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Arte e Ideas

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La Revolución mexicana como pesadilla estadounidense

"La Revolución mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense" es una muy entretenida muestra del Museo Carrillo Gil que nos da una aproximación a los estereotipos que nuestros vecinos del norte nos han cargado.

Relación entre vecinos, siempre tan complicada. Y si uno es pobre y el otro rico, uy. Así de estereotípicamente puede pensarse la historia de nuestro país y su vecino del norte.

La relación México y Estados Unidos es una historia tortuosa, tan llena de nudos y tensiones que para entenderla hemos tenido que simplificarla.

Desde la perspectiva mexicana, ellos los yanquis imperialistas, abusivos, tramposos y arrogantes, los que nos despojaron del territorio. Al mismo tiempo son los admirados hermanos mayores, los benefactores, los aliados comerciales y culturales, los que sí hacen bien las cosas.

Desde la norteamericana… ¿Qué piensan en realidad ellos de nosotros?

La Revolución mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense es una muy entretenida muestra del Museo Carrillo Gil que nos da una aproximación a los estereotipos que nuestros vecinos del norte nos han cargado.

Estamos profundamente unidos a ellos por la historia, pero pocas veces tenemos la oportunidad de analizar nuestra historia desde aquel lado. ¿Cómo le afectó la Revolución a los intereses norteamericanos? Aún más interesante: ¿qué pensaba la opinión pública estadounidense de lo que sucedía allá abajo ?

No es muy difícil imaginarlo. A ojos de la prensa norteamericana de principios del siglo XX, México era una nación de bárbaros en calzón de manta, dispuestos a matarse entre ellos por un pedregal donde lo único que crece son cactus.

Intriga la hostilidad que los cartones desprenden. No, ningún adorable Speedy González aquí, nada de la fascinación por el exotismo mexicano del turista norteamericano de las siguientes décadas.

Lo más cercano a la simpatía es la superioridad moral: Ay, estos chamacos, necesitan que nosotros los civilizados los cuidemos . Un ejemplo: la caricatura fechada el 24 de febrero de 1914 publicada en un diario local de Iowa, en la que un empresario inglés lleva a un mal portado niño mexicano de la oreja a sus papá, un compungido Woodrow Wilson, presidente de EU.

Villa, Carranza y Obregón son los personajes más destacados en la selección, realizada por el curador Juan Manuel Aurrecoechea. Políticos muy distintos entre sí, los tres son igualmente ridiculizados como hombres degenerados, asesinos o simplemente tontos.

Las colecciones a las que Aurrecoechea recurrió son importantísimas: la Biblioteca del Congreso Norteamericano, los archivos de la Universidad de Iowa, los archivos del Senado norteamericano. Es decir, esta visión tan crítica y hostil de la revolución no es aislada, de ello dan cuenta miles de fragmentos de prensa que orientaban (y reflejaban) la opinión del norteamericano promedio en esos albores del siglo XX.

No obstante, situándonos históricamente tanta agresividad no sorprende. Cuando en México se luchaba la Revolución, allá al fin conocían cierta estabilidad social después de la cruenta Guerra de Secesión y la turbulencia política que le siguió. Lo que sucedía en México era exactamente lo que ellos querían olvidar. Les servíamos de memento mori.

Además, hacía penas 60 años atrás que Estados Unidos había sostenido una cansada batalla con México, una guerra que dejó marcados a ambos países. Para ellos seguíamos siendo el enemigo derrotado. Sin mencionar que una guerra revolucionaria ponía en riesgo asuntos de negocios y dañaba capital norteamericano establecido en tierras mexicanas.

Otras reflexiones pueden hacerse recorriendo La Revolución Mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense: los estereotipos del bárbaro mexicano son los mismos que se atribuían a todo país periférico que emprendía una guerra nacionalista. A lo mejor no hay que pensarle tanto: lo gringos son racistas y ya.

Sea como sea, La Revolución Mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense es una exposición divertida, pero también muy importante. Más que un reflejo, nos entrega una radiografía del imaginario norteamericano.

Museo Carrillo Gil

Av. Revolución 1608, San Ángel. Martes a domingo, de 10 de la mañana a 5 de la tarde. Admisión: $15. Hasta marzo de 2011.

cmoreno@eleconomista.com.mx

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