Lectura 4:00 min
Vaclav Havel, una obra de arte
A los 75 años de edad falleció el autor de la llamada transición de terciopelo en la ex Checoslovaquia. Una breve semblanza del político y artista admirable.
Vaclav Havel fue un hombre que representó una dialéctica por demás interesante: dramaturgo, líder estudiantil en 1968, fanático de los Rolling Stones, Presidente de Checoslovaquia y, después, primer presidente de la República Checa; falleció el pasado domingo en Praga a los 75 años de edad mientras dormía. Como dicen los clásicos: durante el sueño de los justos.
Para sus compatriotas y amigos fue un hombre de una autoridad moral a prueba de balas, un singular personaje que pasará a la historia como uno de los protagonistas de la segunda mitad del siglo XX.
Estudiante de Economía, no pudo abandonar la que era su vocación: el teatro, y estudió Arte Dramático por correspondencia.
Desde joven conoció las mieles del éxito, cuando su segunda obra de teatro, El memorando, lo convirtió en una revelación y, a los pocos años, cuando corría 1968 y se representaba en Nueva York, su nombre adquirió una repercusión mundial.
Así, mientras su obra teatral gozaba de reconocimiento en el extranjero, comenzó a sufrir la peor condena a la que se somete a un individuo (sobre todo si es un hombre de ideas): la censura y el silencio al interior de la Checoslovaquia comunista de Tito. De esta manera, en paralelo a su labor intelectual, aumentó su compromiso político. Un escritor disidente que pasó largas temporadas en prisión. Cultivó no solo la dramaturgia sino también el ensayo. En él, la prosa dio paso a la reflexión y ésta a la acción política desde el poder. Un caso verdaderamente anormal.
No por nada, otro escritor disidente que prefirió el exilio a la trinchera, Milan Kundera, hace algunos años afirmó de Havel lo siguiente: Su vida se parece realmente a una obra de arte .
Elegido Presidente de Checoslovaquia un 29 de diciembre de 1989, apenas dos meses después de la caída del Muro de Berlín, dirigió a su país durante largos 13 años en los que también se dio la oportunidad de cultivar amistades no solo diplomáticas o con jefes de estado.
Entre su lista de amigos figuran el dramaturgo Tom Stoppard o los rockeros Lou Reed, Frank Zappa o los Rolling Stones. Todos compañeros de una época que en los anales de la historia ya se escribe como una de las más bellas de la humanidad: cuando el ímpetu, la revolución, la imaginación y la esperanza marcaban en la realidad los caminos de los hombres.
Para refrescarnos un poquito la memoria, este año, la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Coordinación de Difusión Cultural y la Dirección de Teatro, en manos de Enrique Singer, coordinó el primer semestre del 2011 una serie de charlas sobre Havel, en un contexto artístico inmejorable: el montaje de dos obras que obligan a repensar el pasado, los errores y la barbarie de los sistemas políticos: Rock & Roll, de Tom Stoppard y La inauguración, de Havel. En su obra de teatro, Stoppard rinde un homenaje a Vaclav Havel con el personaje Ferdinand, un escritor disidente.
El periodista español Miguel Ángel Villena recordaba el domingo pasado en el diario El País, una entrevista que le hizo hace un par de años, donde Havel dijo: Creo que un intelectual tiene más responsabilidad frente a la sociedad que otras personas. Desde luego, la voz de un intelectual es importante y los políticos deberían escuchar más a los intelectuales, porque una reflexión radical resulta muy necesaria para aspirar a un mundo mejor .
Stoppard en una entrevista publicada hace un año en el diario El País: Siempre me he sentido muy cercano a Vaclav Havel. Tenemos casi la misma edad, ambos escribimos teatro, ambos hemos estado en organizaciones de denuncia por la falta de derechos. Pero él tuvo algo que yo creo que no tengo: la valentía . Un hombre culto, un Presidente a quien hoy en día se le atribuyen adjetivos como integrador y europeísta (en el sentido de colectividad), que abrió a la República Checa al mundo.
aflores@eleconomista.com.mx