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Memoria y celebración revolucionaria
Este 20 de noviembre se conmemoran 109 años de la Revolución Mexicana.
El año de 1910 trajo increíbles sorpresas para los 15 millones de habitantes que México tenía entonces. Uno de ellos, muy esperado y bien sabido, la fastuosa celebración del primer Centenario de la Independencia. Otro, la aparición del cometa Halley, justo el 15 de septiembre, al final de la ceremonia del Grito. Ese no se la esperaba nadie y provocó pánico general. Muchos creyeron que era una demostración de que los cielos festejaban con nosotros. Pero otros pensaron que era una señal del fin del mundo. La prensa no supo si tratarlo de desastre o maravilla pero sí reportaron que al final de la fiesta popular que se desarrollaba en la Plaza Mayor, una muchedumbre había avanzado hacia el Palacio Nacional profiriendo furiosos gritos que nada tenían ver con la celebración. Que después se escucharon algunas detonaciones como cuetes, o tiros disparados al aire. Seguramente por el júbilo que la fecha provocaba en el pueblo, dijeron algunos, pero después se supo la verdad: entre aquel ruidero se escuchaban claramente ovaciones para Francisco I. Madero.
No pasaron ni tres meses. El 20 de noviembre de 1910, como era domingo, algunas familias fueron a misa temprano. Porfirio Díaz y su familia desayunaron en el Hotel Geneve en el corazón de la Ciudad de México y los periódicos no reportaban ya nada sobre las últimas elecciones que por séptima vez había ganado el presidente de la República. Un fin de semana donde se leían las secciones de carteleras y sociedad, economía doméstica y poesía. Se anunciaba también que, poco después del mediodía, un tal Diego Rivera inauguraría su primera exposición en la Academia de San Carlos, y que a la muestra asistiría doña Carmelita Romero Rubio. Nadie hablaba de lo que había aparecido pegado en las esquinas. Aquel papel que era una invitación a tomar las armas ese mismo día. Un plan cuyo lema decía: Sufragio efectivo. No reelección.
Hace 109 años llegó la Revolución. Todo cambió de nombre y de destino y nuevos héroes y caudillos escribirían nuestra historia. Aquí, lector querido, una lista como celebración y recordatorio.
Francisco I Madero: Fundó el Partido Nacional Antirreeleccionista. Promulgó el Plan de San Luis con el que derrocó a Porfirio Díaz. Fue presidente de 1911 a 1913. Su frase de batalla fue “Sufragio efectivo. No reelección.”
Durante la Decena Trágica, fue obligado a firmar su renuncia y a permanecer en Palacio Nacional. La noche del 22 de febrero de 1913 le dijeron que lo llevarían preso. Antes de llegar al Palacio de Lecumberri lo bajaron del coche. En plena calle y contra un muro, fue acribillado a balazos.
Su frase: “Como político he cometido dos graves errores que son los que han causado mi caída: haber querido contentar a todos y no haber sabido confiar en mis verdaderos amigos”.
Francisco Villa: Su verdadero nombre era Doroteo Arango y lo llamaron el Centauro del Norte. Fue agricultor, comerciante, leñador y bandido. Como general en jefe de la División del Norte ganó más de 15 batallas. Invadió por segunda vez en la historia el territorio de Estados Unidos y dirigió la batalla de Columbus.
Villa nunca se imaginó que la mañana del 20 de julio de 1923 sería la última de su vida. Se encontraba en Parral, Chihuahua. A las ocho de la mañana se subió a su coche para regresar manejando hasta su hacienda en Canutillo. Al doblar la esquina, una ráfaga de 47 tiros terminó con su vida.
Su frase: “¿Qué sería del mundo si todos fuéramos generales, si todos fuéramos capitalistas o todos fuéramos pobres?”.
Emiliano Zapata: Sus amigos y enemigos lo conocieron en vida como el Caudillo del Sur. Siendo jefe del Ejército Libertador del Sur, promulgó el Plan de Ayutla. Su máxima de batalla fue “Tierra y Libertad” y por los campesinos peleó toda su vida. En abril de 1919, Zapata cayó en una emboscada. El general Guajardo le hizo creer que se volvería su aliado y lo citó en la Hacienda de Chinameca. Se dice que el toque de clarín que rindió honores a su llegada, fue también la contraseña para disparar sobre él una lluvia de plomo.
Su frase: “Si quieres ser ave, vuela, si quieres ser gusano, arrástrate, pero no grites cuando te aplasten”.
Venustiano Carranza: Fue presidente municipal, diputado, senador, gobernador interino de Coahuila y secretario de Guerra y Marina en el gabinete de Madero. Fue presidente de 1915 a 1920. Proclamó el Plan de Guadalupe y la Constitución que todavía nos rige. Furiosos y constantes ataques habían obligado a Carranza a abandonar el tren que lo llevaría a Veracruz. En Tlaxcalantongo se detuvo a descansar. La lluvia arreciaba. La madrugada del 21 de mayo de 1920 fue acribillado mientras dormía. Los gritos de ¡Viva Peláez! Y ¡Viva Obregón! se escucharon durante el ataque.
Su frase: “Para servir a la patria nunca sobra el que llega ni hace falta el que se va”.