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Retratos del binomio mexicano, violencia y migración
El trabajo del fotoperiodista estelariza la exposición Las historias que cuentan del prestigiado premio, inaugurada en el Museo Franz Mayer.
Una profunda alegría invadió a Yael Martínez, originario de Taxco, en el estado de Guerrero, cuando supo que había sido seleccionado como uno de los ganadores del World Press Photo (WPP) 2019, uno de los premios más codiciados de la fotografía.
Con motivos oníricos, sus retratos se han catapultado a nivel internacional con un estilo propio, lleno de simbolismos y subjetividades que reflejan contextos sumergidos en la tristeza y de un trasfondo oscuro.
Sin embargo, este creador, que tuvo clara su vocación por la imagen desde que tenía 15 años, reafirma, luego de todos sus éxitos, que su objetivo como documentalista es ser el portavoz de las historias que en su entorno cercano le ha tocado contener, presenciar y en otras también sufrir desde la realidad mexicana.
“Me llenó de felicidad, que más allá de las fotografías lo que se estaba reconociendo era el tema con que hemos venido lidiando desde décadas, y que cuando pasó la desgracia de los estudiantes de Ayotzinapa tuvo cierta atención internacional, pero con el paso del tiempo eso fue menguando y digamos que ahora se retoma”, describió el autor de La casa que sangra, una serie fotográfica de largo aliento que aborda las desapariciones en México.
En la exposición Las historias que cuentan, que se presenta en el Museo Franz Mayer como parte de la muestra número 62 del mejor trabajo visual y documental en todo el mundo, hay 12 fotografías de Yael que están expuestas, reflejando las problemáticas que interesan abordar al autor del binomio mexicano: violencia y migración.
En entrevista con El Economista, Martínez compartió la visión de su trabajo, que ha sido multipremiado por instituciones como Magnum Photo y el jurado internacional del WPP, que destacó su visión entre los 126 fotógrafos que aplicaron para esta exposición que se presenta en más de 100 países.
¿Cómo definirías tu trabajo?
Yo siempre he creído que mi trabajo es colaborativo. La única forma como lo puedo hacer es a través de la confianza y conexión con las personas que me abren la puerta para poder documentar esas realidades. Mi única labor era ser un canal para que su voces fueran escuchadas, entonces cuando el trabajo trasciende estas fronteras siento que mi trabajo cumplió su función.
¿Cómo aprecias el trabajo de los demás fotógrafos expositores y los temas en los que se enfoca esta curación hecha por Babette Warendorf?
La curación fue más abierta y receptiva a estas nuevas propuestas, porque no es la primera vez que aplico al concurso. Yo no tengo una carrera hecha en fotoperiodismo, pero en la inauguración de esta exposición Whitney Johnson, que fue una de los jurados, dijo que lo que le gustó de mi trabajo es que logra transmitir las ausencias en donde no las hay y eso yo no sabía si tenía cabida en el WPP, y ahora ve que el trabajo fue entendido desde esa perspectiva y desde esa apertura me llena de regocijo.
¿Qué buscas que el receptor capte de tus fotografías?
Una empatía hacia estas situaciones y nuevas realidades. Mi trabajo siempre ha sido político. Y también que en algún momento pueda incentivar a una reflexión más allá de una comunidad fotográfica o de la comunidad que viene a ver el WPP; generar un cambio en estas personas que pueden hacerlo, tratando de borrar estos estereotipos cuando hablamos de violencia o narcotráfico, o sobre migración; generar prejuicios en la gente que está tratando de encontrar una manera de vivir, que la gente pueda entender el contexto y de alguna forma asimilarlo. Por ejemplo, ahora hay una xenofobia muy grande por la migración, pero la gente todavía no ha entendido que poner a tus hijos en peligro no es una decisión fácil y eso es algo que la gente todavía no entiende. Es algo que trasciende la violencia, la pobreza y la migración. Estamos viviendo situaciones muy complejas que nos están llevando a encapsularnos como sociedad. Estas audiencias del WPP son para tratar de reflexionar nuestra actualidad y nuestro momento histórico, para tratar de hacer pequeños cambios que multiplicados por los millones de humanos que vivimos en este planeta puedan formar grandes cambios.