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Premio Nobel de Medicina 2021, una esperanza para el manejo del dolor

El descubrimiento de David Julius de TRPV1 fue el gran avance que nos permitió comprender cómo las diferencias de temperatura pueden inducir señales eléctricas en el sistema nervioso.

Una de las principales aplicaciones de estos conocimientos de ciencia básica está enfocada al campo del dolor crónico

La temporada de los premios Nobel 2021 comenzó este lunes 4 de octubre con el anuncio del galardón dedicado a hallazgos en el campo de la Medicina. Aun con los estragos por la pandemia, pues el premio no será otorgado de manera presencial, el jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo decidió que los investigadores David Julius y Ardem Patapoutian serían los condecorados por su hallazgo sobre los receptores de la temperatura y el tacto.

“Nuestra capacidad para sentir el calor, el frío y el tacto es esencial para la supervivencia y sustenta nuestra interacción con el mundo que nos rodea. En nuestra vida diaria damos por sentadas estas sensaciones, pero ¿cómo se inician los impulsos nerviosos para que se puedan percibir la temperatura y la presión? Estas cuestiones han sido resueltas por los premios Nobel de este año”, explica el jurado mediante su comunicado oficial.

El anuncio sorprendió a la comunidad pues entre los candidatos estaban también los pioneros de las vacunas ARN mensajero contra el Covid-19, sin embargo las aportaciones de estos científicos no son cosa menor, pues gracias a ellos hemos podido entender muchos procesos fisiológicos y enfermedades, que además son punta de lanza para seguir investigando.

Una de las principales aplicaciones de estos conocimientos de ciencia básica está enfocada al campo del dolor crónico, en este sentido el doctor Juan Carlos Torres Huerta, algólogo intervencionista (terapia del dolor), dijo a El Economista que esperan que con este premio y foco en el tema se abra más la oportunidad para que la investigación se desarrolle y se convierta en una esperanza para sus pacientes.

“En México esta área está estancada por el desconocimiento, a pesar de ser una especialidad ya no tan joven, con 40 o 50 años, hoy un paciente en el país tarda hasta 10 años en llegar a una clínica del dolor, hablamos de al menos 20 o 30 millones de mexicanos con algún padecimiento de esta naturaleza”, de ahí la relevancia del tema.

El especialista en manejo del dolor explica que a lo largo del tiempo se ha ido tratado de sensibilizar a las autoridades para considerar este padecimiento como un problema de salud pública, como una enfermedad propiamente, porque todavía se considera como un síntoma, sin embargo, es importante saber que muchos pacientes en esta condición viven con una incapacidad por años.

Torres Huerta concluye que para quienes se dedican a atender este padecimiento el trabajo de Julius y Patapoutian fue un parteaguas, ahora “si encontramos que alguna sustancia puede trabajar en estos receptores, podremos lograr algo importante en el manejo del dolor crónico, es un campo muy amplio para seguir investigando e invirtiendo”.

TRPV1 y Piezo2

David Julius utilizó capsaicina, un compuesto picante de los chiles que induce una sensación de ardor, para identificar un sensor en las terminaciones nerviosas de la piel que responde al calor. El sensor es un gen encontrado que fue denominado como TRPV1

Ardem Patapoutian, utilizó células sensibles a la presión para descubrir una nueva clase de sensores que responden a estímulos mecánicos en la piel y los órganos internos. Se le dio el nombre de Piezo1 y después se encontró a Piezo2.

nelly.toche@eleconomista.mx

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