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Arte e Ideas

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“Una cosa es el dato y otra el relato”: ciencia, tecnología e innovación, un sector abandonado

El 6° Informe de Gobierno presume cifras históricas ejercidas en el sector científico y tecnológico; sin embargo, el 52% del PECITI dirigido al Ramo 38 fue a parar a la CFE.

Antes, prácticamente todos teníamos cubiertos nuestros proyectos (en el INAOE), ahora prácticamente nadie tiene proyecto, aquí realmente se ha notado”.

Dr. Fabián Rosales, investigador titular del INAOE.

El gobierno del presidente  Andrés Manuel López Obrador prácticamente ha concluido y, de acuerdo con su último informe, en este sexenio se buscó en materia de ciencia, tecnología e innovación (CTI), una estrategia para instrumentar una nueva política pública que incluyera a las humanidades, que recuperara la ciencia básica y de frontera y que sus alcances tuvieran mayor impacto social. 

Por ello hubo una transformación administrativa por el que se ordenó la extinción o terminación de los fideicomisos públicos, mandatos públicos y análogos; también se aprobó la nueva Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación y en julio del mismo año, el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) también expidió un nuevo reglamento de becas a través de la implementación del Sistema Nacional de Posgrados (SNP). Asimismo, el 11 de julio de 2023 se expidió un nuevo reglamento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Bajo estos cambios administrativos, la comunidad científica y tecnológica del país tuvo que actuar.

De acuerdo con el 6° Informe de Gobierno, se alcanzaron montos históricos en materia de CTI, y aunque sabemos que sexenio a sexenio los nombres de los programas y las formas de distribuir el presupuesto se van adecuando, tenemos rubros que son referentes para el sector, como las becas nacionales y al extranjero, el número de personas que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores, o los proyectos apoyados desde la hasta ahora cabeza de sector, el Conahcyt. Todo esto nos pueden mostrar la historia apegada a la realidad del sector.

Con datos del Anexo Estadístico del Informe de Gobierno, específicamente el gasto federal ejercido en ciencia y tecnología, podemos dar una lectura más profunda. Por ejemplo, llama la atención que en el PPEF 2024 se planteó la asignación de 30 mil 422 millones de pesos, a la Secretaría de Energía, de los cuales 20 mil millones de pesos etiquetados para proyectos de CTI, serían para CFE y su Subsecretaría de Electricidad que, dicho sea de paso, nunca había recibido recursos de este rubro hasta el 2023. Esto equivale al 52% del monto del PECITI asignado al Ramo 38, concerniente al Conahcyt y los Centros Públicos de Investigación, por lo que es el tercer beneficiario de facto del dinero asignado a ciencia y tecnología, luego de SEP y Conahcyt.

El problema es que ese dinero, supuestamente dirigido a proyectos científicos, no tiene un fin claro y transparente, y además crece exponencialmente en cantidad sin un resultado palpable para la comunidad científica. Este tema lo abordamos a fondo desde El Economista en septiembre de 2023, en la publicación titulada “El science washing mexicano a través del presupuesto público dedicado a ciencia y tecnología”. Si al final quitamos este monto asignado en el presupuesto, el nivel de gasto para este sexenio, es idéntico al del sexenio anterior.

Desmantelamiento del sector, más indicios

En el Informe, para el Sector Público, se reportan 22 mil 625 becas más respecto a 2021 (11 mil 928 más respecto a 2022), pero no aclara para quiénes son esas becas de posgrado. Respecto a Conahcyt, en 2023 reporta 4,364 becas más respecto a 2022 (83% corresponden a becas de maestría nacionales, el resto a becas de especialización). Aquí nuevamente surge la duda, pues en los Centros Públicos de Investigación cada año se pelean más y más las becas.

“Una cosa es el dato y otra el relato”, asegura el doctor Fabián Rosales, investigador titular del INAOE, “ahora cada año hay una pelea para al menos lograr el mismo número de becas que el año pasado. Ahora entrar a la maestría es en total incertidumbre, por ejemplo para los últimos estudiantes en entrar, todavía no han resuelto lo de su beca, no les han mandado la convocatoria y no se sabe si alcanzará para todos o solo algunos. Este es el panorama en los institutos, pero se habla de aumento de becas nacionales”, dijo.

Las universidades también han sufrido en los proyectos, “antes prácticamente todos teníamos cubiertos nuestros proyectos, ahora prácticamente nadie tiene proyecto, aquí realmente se ha notado”. Esto probablemente se explica porque antes había una bolsa que se repartía en todas las áreas del conocimiento, ahora son estratégicos a través de los Pronaces por lo que sólo a ciertos proyectos se les asigna dinero.

Otro rubro es el de los miembros del SNI. El Conahcyt reporta como un logro el aumento del número de miembros, con alrededor de 44 mil, sin embargo lo que refleja es que la comunidad académica se va haciendo madura y consolidada, por lo que más investigadores pueden alcanzar el SNI, de ahí viene una gran parte del gasto que reporta el Consejo como CTI.

Los investigadores que se han estado formando en los últimos años, son los que han hecho méritos para poder entrar y ser nombrados en el Sistema, se trata de un logro de los investigadores propiamente que obligan al gobierno a aumentar los presupuestos, “este es un foco rojo para Conahcyt en los próximos años, porque las próximas generaciones seguirán intentando el estímulo y serán muchos más, además de que los que ya están, siguen escalando”, es un tema para la nueva administración.

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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