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Capital Humano

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NOM-035: Seis años de mucho marketing y poca acción

La norma tiene el objetivo de prevenir factores de riesgo psicosocial en el trabajo, pero la implementación inadecuada y la confusión con programas de wellness han limitado su alcance.

Ilustración EENayelly tenorio 

Hace seis años vio la luz -quizá- la norma más disruptiva en salud ocupacional: La NOM-035 fue el primer instrumento legal que advirtió que el ambiente de trabajo puede ser un riesgo para la salud mental de las personas. Aunque la herramienta ha generado mayor consciencia en los espacios laborales, una implementación inadecuada y recurrir constantemente a “soluciones mágicas” han limitado su alcance real. 

“Tenemos más trastornos de salud mental por la inadecuada prevención en los distintos sectores donde se ocupan los trabajadores, esto es delicado porque no estamos diagnosticando claramente, y aunque hay herramientas que quizá permiten tener un diagnóstico, en los siguientes pasos, que son el análisis y prevención, nos perdemos y acabamos realizando medidas de bienestar”, afirma Jorge Gutiérrez Siles, consultor senior de Kaysa Salud y Bienestar.

A decir del especialista, parte del reto de la norma 035 es desvincularla de prácticas de bienestar, que si bien son buenas, son un paliativo sino se gestionan los riesgos psicosociales en el trabajo como lo indica la normativa. “Realmente no estamos avanzando en la prevención de la salud mental. Para tantos años, vamos muy lento, no estamos en el rumbo adecuado, hay mucha simulación y venta de oferta que no es la que se necesita”.

La NOM-035 está enfocada en la prevención de factores de riesgos psicosocial en el entorno de trabajo, elementos asociados a las condiciones laborales que pueden provocar un trastorno mental como estrés, depresión, ansiedad o insomnio. Entre estos factores se encuentran las jornadas laborales extensas, las cargas de trabajo que exceden la capacidad de las personas, liderazgos inadecuados, malas relaciones entre compañeros, violencia laboral, poca conciliación vida-trabajo, baja posibilidad de influir en decisiones, sólo por citar algunos ejemplos.

Para Arturo Juárez, coordinador del Observatorio de Factores de Riesgos Psicosociales y Bienestar Organizacional (Ofapsi), si bien la norma 035 ha generado mayor consciencia en los trabajadores sobre la importancia de la salud mental, el instrumento aún no tiene el impacto deseado porque se “ha subestimado el conocimiento técnico en su aplicación”.

En ese sentido, el especialista opina que la falta de especialización para implementar la herramienta ha derivado en malos usos e incluso abusos, en su aplicación. “Abunda mucha charlatanería, por ejemplo, oferta de imanes cuánticos. Hay un mal entendimiento de lo que es la norma, y parte de esto, también se debe a que la norma nunca requirió que los encargados de su implementación tuvieran una certificación o un entrenamiento básico, eso ha generado muchas dificultades”.

Atención de las causas, el gran pendiente

Aunque la pandemia de Covid-19 puso su granito de arena, los especialistas coinciden en que los niveles de estrés o ansiedad que se reportan en diversas mediciones son también resultado de una aplicación inadecuada de la NOM-035. 

El último Estudio de Riesgo Psicosocial de Mercer Marsh Beneficios evidencia que hay altos porcentajes de personas expuestas a factores psicosociales. Por ejemplo, cerca de un 43% de las personas reporta una jornada de trabajo extensa, un 40% tiene una carga laboral excesiva y una cuarta parte experimenta falta de reconocimiento en su empresa.

Para que la norma contribuya a una verdadera prevención en salud mental, afirma Jorge Gutiérrez, es necesario atender problemas estructurales en las organizaciones más allá de contar con programas de bienestar. “Tú puedes dejar de dar un curso de mindfulness o de yoga si en tu empresa tienes seguridad laboral, una cultura de trabajo adecuada, respeto y no violencia laboral, y todas tus condiciones de trabajo adecuadas. Es evidente que es estructural”.

Y pese a que la promoción del autocuidado es buena, la empresa es la que tiene el papel de gestionar estos riesgos psicosociales, puntualiza el especialista.

En eso coincide Arturo Juárez, uno de los grandes pendientes es alinear las acciones de intervención con el diagnóstico. “Cuando se revisa qué hizo una empresa para atender cargas de trabajo y jornadas laborales, se encuentran programas de wellness con pláticas sobre buena alimentación, hacer ejercicio y dormir bien, pero no hay una acción dirigida a que se respeten las jornadas como lo establece la Ley”.

Trastornos mentales como enfermedades de trabajo

En diciembre del año pasado entró en vigor la actualización de la tabla de enfermedades de trabajo, por primera vez se reconocieron trastornos mentales como padecimientos ocasionados por el espacio laboral. 

Esta modificación reforzó la norma 035, pues hasta ese momento, el Estado reconocía a través de la normativa que las condiciones laborales pueden ser riesgos para las personas, pero en la Ley Federal del Trabajo no se contemplaban las consecuencias de esos riesgos.

Para Arturo Juárez, la incorporación de trastornos mentales a la lista de enfermedades de trabajo hizo justicia a las personas que ya han sufrido un daño, y aunque puede contribuir a una mayor cultura de prevención, no deja de ser un elemento que atiende una consecuencia, pero no las causas.

Por su parte, Jorge Gutiérrez puntualiza que a seis años de la creación de la norma, el reto es atender las causas en los entornos organizacionales, “no enfocarse sólo en aminorar los efectos. Y la responsabilidad no es de los trabajadores, es de los empleadores”.

Periodista especializado en políticas laborales, indicadores de empleo, futuro del trabajo, desarrollo de carrera, recursos humanos y salud laboral. Actualmente es editor de Capital Humano.

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