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“Un guiño a la comunidad científica que ha sido tan golpeada”
Es un “gesto positivo”, pero no definitorio; el gran beneficio de esta decisión es que ahora será más fácil la interlocución con el resto del gobierno federal, opina la académica.
La doctora Brenda Valderrama, autora del libro 360 Grados. Una visión panorámica de la política científica en México 1985-2019, reconoció en este anuncio – la creación de la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades,Tecnologías e Innovación – “un gesto positivo”, dijo que “se trata de un guiño a la comunidad científica que ha sido tan golpeada en los últimos años”, y que es una mano tendida simbólicamente, pero también es cauta, pues “el diablo está en los detalles”. Dijo que lo inmediato será ver las atribuciones que tenga la nueva secretaría y eso lo vamos a ver en los próximos meses conforme se empiece a modificar la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
¿Una secretaría cosmética o robusta? Es la cuestión
Valderrama expone que el peor escenario que se pudiera tener es que se mantengan las atribuciones y presupuesto del Conahcyt, “con eso prácticamente sería una secretaría cosmética”. En contraste, “si queremos una secretaría fuerte que resuelva, necesitamos dotarla de atribuciones y reforzarla con presupuesto”, tendremos que estar atentos en ese sentido al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025 y la distribución del dinero.
La especialista dijo que en el libro que publicaron el año pasado diversos investigadores (Propuestas y Reflexiones sobre el futuro de la Política de Ciencia, Tecnología e Innovación en México), dejaron claro que la solución es que “esta secretaría se traiga las atribuciones y presupuesto de la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP, sumado a las atribuciones y presupuesto del Conahcyt. Si esto se logra, hay oportunidades de acción”. Un tercer elemento son los instrumentos que le permitan a la secretaría operar, uno de ellos son los fideicomisos.
Otro punto importante será revisar el Programa Sectorial de Ciencia y Tecnología, que rige a la ciencia a partir de este sexenio y que sustituyó al Peciti. “Éste tenía ventajas, porque desde fuera del gobierno central, el antiguo Conacyt podía armonizar a los secretarios, con el programa actual no se sabe cómo se va a ejercer el Anexo 12 (programa de CTI) ya que al no haber un Peciti, los programas sectoriales son verticales, ¿cómo vamos a ordenar la transversalidad de la ciencia? Este todavía es un reto a resolver”.
Recalcó que “si no se logra articular estos elementos en esta Secretaría se podría quedar todo en un gesto, pero el gran beneficio de esta decisión es que ahora será más fácil la interlocución con el resto del gobierno federal, porque hasta ahora el Conahcyt carece de (esas) facultades”.
Sobre si la ley actual que rige al sector pudiera ser derogada bajo las implicaciones actuales, la especialista comparte que no se ven visos de que eso pudiera suceder, “mantener la palabra ‘Humanidades’ dentro del planteamiento es también un mensaje de continuidad”.
Por ahora, se observa este nombramiento y nueva secretaría como una ventaja respecto a la administración de María Elena Álvarez–Buylla, “probablemente esto le dará oportunidad de generar los acuerdos necesarios, el punto de quiebre será entender dónde ponen el límite para las cuestiones ideológicas y cómo se van a restablecer los canales de comunicación con la comunidad científica y la interlocución”, es decir, a quién le van a abrir la puerta, quién va a poder participar en los órganos de gobierno, los consejos consultivos, si se va a reponer el Foro Consultivo, si los investigadores tendrán representantes. “Hay muchas cosas que tendrán que construirse paso a paso, pero hasta que ‘arranque el tren’ no lo vamos a saber. Si no se hace una secretaría fuerte y robusta, y no logra demostrar su éxito, podría ser un esfuerzo efímero”, concluye.