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Una Carmen que nunca hizo clic con Don José
Anita Rachvelishvili no entendió que su papel no era de rebelde y hasta grosera, sino de una gitana apasionada y sensual; quien sí conmovió hasta el final fue Anita Hartig.
Seguramente la mezzosoprano georgiana Anita Rachvelishvili no entendió que el papel protagónico en Carmen de Bizet (1875) no era el de una mujer rebelde y hasta grosera, sino de una gitana apasionada, tremendamente sensual y erótica. Lo que explicaría por qué Don José pierde todo por ella. Y al decir todo pensamos en su carrera militar, a su prometida, su dignidad y en por qué traiciona a su madre y a su patria. De este modo, Anita construye un personaje poco creíble, mal trabajado.
Aunque lo justo es decir que la señora Rachvelishvili puso empeño en su trabajo y terminó (está visto que lo suyo son las escenas violentas) el último acto de una manera estrujante; sin embargo, nunca hizo clic con Don José, pues se les ve distantes, fríos, pensando más en su siguiente parlamento y poco en su actuación.
Quien sí fue capaz de conmover de principio a fin al público congregado en el Met de NY y en el Auditorio Nacional el sábado 1 de noviembre fue la rumana Anita Hartig (1983), una extraordinaria soprano que encarna a una Micaela sublime (prometida de Don José), de las mejores que he visto. Por lo que al final recibió aplausos, con todo (no exagero) el público del Met puesto de pie.
Admirable su dueto con Don José en el primer acto cuando le lleva noticias de su madre: O souvenirs dautrefoi (Oh recuerdos de otros tiempos) o su aria en la cueva de los contrabandistas la vez que busca a su prometido. Por esta soprano valió la pena la función... Anita, que aparte de su extraordinaria voz es de una belleza impresionante, es quien lleva el peso de esta belleza en la fuerza de su mirada.
Recuerdo que la señora Hartig estaba programada para cantar Mimi en La Bohème de Puccini en abril, con transmisión HD, pero ella enfermó cuando faltaban cinco horas para la función, por lo que tuvo que ser sustituida por Kristine Opolais. Lo que provocó una de las peores funciones que hemos presenciado del Met de NY.
En cuanto a los demás cantantes, el tenor Aleksandrs Antonenko, Del, cantó muy bien (notable su La fleur que tu mavais jetée ), pero, como dijimos, en toda la obra no hizo clic con su pareja, la señora Rachvelishvili. En cuanto a Ildar Abdrazakov, en el papel del torero Escamillo, muy bien, estupenda voz de bajo barítono, bien manejada, buena actuación. Simpáticas, brillantes, las gitanas Frasquita y Mercedes, de lo mejor.
Perversa no
Pero Carmen no es perversa, como pudiera pensarse, sino que simplemente lleva su vida como ella la siente. Es una mujer libre, a la manera de un animalito salvaje. Si causa daño a Don José y a sus amantes no lo hace por la maldad misma, por un odio a los hombres. Es lo que tal vez no se entendió en esta producción de Richard Eyre. No es una Turandot mata hombres.
El personaje está perfectamente definido, su carácter se ve claro cuando en la pieza La Habanera canta: El amor es un pájaro rebelde que nadie puede apresar, y es en vano llamarlo si él conviene rehusarse . O en esa misma pieza: El amor es un gitanillo que jamás ha conocido la ley. Si tú me amas, yo te amo. Y si te amo ¡ten cuidado!
O sea que las cartas estaban sobre la mesa, no había trampas para Don José, que sabe a qué suplicio lo llevan. Esta actitud de un hombre atrapado por la pasión lo resumía el gran escritor ruso Iván Turgenev en una frase de su novela Aguas Primaverales: Hay amores con los cuales el orden regular de la vida queda roto , o sea, cuando la casa se nos cae encima...
La ópera Carmen de Bizet tiene todo para agradar: escenas altas combinadas muy bien con escenas bajas, personajes entrañables, coreografías bellas, canciones pegajosas y una música elegante, sensual, colorista. Esta vez el director musical Pablo Heras-Casado supo sacar jugo a la partitura y brindó un gran apoyo a los cantantes.