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Arte e Ideas

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Ricardo Piglia, entre la novela y las teleseries

El ganador en 2011 del prestigioso Premio literario Rómulo Gallegos afirma que le gusta mucho el primer Lukacs. Le parece un libro único Teoría de la novela .

Como los personajes de las novelas clásicas, Ricardo Piglia habita en la complejidad: escritor de novelas con gran aliento filosófico y vital, ganador este año del premio de literatura Rómulo Gallegos, profesor en la Universidad de Princeton, también se da tiempo para ver series de TV: "Me parecen grandes experiencias de realismo social. The Wire, Los Soprano, ahí están todos los problemas que podemos considerar que eran ámbito de la novela en su época. Las teleseries son una campo de investigación importantisimo. Entonces, no podemos pensar que la novela no está ligada con esas nuevas formas que aparecen", apunta en entrevista realizada en el Hay Festival Xalapa la semana pasada.

"Me parece que sigue siendo grave la forma novela, es decir, la novela cuenta la historia de un héroe que no acepta que el mundo es pura trivialidad burguesa, que el mundo es pura inmanencia capitalista, y donde el único valor es el dinero, digamos, no puede aceptar esa cuestión y por eso el sujeto, el héroe, hace de su vida una continua búsqueda de sentido", opina el escritor argentino quien toma como punto de referencia al crítico literario Georgy Lukacs.

"El fundamento de la forma novela, más allá de los cambios que ha tenido a lo largo del tiempo (si uno lee una novela de Faulkner y luego otra de Jane Austen, es obvio que algo ha cambiado), existe algo que se mantiene: los personajes. Entonces, hasta Beckett, los personajes son esos que a pesar de que se arrastran por el piso siguen buscando el sentido, y aunque no se pueda ellos dicen 'vamos a seguir', son personajes que están metidos en la basura y tirados en el mundo. Entonces, la continuidad de la novela en el mundo de hoy es la construcción de personajes que tengan esta aspiración de encontrar un sentido a su vida. Eso me parece que persiste y en esta época es todavía más urgente", dice Piglia.

"Un desconocido y una mujer bellísima"

La muchacha de piel blanca y cabello oscuro lo espera paciente. Con una sonrisa a prueba de todo, ella duda si lanzarse como los demás que se arremolinan alrededor del escritor por un autógrafo o por una fotografía, pero es más fuerte el deseo de tener una prueba de que estuvo cerca de Ricardo Piglia, y se acerca decidida.

El renombrado escritor latinoamericano ganador en 2011 del prestigioso Premio literario Rómulo Gallegos, ha terminado su conferencia en el marco del Hay Festival Xalapa y, con esa melena entrecana y necia, rezongona a todo orden, atiende por igual a sus lectores; eso anima a la joven que viste una ajustada y elegante blusa azul rey, quien finalmente se acerca y le pide una foto.

Piglia sonríe y dice: "en esta foto rezará la leyenda: un desconocido y una mujer bellísima". La chica se sonroja y le agradece a ese supuesto escritor desconocido.

En un inmeso vaivén de eventos soft más cercanos al entretenimiento que a la discusión (lo cual hace del formato del evento algo más amable), Piglia, dictó una conferencia breve pero aguda, llena de referencias bibliográficas y remanencias filosóficas, y en ese mismo nivel conversa: prefiere el tono denso y profundo pero, eso sí, sin perder los pies del suelo.

Su espíritu es simpático y generoso, Piglia no se siente en los cuernos de la luna ni más cercano al Olimpo que los demás mortales. Para él, haber ganado el Premio Rómulo Gallegos y el eventual éxito son efectos contingentes, aunque afirma sentirse muy contento: "Atribuyo eso a la suerte. De modo que hay que tener un actitud, digamos, entre irónica y tranquila frente a este tipo de cuestiones", opina el escritor.

Indagando un poco más en esta afirmación del éxito como escaparate, Piglia añade: "En el siglo XIX el gran problema de la literatura era el fracaso, las grandes figuras Baudelaire en fin, los grandes heroes literarios eran los seres ya marginales, desconocidos, perseguidos, suicidas. En el siglo XX el problema es el éxito. Me parece que el éxito complica a los escritores, los pone en situaciones dificiles de elaborar, con efectos que pueden ser muy perjudiciales.

"En los jóvenes me parece que se ve más claro. Los escritores jóvenes muchas veces no se dan cuenta y publican un libro esperando todo: ser un bestseller, conseguir chicas, que sé yo, y no pasa esto, y de pronto el joven escritor se siente frustrado. Entonces yo diferencio entre hacer de escritor y ser escritor. Muchas veces uno está, aquí por ejemplo en este Festival, y uno viene convocado a hacer de escritor, hacer aquello que se supone un escritor debe hacer, pero estas situaciones deben ser tomadas con distancia y calma".

Lukacs, alegoría del intelectual del siglo XX

Las lecturas y los padres/pares literarios de Ricardo Piglia refulgen en cada conversación, desde sus compatriotas Witold Gombrowicz, Roberto Artl, Macedonio Fernández, hasta filósofos de la tradición moderna como Walter Benjamin, Max Horkheimer, Theodor Adorno. Pero cuando le hablamos de el crítico húngaro Georgy Lukacs, a Piglia le brillan los ojos, cambia su postura, se acomoda en el asiento, incluso se vuelve a colocar los lentes, pues para él, Lukacs es una figura central de la historia de la literatura moderna, es "una alegoría del intelectual del siglo XX":

"Él podría haber sido un profesor extraordinario de cualquier universidad del mundo y, sin embargo, se convirtió en un militante político y se metió a la disciplina del partido, y luego, su experiencia es un poco la experiencia de la sociedad de la Unión Sovietica: quedó atrapado", apunta.

"Nosotros, cuando digo nosotros quiero decir los escritores de mi generación, discutíamos mucho con el Lukacs del realismo porque era utilizado por el partido comunista y los escritores de izquierda para oponerse a la vanguardia, porque Lukacs fue el teórico que dice: 'Kafka o Thomas Mann' y él elige a Thomas Mann, siempre elige mal pese a que tiene un sutiliza literaria extraordinaria. Entonces a mí me gusta mucho el primer Lukacs. Me parece un libro único Teoría de la novela, un libro sobre el que hay que hacer seminarios y reelerlo, ¿no? Uno lo lee porque es muy culto y maneja muchas relaciones, y es uno de los grandes modelos de crítica que uno puede encontrar junto con Benjamin o Auerbach, que usan la literatura para hacer una discusión más general".

"Además, creo que Lukacs ha definido lo que es la novela: la aspiración al sentido en una sociedad donde ha muerto dios. Es una idea extraordinaria. El héroe de la novela ya sabe que no hay trascendencia pero no lo acepta, lo sabe pero no lo acepta, don Quijote es el ejemplo claro, o Moby Dick: perseguimos la ballena blanca. Entonces Lukacs dice una cosa extraordinaria: hay dos soluciones, el héroe se suicida porque no quiere admitir que la trascendencia no existe o el héroe concilia y se convierte en un burgues como el final de don Quijote. De modo que a partir de él todas las grandes las lecturas de las novelas, la de Auerbach, por ejemplo, estarán ligadas a eso", determina el argentino.

El periodismo sustituyó a la investigación novelística

Para Piglia la novela realista entró en crisis a mediados del siglo XX. Tomándole la palabra a Walter Benjamin, que hace casi un siglo escribió páginas y páginas sobre el arte y su reproductibilidad técnica, ubica en el periodismo una forma creativa que sustituyó por aquellos años a la investigación novelística:

"Un novelista, ya sea del siglo XIX o principios del XX, investigaba un tema y escribía una novela. Ahora la investigación se apartó de ahí, entonces hay periodistas muy buenos que investigan un tema y hacen una novela sobre una fábrica que ven en la calle. Antes era el novelsita el que hacía la investigación sobre la gente que veía en la calle y escribía una novela. Pero luego apareció la no ficción, aparecieron los narradores, aparecieron una serie de técnicas nuevas que hicieron que se desprendiera de la tradición de la novela una zona de investigación de la sociedad que encontró formas mucho más eficaces, eficaces en el sentido de más realistas: ¿para qué voy a fingir como habla un obrero si tengo un grabador que me permite ir y escucharlo? Entonces la aparición del grabador, aunque parezca broma, tiene mucho que ver con Benjamin", comenta el escritor.

Las formulaciones o diatribas de Ricardo Piglia en esta parte de la conversación, por contra a una primera impresión, se inclinan más hacia una valoración positiva de la renovación literaria que a una nostalgia del pasado. Por eso el escritor no ve este alejamiento de la investigación como un peligro, sino que este paso posibilitó que "la novela encontrara una apertura mayor para su investigación mientras que el mundo, de lo que podriamos llamar, la investigación realista, se separó hacia el periodismo de investigación o la no ficción", opina. En esa apertura ubica a las formas de las series televisivas como territorio de continuidad y posibilidad de la novela, no como opuestos ni tampoco como sustitutos.

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