Lectura 3:00 min
Los hilos de la feminidad
Con una excelsa exposición de dechados de virtud, en el Franz Mayer se muestra lo que durante siglos significó ser mujer.
Lo hemos visto en nuestras abuelas, quizá hasta en nuestras madres. Por generaciones, la labor textil fue inseparable de la condición femenina. En pinturas del siglo XVII o XVIII, la imagen de la dama de buena familia iba siempre acompañada del hilo y la aguja. El punto de cruz, técnica antiquísima (se cree que data del siglo V dC y que nació en Europa), es popular todavía hoy en día.
En la Nueva España, el bordado de las mujeres de clase media y alta, criollas y españolas, embellecía las casas de buena cuna para demostrar que las mujeres que ahí habitaban sabían de qué se trataba la vida. El arte textil como un camino de la feminidad.
En el Franz Mayer se exponen varios ejemplos de esta tradición textil. Dechados de virtud: bordados y ?deshilados recoge obras que van desde el siglo XVIII, todavía a años de la Colonia, al siglo XX, obras que demuestran que la tradición no ha muerto, sino que ha evolucionado para incluir también a los hombres.
De manera común se usa el término dechado de virtud para hablar de cualquiera que presume de sus dones. En realidad un dechado es un lienzo trabajado y bordado que no sólo es una obra decorativa, sino que también es una forma de expresión de la autora de cada uno de los lienzos bordados.
En varios de los dechados que conforman la exposición hay piezas que describen la vida cotidiana de las mujeres, que hablan de sus anhelos amorosos o que simplemente expresan el nombre y la personalidad de la que bordó, un modo de afirmarse en el mundo.
Muchas de las obras son de origen religioso, pues las mujeres aprendían su arte en conventos y dedicaban sus dechados a la virtud de los santos que las protegían. Fueron las monjas de distintas órdenes las que trajeron a las Américas la tradición del dechado, así como los materiales, hilos de algodón y seda, que después se cultivaron en la Nueva España.
La exposición se divide en tres núcleos temáticos, en el primero se examinan los inicios del arte del bordado. En el segundo podemos conocer la consolidación de este arte en conventos y otros centros de reunión; el bordado como una forma de regir la vida diaria de estas mujeres. En la tercera sección, el bordado llega a la edad moderna y, con puntos cada vez más sofisticados, se convierte en objeto de comercio y de decoración familiar.
Dechados de virtud es una de las exposiciones más completas que se han hecho sobre el punto de cruz, técnica básica y omnipresente en nuestra tradición textil.