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Arte e Ideas

Lectura 3:00 min

Ni hablar, qué buena película animada

No siempre hacen falta diálogos memorables? para hacer una cinta memorable.

Hay veces que uno topa con buenas películas y hay veces, las menos, que uno se encuentra con pequeñas maravillas, cintas que nadie debería perderse y que regresan la fe en el cine como una forma de arte superior.

Una de esas maravillitas está ahora en cartelera. Se llama Shaun el cordero (Shaun The Sheep, o Shaun la oveja) y nadie debería perder el tiempo leyendo reseñas. Lo que debería hacer es correr a verla.

Shaun el cordero es una más de las obras de Aardman, la compañía responsable de Wallace y Gromit y Pollitos en fuga. Tienen, pues, buena mano para el cine. Son cintas hechas a mano, y lo digo literalmente porque están hechas con animación de plastilina, ya con alguna ayuda digital pero sin perder ese aire artesanal que las distingue. Shaun el cordero es una serie de televisión, pero no importa si nunca la ha visto, la película se sostiene por sí misma.

¿Se acuerda de cuando era niño y podía prestar atención a una historia que no tuviera diálogos, una historia muda? Pues recupere esa sensación con Shaun: no hay diálogos, sólo sonidos incidentales. No crea que se va a aburrir, de ninguna manera. Volverá a la infancia.

Shaun es una chulada que lo mismo divierte que da ternura y que emociona.

Comienza en una granja. Shaun recuerda su infancia, la de todos los animales y la del perro ovejero: siempre ha sido un buen lugar para vivir, la granja. Regresa al presente. En la granja en la que viven Shaun la oveja y su rebaños, todos muy bien cuidados por el Granjero y su perro Bitzer, la vida transcurre plácida, pero hasta la placidez cansa y un aburrido Shaun decide que ha llegado la hora de tomarse unas vacaciones.

Por supuesto, sobreviene el desastre cuando el granjero se queda dormido y, después de una serie de infortunios que lo llevan del campo a la gran ciudad, se da un golpe en la cabeza y pierde la memoria.

Shaun, Bitzer y las ovejas tienen que ingeniárselas para regresar a su vida cotidiana, pero se encontrarán con un malvado empleado de la perrera que quiere ponerlos tras las rejas.

Si no disfruta enormemente con Shaun el cordero, algo anda mal con su sentido del humor. Como dice el Wall Street Journal en su reseña a esta obra maestra: le aliviará cualquier fractura del hueso de la risa. Y no sólo de la risa, también de la ternura. Quedará con la sensación de adoptar un borreguito y meterlo en su cama para abrazarlo. Respire profundo y diga: awww.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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