hernán le resulta imposible distinguir qué se ha llevado de cada ciudad o de cada persona, pero lo que sí puede decir es que todo sirve cuando se enfrenta a un lienzo. Y en un conjunto de frases va definiendo su experiencia como artista.

“A veces pienso que cada obra mía es un conjunto de experiencias de vida convertidas en un código, tal vez cada segundo de mi existencia esté en cada obra”, sostiene.

“El arte nos saca del cotidiano, nos revive la humanidad que llevamos dentro, los artistas somos despertadores del alma, de sentimientos y sensaciones, que la rutina y los problemas del día a día mantienen bajo llave”.

“Siempre decimos que un artista crea una obra, pero a veces una obra puede crear a un artista”.

Asegura que su obra es más que algo material, es algo metafísico, más interno y psicológico; es como un buen título de un libro en el cual si lo abres las letras no están, aparecen solo cuando empiezas a imaginar.

“Mis obras son cuentos que debes completar, te devuelven el niño interior obligándote a utilizar la imaginación”.

La vida siempre nos pone frente a situaciones muy difíciles, pueden ser económicas, de salud, problemas familiares, etcétera. Los retos aparecen cuando buscamos metas, pero debemos superar las situaciones caóticas y seguir adelante. El reto más difícil de mi vida ha sido vivir del arte, debí dejar todo lo que tenía, alejarme de mi familia y abandonar mi trabajo... fueron momentos muy difíciles, debí creer en mí y en mi arte, eso fue un verdadero reto, empezar a creer en mí y no bajar la guardia pasara lo que pasara”, afirma.

Y luego añade: “antes de seguir un sueño debes estar preparado para las frustraciones, los sueños cumplidos son un 80% frustraciones y un 20 % aciertos. El secreto es la perseverancia. La capacidad de caerse y volverse a levantar hace los sueños posibles. Mi consejo es ser autocrítico, comprender nuestras limitaciones nos anticipa a la elección de caminos, tal vez algunos sean más largos, pero más seguros, y otros más cortos, con grandes decepciones.  Puedes usar las frustraciones como motor en vez de un peso sobre la espalda, una derrota debería ser la motivación para superarnos día a día y volver con la frente en alto por otra oportunidad”.

“Ser paciente, esperar el momento y lanzarse sin miedos, siempre y cuando se crea en el trabajo y su valor”.

Para él, mantener la humildad es clave, dice que el egocentrismo es como una venda en tus ojos, no podrás ver tus propios errores ni podrás mejorar como persona y calidad humana y mucho menos podrás mejorar tu trabajo...

“Hay que tener en cuenta que cumplir el sueño no es lo mas importante, sino el camino que recorres. En él estarán los riesgos, los peligros y las mejores obras de arte que podrás hacer, porque los momentos de mayor inspiración se encuentran en la lucha y el trabajo constante. Hay que buscar los límites en todo sentido porque el estar al borde intensifica la creatividad.

“Toma distancia, aléjate del sueño, vete donde no puedas trabajar en él y toma otra perspectiva para encararlo nuevamente. Acuérdate de que el árbol a veces no te deja ver el bosque”.

Si te han ayudado a llegar a tu sueño, devuelve el favor a otra persona que este comenzando a perseguirlo”.

“La vida no nos pertenece, es un préstamo sin posibilidad de renegociación, somos parte del todo, ni más ni menos importante que una roca para el universo, pero muy importante para los que nos aman, lo más importante de la vida es lo que le dejamos a los que siguen, a los que vienen”.

Le gustaría que las personas saquen sus propias conclusiones según lo que vean en sus obras, en realidad todo su trabajo refleja lo que es, sus emociones, sentimientos, enojos, alegrías. Todo lo que es está en su trayectoria pictórica.

Al final de su vida será como sus obras, “perteneceré a otras personas”.

“En sus mentes seré quien quieran que sea y mis cuadros querrán decir lo que ellos interpreten”, concluye el artista.

hello@hectordiaz.art

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