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Kamala Harris: Su llamado
“Kamala Harris está llamada a tomar el poder que deja Biden y a poner a Estados Unidos al frente de una América aferrada a los hilos de una cuádruple transición: energética, de movilidades, de tecnologías inteligentes y de la triada de derechos humano-laborales-ambientales”.
El presidente más pro-trabajadores de la historia contemporánea de Estados Unidos, contra su voluntad, tuvo que acelerar el fin de su historia política personal; el inexorable paso de los años lo han obligado. Con el retiro de Joseph R. Biden, la Unión Americana pierde a un líder político natural, integro como pocos. Ése que gustaba presentarse como un ciudadano salido de las filas del trabajo y los trabajadores; testimonio de que en Estados Unidos el sueño americano –trabaja y lucha con fiereza e integridad por lo que crees y tu sueño se cumplirá tarde que temprano– es posible.
Kamala Harris ha tomado su estafeta. Nadie más preparada que ella para hacerlo y enfrentar la presencia chauvinista y avasallante de Donald Trump en camino a la Casa Blanca. Como vicepresidenta, ha sido la primera mujer afroamericana (afrocaribeña) y surasiática (de ascendencia india) en ocupar un cargo tan elevado. Poseedora de un aura progresista y un encanto personal que sólo acentúa al declarar con donaire “soy negra y estoy orgullosa de serlo”, Harris ha sido una luchadora fiera contra el cambio climático, la violencia, el armamentismo, los derechos de los migrantes y por el accionar de un gobierno responsable y fiscalmente progresivo.
Con Biden terminó de abrazar la opción por los derechos colectivos e individuales de los trabajadores. Pasó a encabezar el Grupo de Trabajo de la Casa Blanca sobre Organización y Empoderamiento de los Trabajadores cuya función ha sido explorar avenidas para apoyar la organización y negociación de los trabajadores.
Un buen número de iniciativas en la misma dirección partieron de la mancuerna que conformó con el presidente. Dentro de otras: el Acta de Protección del Derecho de Sindicación y el Acta sobre la Libertad de Negociación en el Sector Público; la Orden Ejecutiva 14063, que requiere la presentación de proyectos de acuerdos laborales en programas de construcción federales de 35 millones de dólares o más; la Iniciativa Buenos Empleos para garantizar el suministro de información crítica a trabajadores, empleadores y gobiernos sobre las ventajas de la organización sindical; la iniciativa “conoce tus derechos” para proporcionar a los trabajadores una mejor información sobre sus derechos de organización y negociación.
Desde la campaña de cuatro años atrás para derrotar a Trump, fusionaron su Build Back Better Plan (Plan Re-Construir Mejor) con el Green New Deal (Nuevo Pacto Verde) de Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders, y las premisas subyacentes de una transición justa. Con ello Biden-Harris adoptaron el compromiso no sólo de transitar hacia energías renovables y limpias, sino garantizar empleos con salarios decentes a todas y todos quienes lo necesiten. Luego una transición justa para trabajadores y comunidades en las líneas de batalla. Ello se sintetiza en su propuesta primaria a colocar en las mesas de negociaciones: “Arreglemos la falta de empleos e igualdad poniendo a la gente a trabajar en buenos empleos dirigidos a arreglar el cambio climático”.
De ahí que los tres programas distintivos de Biden-Harris hayan tenido, en mayor o menor escala, estos sellos. Esto es el American Rescue Plan (El Plan Americano de Rescate), el Bipartisan Infrastructure (el Plan Bipartidista de Infraestructura), y la Inflation Reduction Act (El Acta de Reducción de la Inflación), donde regresaron a los Acuerdos de París para promover el uso de energías limpias y la electrificación del transporte, alentar la creación de una cadena de valor para vehículos eléctricos desde y para Norteamérica, y defender la permanencia y creación de empleos bien pagados, dentro de otros.
No es que Biden-Harris hayan cumplido, mucho menos cerrado todos estos objetivos de la transición. Sin estar exentos de contradicciones, su valor es que las iniciaron. Y que lograron revertir algunas de las medidas más nocivas avanzadas por Trump presidente –como retirar a Estados Unidos de los acuerdos de Paris–, así como regresarle a los trabajadores y sus sindicatos el protagonismo del que se les privó por décadas.
Kamala Harris está llamada a tomar el poder que deja Biden y a poner a Estados Unidos al frente de una América aferrada a los hilos de una cuádruple transición, esto es energética, de movilidades, de tecnologías inteligentes y de la triada de derechos humano-laborales-ambientales. Su reto inmediato es volver a dejar en el camino a Trump con las armas de la razón. Esas que da cuando se trabaja por una transición justa.
*El autor coordina la Red Innovación y Trabajo en la Industria Automotriz Mexicana (RedItiam) y el Grupo Interdisciplinario de Transporte Eléctrico y Movilidades Avanzadas (TEAMs). Es miembro del TinkTank para el Transporte Eléctrico Estados Unidos-México de la Alianza MX de la Universidad de California y la SER.