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Arte e Ideas

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María Rojo: “Mi forma de existir es el cine”

La actriz será homenajeada este martes por sus 80 años. Una niña que creció bajo una educación socialista, que veía el mundo diferente y quien, desde muy pequeña, encontró en la actuación una razón de ser, hoy cuenta con una de las filmografías fundamentales de nuestro cine y una historia fundamental de lucha gremial.

Rosario Servin

María Rojo abre una pequeña vitrina donde guarda sólo algunos de los tantos premios que ha recibido en sus 70 años de vocación histriónica. Así como esa pequeña vitrina es el escaparate de una brillante carrera, su filmografía es el gran escaparate al cine mexicano de la segunda mitad del siglo XX, las dos décadas del siglo que corre y, con ellos, sus luchas.

María es una anfitriona afable. Sonríe porque está compartiendo lo suyo: los objetos, los premios, los recortes de periódico, las memorias. Abre la vitrina y muestra un bello Premio Coral que el Festival de Cine de La Habana le entregó por su actuación en “María de mi corazón” (1979), de Jaime Humberto Hermosillo, una cinta que en su momento no pudo estrenarse en el país porque se filmó sin la intermediación de los sindicatos en una época donde estos gremios tenían potestad sobre el cine mexicano que se proyectaba o no en las salas.

“También tengo dos de Canadá y otros dos de Colombia”, dice mientras va señalando aquel rinconcito donde se alcanzan a asomar el Mayahuel de Plata que recibió como homenaje del FICG en 2010, la Cruz de Plata de Más Cine que le entregó el GIFF en 2021 y la Medalla de la Filmoteca de la UNAM de ese mismo año. María también muestra y permite explorar los detalles del Ariel de Oro que en 2020 le dio la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas como agradecimiento por una trayectoria indeleble.

“Los demás los tengo en Xalapa”, explica y, acto seguido, le pregunta a nuestra compañera fotógrafa: “¿y fotos? ¿No quieres fotos? También tengo muchas”, dice con una sonrisa y una disposición irrechazables.

Rojo pide que le traigan una caja de color naranja que es como un gabinete de maravillas, entre fotografías, revistas, diarios, libros dedicados, un tesoro y un detonador de la memoria no solamente de una mujer sino de una institución. De esta caja salen fotografías abrazada de García Márquez, caminando junto a Fidel Castro o junto a Andrés Manuel. También se advierten fotografías de escenas memorables de “Naufragio”, “Idilio”, “La tarea” y aquella de una María jovencísima actuando en “Besos prohibidos” (1956) junto a Luis Aguilar y Emma Roldán.

La niña de la Coca-Cola

Este martes, María Rojo cumple 80 años de vida y la gran mayoría, al menos unos 73 años, entregada a lo que asimila como su razón de existir: el cine. Este martes además se celebra el Día Nacional del Cine Mexicano y se eligió como el día para la apertura de la nueva sede de la Cineteca Nacional, en el Cenart, y con todo esto como pretexto para rendirle homenaje a la cumpleañera por parte de la Secretaría de Cultura federal.

María Rojo fue educada por su madre, Águeda Incháustegui, una maestra de literatura en secundaria, militante del Partido Comunista.

“Mi mamá era una muy buena sindicalista y una muy buena maestra. Antes de comer no rezábamos, pero sí leíamos el periódico. Fue la educación de una mamá a la que le gustaba mucho la música, el teatro y el cine. Nos llevaba a ver Don Juan Tenorio, le gustaba la zarzuela y la sinfónica. Entonces, crecí un poquito como la Familia Monster porque iba a la escuela donde las niñas tenían otra formación. Cuando empecé a ir a la iglesia con mis amigas, mi mamá me preguntaba: ‘¿por qué vas a la iglesia, María?’. Yo le respondía: ‘todas van y llevan vestidos nuevos’. Ir a la iglesia e ir a comprar buñuelos era un acto social, porque si no sí me vería muy diferente a las demás”.

Esas bases fueron fundamentales para lo que fue María Rojo dentro y fuera de la pantalla, las luchas que ha elegido, las amistades que forjó y los intelectuales con los que se ha relacionado.

“Era una educación rígida en algunas cosas porque era de la izquierda de antes. Por ejemplo, cuanto yo tenía una Coca-Cola la escondía cuando llegaba, porque eran las aguas del imperialismo. Y yo me podía tomar diario una”, recuerda entre risas.

“El patito feo de la casa era yo”, señala, con la misma sonrisa con la que nos recibe. “De la casa era la que menos tenía buenas calificaciones. No pasé de siete. Pero cada 10 de mayo era yo la que bailaba, la que recitaba y la que hacía composiciones, y fue mi maestra de tercero quien le dijo a mi mamá: 'María va a ser otra cosa, vas a ver'”. Fue a los siete años que María Rojo asumió su primer papel como actriz y entonces comenzó un idilio con el arte de Talía y Melpomene. “Yo era desconcentrada y soy disléxica, en mi familia siempre sentía que era la que menos podía. En ese tiempo, la dislexia no tenía nombre, entonces nada más decían que era estúpida. La única forma en que me veían y sobresalía, la única forma que tenía yo de existir, era el cine. Por eso digo que el cine es mi fiesta. Y llegar a él para mí fue como nacer”.

“Se murió mi banda”

Cineastas como Jaime Humberto Hermosillo, Felipe Cazals y Jorge Fons, dice, “fueron más que un padre, porque no tuve uno (su padre no quiso reconocer la paternidad cuando ella era pequeña) . Y no era por la edad, porque Jaime tenía mi edad cuando murió. La verdad es que ellos lo fueron todo para mí, por eso sentí tanto la muerte de los tres. Los amigos empezaron a suplir esa falta de papá. Cuando murió Jaime Humberto no fue sólo lo que para cualquier actriz significa un director. Él era mi sostén”.

Otros de sus amigos fueron Monsiváis y García Márquez: “me decían ´la poquianchita’”, comparte a la vez que evoca sus trabajos para cineastas como Arturo Ripstein, Luis Alcoriza, María Novaro y Maryse Sistach. El cine por el que Rojo abogó, menciona, no era el de star-system, sino el cine de autor.

“María (Novaro) es una persona fuera de serie; como cineasta, y no porque sea mujer, es extraordinaria. Como maestra, es un ser humano único. María es incapaz de una hipocresía, de una mentira. A mí cuando alguien hiere o habla mal de María, de verdad que me dan ganas de pegarle. ¿Cómo no comprender cuando una gente es fuera de serie? Es tan sensible, es tan humana, tan amiga, quiere tanto al cine, a las mujeres, a sus alumnos, a su gente. Ella da clases de vida aparte de clases de cine”.

Los tres años de pandemia no fueron los mejores para María Rojo con la muerte de Cazals (2021) y Hermosillo (2020). “En el cine ya se murió casi toda la que era mi gente, se murió mi banda. Lo único que me queda de esa banda es María (Novaro) y Alejandro (Pelayo)”, lamenta como quien añora esas travesuras que movieron una industria, ese cine que se hizo más con necedad que con presupuesto, esa necedad que empujó a una industria al momento de oportunidad que vive hoy en día.

Finalmente, la actriz, con una plena conciencia de transición, reconoce una era interesante en nuestra industria. “Ahora sí están llamando a las mujeres que son muy mexicanas. Yo soy blanca, desgraciadamente”, dice quien se encargó de encarnar a mujeres morenas y darles vida con maestría y presencia. “Veo que las mujeres que están ahorita tienen mucho que dar, como que viene su época, viene el momento de un cine mexicano bien real. Como que estaban escondidas, pero hacen cosas maravillosas”.

Ahora bien, la actriz no desiste, no se mira fuera del plató; siente, todavía, la actuación a flor de piel, se sigue entregando, es la indispensable María Rojo. “Acabo de terminar una serie que me encantó, con un director maravilloso, que es mexicano nacido en El Salvador. La serie se llama ‘Los reyes de oriente’, que apenas se va a estrenar. Él se llama Pepe Valle. Fue precioso trabajar con él porque volví a sentir lo que con mis queridos directores. Acá entre nos, le digo ‘mi Cazalcito’”.

Las cinco elegidas de María Rojo:

  • “María de mi corazón” (1979) (Restaurada) – Jaime Humberto Hermosillo
  • “Naufragio” (1977) – Jaime Humberto Hermosillo
  • “Rojo amanecer” (1989) – Jorge Fons
  • “Danzón” (1991) – María Novaro
  • “La tarea” (1991) – Jaime Humberto Hermosillo

Ganadora de tres Premios Ariel más uno:

  • “Naufragio” (1978) – Jaime Humberto Hermosillo
  • “Lo que importa es vivir” (1987) – Luis Alcoriza
  • “Rojo amanecer” (1989) – Jorge Fons
  • Ariel de Oro – Reconocimiento por su trayectoria

Yo creo que hice las mejores películas de los años 70. No creo que ninguna actriz de cualquier parte del mundo no hubiera querido hacer cualquiera de mis papeles. Qué suerte la mía”,

María Rojo, actriz

Una dedicatoria de Poniatowska de 1991

“Querida María, te he admirado en muchas películas, en ‘María de mi corazón’, en ‘La tarea’ y en muchas otras, pero en ‘Danzón’ te quise mucho, no sólo por buena actriz sino buenísima, notable, porque dabas vida a una mujer que ama la vida, la disfruta y sobre todo decide buscar al hombre, dejar al joven, bailar danzón. Ojalá pudiera bailarlo como tú. Te abrazo fuerte, fuerte, Elena”.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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