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¿Por qué México necesita un Sistema Nacional de Cuidados?

La creación de un Sistema Nacional de Cuidados representaría un impacto positivo en el cierre de brechas sociales y de género. Y, además, aportaría al mercado laboral y la movilidad social de la población.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

México necesita un Sistema Nacional de Cuidados. Porque todas las personas tenemos derecho a ser cuidados de una manera adecuada y oportuna. Porque cuidar es una tarea fundamental para el funcionamiento de la sociedad. Porque el Estado, el sector privado y la sociedad tienen que asumir responsabilidad en la tarea de garantizar el acceso al cuidado. Porque estas tareas se realizan por las mujeres, de una manera profundamente desigual, y esto las margina en diversos aspectos.

En una realidad utópica, las tareas de cuidados se reparten de manera igualitaria entre hombres y mujeres; se brindan cuidados apropiados enfocados en las diversas necesidades de las personas; se cuida colectivamente –es decir, la sociedad, el sector público y el sector privado se involucran en el cuidado– y los derechos de los cuidadores y cuidadoras están garantizados.

Acercarnos a estas situaciones es de lo que va el Sistema Nacional de Cuidados, que está definido como una serie de acciones, políticas públicas y reformas legislativas para garantizar el derecho al cuidado desde una perspectiva multidimensional.

En países como México, la creación de un Sistema Nacional de Cuidados representaría un impacto positivo en el cierre de brechas sociales y de género. Y, además, aportaría al mercado laboral y la movilidad social de la población.

El proyecto en el que trabaja el Inmujeres (Instituto Nacional de las Mujeres), en conjunto con otras dependencias públicas e instituciones internacionales, tiene tres enfoques principales: repensar, replantear y reorganizar. Esto significa que, además de reconocer al cuidado como un derecho básico en la Constitución, se reconoce el valor de las labores de cuidados, se interviene para repartirlas igualitariamente y se garantizan los derechos de quienes las realizan.

Las cifras y realidades que gritan “urge un sistema nacional de cuidados”

Las actividades que se realizan dentro de las viviendas, históricamente, han estado invisibilizadas, cuando en realidad son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad y la economía. Y son las mujeres quienes desproporcionalmente se dedican a estas tareas y lo hacen bajo condiciones de precariedad.

Pero, aunque no se vean y no se reconozcan, estas tareas tienen un valor y es equivalente al 24% del PIB nacional.

Al corte del 2020, se observó que las mujeres en México destinan 11.5 horas semanales más que sus pares hombres al trabajo de cuidados y el hogar, de acuerdo con el Informe de Pobreza y Género realizado por el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social).

La Covid-19, además, empeoró estas desigualdades. La implementación de la educación a distancia y el home office generaron que de 2018 a 2020, el tiempo destinado por las mujeres al cuidado y al hogar incrementara 4.2 veces.

En cifras más actualizadas, la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) reflejó que durante marzo del 2022, en México hay 2.3 millones de mujeres que se encuentran expulsadas del mercado laboral por razones explícitamente relacionadas con el hogar; esto significa que aunque ellas tienen interés por trabajar, en sus casas no hay nadie más que pueda cuidar a los menores, enfermos o adultos mayores, están embarazadas o hay algún miembro de su familia que les prohíbe trabajar. Esta cifra para los hombres se reduce a 444,000.

También se observa que, aunque los cuidados no sólo están dirigidos a los menores de edad, estos casos representan la mayoría. De hecho, entre más pequeños son los niños y más cuidados y tiempo requieren, el golpe laboral para las mujeres es más fuerte.

El informe de Coneval encontró que las tasas de ocupación de mujeres con hijos menores de 5 años son más bajas que las de mujeres con hijos mayores de 5 años. Por su puesto, el nivel de participación laboral es todavía mayor (10 puntos porcentuales) para las mujeres que no tienen hijos.

Y aunque las realidades de las mujeres mexicanas son diversas, lo cierto es que como grupo poblacional, comparten una sola: la sobrecarga laboral de trabajo en casa –cuidados y quehaceres– afecta significativamente su papel en el mercado laboral. Además, al tener tanto tiempo ocupado a este trabajo sin paga y sus trabajos que sí son remunerados, las mujeres se quedan sin tiempo para el ocio y el desarrollo cultural, educativo o profesional.

Repensar, replantear y reorganizar el trabajo de los cuidados implica transformar estas realidades. La primera tarea se enfoca en reconocer desde múltiples ámbitos el valor de las tareas de cuidados, darle valor y reconocimiento. La segunda tarea busca integrar en las tareas de cuidados a  todos los agentes de la sociedad –la población, las empresas y el sector público–, lo que llamamos “sociedades cuidadoras o colectivización de los cuidados”, para que la carga de este trabajo se reduzca. El tercer gran reto va por una redistribución de este trabajo, que de momento realizan casi en totalidad las mujeres, desde una perspectiva de derecho a ser cuidado y derechos para quienes cuidan.

Los beneficios adicionales de un sistema nacional de cuidados

La creación del Sistema Nacional de Cuidados no sólo es necesaria, también resultaría beneficiosa; esta serie de acciones desde múltiples ámbitos tendría efectos positivos en materia social y laboral:

  • Espacios especializados para el cuidado, que incrementan las oportunidades de desarrollo y bienestar infantil, así como para personas con discapacidades, enfermos o adultos mayores.
  • El acceso universal a guarderías, centros educativos y centros de cuidado reducen la exposición de las personas que requieren cuidados a entornos de violencia en el hogar y otros conflictos sociales dentro de sus entornos.
  • Al contar con estos espacios, se reduce la carga laboral de los hogares en cuidados, que realizan mayoritariamente las mujeres, y esto a su vez tiene un impacto positivo en sus oportunidades sociales, educativas, laborales y políticas. Y la participación de las mujeres en la toma de decisiones en instituciones privadas y públicas también tiene efectos económicos positivos.
  • Se genera un mercado laboral remunerado y con derechos garantizados para quienes se dedican al cuidado y se especializan en ello.

El informe Sistema Nacional de Cuidados: una vía para la igualdad de oportunidades y la movilidad social elaborado por el Ceey (Centro de Estudios Espinoza Ylglesias), concluye en la necesidad de que la creación de este sistema debe incluir un marco legislativo que garantice el derecho al cuidado, una ampliación de los servicios de cuidados disponibles y promueva un acceso universal y gratuito a ellos, que contemple también los servicios domiciliarios de cuidado directos o indirectos (como el trabajo del hogar que sí es remunerado), que promueva la corresponsabilidad de los cuidados entre hombres y mujeres y entre todos los agentes de la sociedad y como pieza fundamental, el Sistema Nacional de Cuidados debe aprobarse con recursos para su operación, se deben usar herramientas sociales y fiscales para detonar el crecimiento de la economía de los cuidados.

México puede saldar deudas históricas, garantizar derechos, cerrar las brechas de desigualdad. Este es uno de los grandes pendientes en materia de género y de derechos humanos y laborales.

ana.garcia@eleconomista.mx

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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