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La caza ¿científica? de ballenas en Japón
"Si son ?incapaces de obtener datos ?suficientes ?con la matanza de miles de ballenas, se puede decir que la ciencia fracasó . Junichi Sato, de Greenpeace Japón.
Tokio, Jpn. La caza científica de ballenas recibió recientemente un impulso inesperado gracias a investigadores japoneses que aseguran que el consumo de carne de cétaceo podría prevenir la demencia y los problemas de memoria.
Según los investigadores, ratones que padecían Alzheimer y que fueron alimentados con una sustancia extraída de la carne de ballena respondieron mejor a ciertas pruebas que otros roedores amnésicos a los que no se les suministró ballenina, una molécula presente en los músculos de las ballenas.
El profesor Seiji Shioda, de la Facultad de Farmacéutica en Hoshi (Tokio), quien lideró el estudio, se prepara a efectuar próximamente pruebas clínicas en humanos.
En nombre de la ciencia
Su trabajo aparece en un momento crucial, porque Japón se encuentra en el banquillo de los acusados en la Comisión Ballenera Internacional (CBI), reunida desde el martes en San Diego (California).
Por enésima vez, los negociadores japoneses van a intentar convencer a la CBI de la credibilidad científica de la caza.
A pesar de los clamores de protesta internacional, Japón quiere continuar con la captura de cetáceos, en nombre de la ciencia .
Una gran parte de esta carne, rica en proteínas, se queda en las estanterías de los mercados, pues actualmente su consumo ha disminuido. Estuvo en boga después de 1945, pues era necesario alimentar adecuadamente a la población que se encontraba desnutrida.
En la temporada 2014-2015, los pescadores del archipiélago tuvieron que renunciar a viajar por la Antártica con arpones, debido a una decisión de la Corte Internacional de Justicia, organismo que juzgó en marzo del 2014 que Japón interpretaba abusivamente la exención científica de la caza de ballenas, y que en realidad perseguía objetivos comerciales. Esto, teniendo en cuenta que la caza comercial de ballenas está prohibida desde 1982.
El programa de investigación nipón no responde a los criterios básicos a los cuales deben adherirse todos los científicos , considera Atsushi Ishii, profesor de política ambiental en la Universidad de Tohoku.
Japón, uno de los pocos países del mundo que ha autorizado esta práctica (junto con Noruega e Islandia), alega que la población mundial de ballenas, particularmente los rorcuales (ballenas de Minke), es suficientemente numerosa para soportar una cuota de capturas anuales de 333 cabezas en Antártica en lugar de las 900 del programa precedente.
Por su parte, Tokio afirma que su programa permitirá una mejor comprensión de los ecosistemas marinos. Además, lo considera necesario para recolectar datos sobre la edad de la población ballenera, que se requiere para definir los límites de las capturas.
El ICR no tiene argumentos verdaderos para justificarse. Si es incapaz de obtener datos suficientes con la matanza de miles de ballenas, se puede decir que la ciencia fracasó , indica Junichi Sato, un militante de Greenpeace en Japón.