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José Luis Cuevas, artista de contrastes: dibujo y escultura
Uno de los artistas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX en México fue tan prolífico en su obra pictórica que hoy en día es un desafío preservar la autenticidad de todos sus trabajos; hace falta más catalogación para proteger su obra, dice Jorge Reynoso Pohlenz, curador de la exposición “José Luis Cuevas. Reflejos de un legado”, que se inaugura este jueves en memoria del artista.
“Cuevas mantuvo muy fiel al papel y combinó el pincel, la plumilla, la tinta, la aguada. Más tarde, cuando tuvo los medios para acceder al buril, también se volvió un maestro de la gráfica. Pero nunca se orientó hacia el óleo sobre tela”, Jorge Reynoso Pohlenz, curador de arte
José Luis Cuevas Novelo (1934-2017) pintaba donde estuviera. Su desvinculación al caballete y su mucha más cómoda afiliación al soporte de papel le facilitaban la prolificidad. Podía llevar consigo las hojas de papel que le dieran en gana y ponerse a pintar en la mesa de un café o sentado en un hotel, en el estudio o en la sala. Y si no, tomaba lo que tuviera a la mano, un sobre postal o un cuaderno, y se ponía a dibujar.
“Él, disciplinadamente, creaba todos los días. Si estaba, por ejemplo, fuera de México en un hotel, agarraba la papelería disponible y trabajaba sobre eso o sobre cualquier soporte que tuviera a la mano. Se mantuvo muy fiel al papel y combinó el pincel, la plumilla, la tinta, la aguada. Más tarde, cuando tuvo los medios para acceder al buril, también se volvió un maestro de la gráfica. Pero nunca se orientó hacia el óleo sobre tela”.
Son palabras del museógrafo, historiador y docente de arte Jorge Reynoso Pohlenz, quien es curador de la exposición “José Luis Cuevas. Reflejos de un legado”, que se inaugura la noche de este jueves 11 de julio en el Museo José Luis Cuevas, con la presencia de 120 dibujos y 35 esculturas del personaje más visible de la Ruptura, además de 37 obras de 21 artistas contemporáneos o posteriores profundamente vinculados con este gran y contrastante personaje de la cultura del siglo XX y XXI.
Si se habla estrictamente de su trabajo artístico, puede decirse que hay dos José Luis Cuevas totalmente distintos y a la vez tan complementarios: el dibujante fecundo y el tardío pero efectivo escultor de bronce.
El segundo nació en los años 90, cuando el Cuevas dibujante, el contestatario, irreverente, erótico y autorreferencial ya estaba totalmente consolidado, con una obra pictórica amplísima, mientas que el escultor tuvo su presentación en sociedad a la par de la develación de “La Giganta”, en 1992, una obra monumental de ocho metros de altura y ocho toneladas de peso, creada so pretexto de la fundación del museo que lleva su nombre, precisamente en julio de aquel año, en el otrora Convento de Santa Inés, ubicado en Academia número 13, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
“Si bien no había recibido un entrenamiento como escultor técnico, y aunque tuvo mucha asesoría, Cuevas tenía un gran conocimiento de la historia del arte. ‘La Giganta’ reúne una serie de elementos entre el lenguaje clásico, el ‘David’ de Miguel Ángel y el cubismo. Esta mezcla es muy de Cuevas, de lo bello con lo monstruoso. Y ese gusano de la escultura ya no lo dejó y comenzó a trabajar obras tanto de mediano como de pequeño formato. Y gran parte de ellas se pueden ver en la exposición”.
La reunión expositiva de tantas obras escultóricas de Cuevas no sucedía desde hace al menos una década. Permite ver esa etapa artística que lo arraigó al taller, a diferencia de la libertad que le permitió el trabajo pictórico.
Contra el arte apócrifo
La obra de José Luis Cuevas es tan grande, diversa y atractiva que se ha vuelto una de las de mayor reproducción ilegal y venta en el mercado negro. No son raros los bazares y algunas tiendas de antigüedades en el país donde hay a la venta acuarelas y otras obras gráficas y escultóricas adjudicadas al artista.
—¿Qué se hace y qué hace falta para mantener un control sobre la autenticidad de la obra de artistas tan replicados como es José Luis Cuevas?
—“En México y tampoco en muchos países existe una figura de autoridad de peritaje en términos legales”, responde el curador. “Hay un laboratorio en el Instituto de Investigaciones Estéticas (UNAM) que estudia ciertos elementos matéricos de las piezas, pero en general, muchas veces, tanto coleccionistas como galeristas y mercantes toman como buenos los certificados de personas que fueron conocidas por el artista, en este caso, Cuevas; pero éste sigue siendo un criterio delicado y endeble para la autentificación”.
Por otro lado, uno de los métodos que es necesario reforzar en el mercado legal del arte en México, señala, “es que se impongan criterios con respecto a la genealogía de la obra: cómo llegó a manos de un coleccionista o de un comerciante y que haya la documentación que dé constancia sobre cómo ha sido traspasada a lo largo del tiempo. El aspecto más importante es que se invierta en investigadores que puedan hacer un rastreo y se refuercen las catalogaciones de artistas como Cuevas. Hay que rastrear todos los acervos de la obra del artista, también los materiales y los catálogos donde han aparecido sus trabajos”.
En los últimos años, advierte, Cuevas no ha estado en el radar de las investigaciones o publicaciones sobre arte, y considera que es necesario mantener la obra del artista como un objeto de estudio y catalogación.
El Cuevas que fue figura pública
El trabajo de Cuevas como escritor, coincide el curador entrevistado, es un mundo vastísimo en el que vale la pena explorar ampliamente en otro proyecto expositivo, lo mismo que su etapa como “performer”, dice, “porque creó un personaje público del que valdría la pena hacer una antología”.
Una vez que Cuevas se despojaba de ese personaje público que describe Reynoso Pohlenz, “era una persona que gustaba de cultivar la amistad, tanto de colegas e intelectuales contemporáneos como más jóvenes. Pero no gustaba de hacer afinidades con personas que compartieran su propia visión de arte y estilo. Y de eso también da cuenta la exposición: se puede ver a artistas como Carlos Agustín, que es un artista abstracto, o a Dalia Monroy, que es pintora de gran formato. Es decir, esta heterogeneidad de manifestaciones también dan un vistazo del espectro de creatividad que Cuevas impulsó como respuesta antagónica a la homologación del realismo de compromiso social encabezado por David Alfaro Siqueiros”.
“José Luis Cuevas. Reflejos de un legado”
- Del 11 de julio hasta octubre de 2024
- Museo José Luis Cuevas
- C. de la Academia 13, Centro Histórico
- De martes a domingo
- De 10:00 a 18:00 horas
Los amigos de Cuevas en la exposición:
- Roger von Gunten
- Guillermo Ceniceros
- Carlos Agustín
- Gabriel Macotela
- Esther González
- Arnaldo Coen
- Jazzamoart
- Dalia Monroy
- Fernando Leal Audirac
- Gustavo Monroy
- Entre otros