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Un hombre basta para desatar un genocidio
Columna Inquietudes: Bernardo Tanur nos habla de una de las tragedias más grandes de la humanidad: el holocausto, exacerbación de una patología mental de Hitler.
Alrededor de los años 30 del pasado siglo XX, se iniciaba lenta pero seguramente la gestación de lo que fue la trágica segunda Guerra Mundial. La Alemania de esas fechas sufría lo que considero uno de los principales detonantes que la historia nos ha enseñado de seriesísimos conflictos y conflagraciones: la crisis económica.
Hitler, en ciernes por la lucha para obtener el poder, estimuló la unión de los ciudadanos alemanes, culpando a los judíos del desastre que su co-país (es decir Austria) sufrió en la primera Guerra Mundial y que originó las ya muy conocidas persecuciones que culminaron en uno de los holocaustos más dramáticos que ha conocido la humanidad. Por nombrar algunos otros que han sucedido en el devenir de la historia: la eliminación de indígenas en el Sur de nuestra América, la de los indios de Norteamérica, la de los musulmanes en Bosnia en el siglo pasado en la posguerra y algunos etcéteras en donde, para información de los ignorantes de la historia, fueron holocaustos con el fin primordial de hegemonizar las razas o las religiones, esto último en la España del siglo XV y que originó el inmenso drama de la inquisición de Torquemada, alentada por los entonces reyes católicos.
La mayoría de estas dramáticas conflagraciones, a lo largo de los acontecimientos sucedidos y sufridos por la humanidad, no lograron sus objetivos pero sí, millones y millones de victimas inocentes.
Con todas estas amargadísimas lecciones, considero trascendental insistir en evitar con todas las fuerzas de nuestra voluntad y usando entre ellas la comunicación verbal o escrita cualquier estímulo que origine el odio, el rechazo y el ataque a cualquier grupo, país, etnia, religión, aunque parezca inocente o carente de fuerza, una difamación o mentira que haga nacer o renacer oposiciones claras guardadas o no expresadas.