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Arte e Ideas

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Paulina Flores o cómo hacerse visible en dos pasos (de largo aliento)

Ganadora del Premio Roberto Bolaño por el cuento “Qué vergüenza” en 2015, la autora chilena considerada una de las mejores plumas jóvenes en español debuta como novelista con una historia de tierra y ultramar; nos cuenta algunos gajes del oficio de escribir.

Con 25 años y un sólo libro publicado, la recopilación de cuentos Qué vergüenza, de 2015, la escritora chilena Paulina Flores (Santiago de Chile, 1988) se hizo visible, de inicio, en el entramado universo literario de habla hispana. Fue una revelación. Así lo confirmaron tres galardones inmediatos por esa primera publicación, uno de ellos, el Premio Roberto Bolaño de cuento 2014 para la historia que dio título al libro, mismo que se publicó un año después y se llevó dos galardones más: el del Círculo de Críticos y el Municipal de Literatura, en su país natal, además de que se ha traducido a una decena de lenguas.

Qué vergüenza es un engranaje de nueve cuentos construidos para ser familiares al lector, con un relato que lo mismo abreva de la crudeza que de la ternura y hace una exploración sobre esos instantes que, por una súbita decisión o simplemente sin advertir, irrumpen y subvierten la vida, el letargo, la desesperanza o la inocencia.

A decir del crítico literario español Carlos Pardo, en su columna en el suplemento Babelia, la escritura de Flores “no es literatura joven sino literatura a secas, tan vieja y tan viva como la tradición que ha decidido continuar: Chéjov, McCullers, Munro”.

Tanta fue la estela del cometa de su primera publicación que en abril pasado Paulina Flores fue incluida por la revista británica Granta en la lista 2021 de “Los mejores narradores jóvenes en español” junto a Mónica Ojeda, Camila Fabbri, Aura García-Junco y Andrea Chapela, por decir un puñado de las 25 plumas elegidas.

Cinco años descubriendo una historia

Este año, la autora chilena debutó como novelista con Isla Decepción (Seix Barral, 2021), la historia de tres personajes: Marcela, una joven en sus veintitantos que huye al “fin del mundo” de una frustración profesional, en el amor y de aquella exigencia moderna de la felicidad imperecedera; Lee, un joven coreano que vivió las más deplorables condiciones laborales a bordo de un barco factoría, también coreano, y escapó con un decidido salto al mar en el Estrecho de Magallanes, cerca de una tierra ajena por distintos motivos. A Lee lo rescata Miguel, el tercer personaje central, padre de Marcela, un ermitaño.

El relato transcurre en gran parte a lo largo de los 20 días en los que permanecen juntos estos tres fugitivos de sendas condenas sociales. “Es una especie de aventura pausada, del día a día”, dice Paulina Flores en enlace desde su hogar en Barcelona.

“Para mí también fue una aventura. No tenía idea de cómo se escribía una novela. No sé si me interese hablar mucho de géneros o de qué debe ser la literatura. Una simplemente escribe, intenta, está ahí con las palabras. Fueron casi cinco años, tres de escribirla, dos de editarla. Disfrutaba haciéndolo, porque soy una obsesiva y una novela para una persona obsesiva es una buena idea. Quise mucho a los personajes, fui descubriendo qué pasaba dentro de ella mientras iba escribiendo la historia, sintiendo la cadencia de las conversaciones. Me sorprendí con el final. Es un libro que nunca pensé que iba a escribir”.

Dentro de los cinco años de escritura, Flores comparte que primero trabajó como profesora en un colegio de nueve a doce que le permitía escribir por las tardes. Más adelante laboró en un diario de entrega gratuita en el Metro. “Era un trabajo que hacía desde mi casa y era muy bueno porque tenía que entrevistar a muchas personas. Hablar con la gente me ayudó a sacar historias de ahí”.

Sus ocupaciones resultaban complementarias para su principal interés. “Todo esto es gracias a Qué vergüenza, que ha tenido una buena vida y por la que he podido vivir de ser escritora. Es raro decirlo, pero hay trabajos para la cultura, porque es una industria del entretenimiento y del pensamiento, entonces se generan distintas fuentes de ingreso, como de jurado para concurso o para hacer revisiones, a veces talleres. Pero desde 2018 dejé de trabajar en el colegio y me encerré en la casa para definitivamente terminar la novela”.

Imaginar la vida en un barco en altamar

“A mí me impactó muchísimo. Investigué sobre el tema porque hay mucha violencia sobre los cuerpos y quise decirlo bien, con respeto. Evidentemente no soy una marinera y no he tenido que pasar por algo así. Pero no solo investigué sobre la industria de la pesca sino que entrevisté a muchos marineros mercantes, leí muchas memorias de marineros, también conversé con pescadores. Me metí en sus mentes. Me resultó increíble que estar en altamar es algo que se sigue haciendo desde hace mucho tiempo y más o menos de la misma forma. Hay cosas que no cambian. Esa forma de capitalismo es muy fuerte en altamar o en Santiago de Chile o en Barcelona. Hay gente que está llevándote los calamares a la mesa por nada, ya sea en una moto o en un barco factoría del 66”.

Qué vergüenza

  • Paulina Flores
  • Editorial: Seix Barral
  • Año: 2016
  • 302 páginas
  • Impreso: 69 pesos
  • Electrónico: 169 pesos

Isla decepción

  • Paulina Flores
  • Editorial: Seix Barral
  • Año: 2021
  • 360 páginas
  • Impreso: 348 pesos
  • Electrónico: 199 pesos

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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