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Arte e Ideas

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“Una preocupación política”, recuperar el cine presencial: Abril Alzaga

La individualización de la experiencia cinematográfica, como la que ofrecen las plataformas, está mermando la noción de comunidad y facilita la polarización, lamenta la directora del FICUNAM.

Todo en las plataformas está pensado para responder a tus gustos, que veas lo que a ti te gusta, mientras que el rango se va reduciendo cada vez más. El asunto es pensar en cómo abrir ese abanico, que la gente pueda volver a expandir su relación con el arte”.

Abril Alzaga, directora del FICUNAM

La mayoría del cine mexicano no encuentra la cantidad deseable de tiempo de exhibición en las salas comerciales ni en las plataformas de servicios streaming, pero mucho menos hay espacios para el cine experimental.

De ahí la relevancia de los contados esfuerzos de exhibición para este tipo de cinematografía, como es el Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM), que del 1 al 11 de junio concretará su edición número 13 con una identidad definida y consolidada, así como en evolución constante, como ese aparador para el séptimo arte inclasificable.

“El FICUNAM tiene una línea muy definida que tiene que ver con exponer al público mexicano el cine más radical, de vanguardia, que experimenta con nuevas narrativas. A ese cine hay que acompañarlo, para ir formando un público que por lo general no puede exponerse a él pese a que propone una mirada mucho más crítica y libre, que nos confronta. Por eso nos ocupa la generación de comunidad que, desde nuestro punto de vista, no puede hacerse de una mejor manera que la presencial”, declara Abril Alzaga, directora del FICUNAM a este diario.

Presencialidad, irremplazable

La exhibición, sobre todo en las salas de cine, es el tema preponderante en la conversación con la directora del FICUNAM, quien la señala como una prioridad por razones impostergables, sociales, de empatía y de paz.

Recuperar la experiencia cinematográfica colectiva, comenta, “es una preocupación política. Hay una necesidad de convocar a la gente a la presencialidad, porque esta manera de experiencia cinematográfica es irremplazable. Necesitamos volver a sentirnos parte de una comunidad porque todo lo que nos rodea desde hace varios años nos está orillando a una individualización extrema. Que ahora las discusiones no sucedan viéndonos a los ojos nos tiene metidos en una espiral de violencia, de encono, polarización, de no entendimiento, porque todo está mediado por pantallas y otros factores intermedios que debemos suprimir”.

En otras palabras, la gestora cultural argumenta que la generación de empatía tiene en la virtualidad una barrera más. “Y creo que los festivales tenemos la responsabilidad de convocar a la gente a vivir experiencias que ni la cartelera ni las plataformas les van a dar. Y los tomadores de decisiones tienen que pensar en estos espacios como un aliado en la lucha para no perdernos como comunidad”.

Los festivales, añade, también son útiles para medir las reacciones, el potencial de alcance de una película, a diferencia de servicios de televisión por internet. Los algoritmos se ajustan a las preferencias de los usuarios, señala, y, por esta razón, erradican una de las razones primordiales del arte, la asimilación de la diversidad.

El FICUNAM forma parte de la Red Mexicana de Festivales Cinematográficos, integrada por los encuentros fílmicos más relevantes del país. Alzaga comparte que, desde esta trinchera se han considerado distintas iniciativas para contrarrestar las limitaciones en la exhibición del cine nacional, una de ellas es el impulso colectivo de un circuito alternativo de exhibición que pueda alcanzar a los públicos de todo el país.

“Queremos darle cabida a todo el cine que queda relegado porque sus películas no fueron hechas para vender palomitas. Y sabemos que formar públicos es una tarea titánica porque hay que ir en contra de todo un sistema que está creado para eso, para vender. Por eso mismo el cine, gran parte de él, ha dejado de ser una expresión popular, y eso es preocupante”.

Sendos llamados a conversar

Abril Alzaga comenta que, aunque la directora del Imcine, María Novaro, declaró a este diario que se ha tomado en cuenta a todos los grupos involucrados en la industria para la construcción de la nueva versión de la ley de cine, los festivales no han participado, al menos no lo han hecho después de que la primera versión fuera descartada en el Senado, entre otros motivos, porque en esta se proponía una ampliación al 15% del tiempo en pantalla para el cine nacional, cuando, de manera explícita, el T-MEC la limita al 10 por ciento.

“Esta última versión no la revisamos todos los colectivos. Creemos que urge transparentar el proceso de esta ley, urge volver a convocar a discusión para ver si todos estamos de acuerdo, porque más grave sería darnos cuenta que esa ley no ampara explícitamente la cinematografía del país. Queremos constatar que se le consolide como un derecho humano, como parte del derecho a la cultura, que tenga esa visión y no la del T-MEC, o en su momento el TLC, donde se le redujo a una mercancía, porque en los tratados al cine lo sacaron de la noción de cultura”.

A propósito de este tema, el pasado 12 de mayo el Imcine presentó una carta abierta para conversar sobre los disensos sobre el Fidecine y el Focine, así como acerca del nuevo proyecto de ley de cinematografía.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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