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Capital Humano

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Reforma de vacaciones desde Twitter, la gran herencia laboral que dejará el 2022

Los cambios para ampliar el piso mínimo de vacaciones en la LFT fueron, en parte, resultado de una estrategia gestada desde redes sociales para insertar el tema en la agenda laboral del Congreso de la Unión.

Foto: Reuters

“El arte del descanso es una parte del arte del trabajo”, John Ernst Steinbeck.

El 2022 pasará a la historia de México como un año en el que se logró una gran conquista laboral desde las redes sociales, una reforma de las más importantes de las últimas décadas: la ampliación de los días de vacaciones con los que cuentan las personas trabajadoras del sector formal. El mínimo desde 2023 será de 12 días de descanso después del primer año de servicio, el doble de lo permitido por más de cinco décadas.

Y es una reforma histórica por dos razones, primero, porque es un tema que partió de un reclamo ciudadano que no formaba parte de la agenda de política laboral del gobierno federal y que logró abrirse paso entre las prioridades legislativas tras una intensa campaña en redes sociales. Segundo, porque se impuso a la presión de una parte de los empresarios que se negaba a la ampliación de este derecho y dejó su administración en mano de las personas trabajadoras.

La Ley Federal del Trabajo (LFT) fue promulgada en 1970 y desde esa fecha no se había modificado la fórmula que se incluyó para determinar las vacaciones y su piso mínimo de seis días consecutivos. Ese mismo tiempo lleva vigente el Convenio 132 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que recomienda garantizar 18 días de vacaciones para la fuerza laboral. Por razones obvias, este acuerdo no había ni ha sido ratificado por México.

Los dos instrumentos jurídicos y su creación el mismo año muestran que la desventaja para los trabajadores mexicanos no tuvo que ver con un asunto de tendencia ni de alineación a una política comparada, sino de una filosofía que determinó que el derecho al descanso no era algo prioritario para impulsar buenos ambientes de trabajo y mejores niveles de productividad. La muestra es que los países de la región avanzaron en esta materia y dejaron a México al final, muy al final de la tabla de los días de vacaciones.

Siendo justos, la primera propuesta de reforma para ampliar las vacaciones en este sexenio la presentó la senadora Sasil de León (PES), su planteamiento era dejar en 18 días el mínimo. A partir de ahí se sumaron seis proyectos más. Pero fue la estrategia de Movimiento Ciudadano (MC) la que logró colar el tema entre las prioridades del Congreso. Desde las redes sociales se gestó #VacacionesDignas, una ola que sumó a influencers y que impulsó un proyecto de reforma encabezado por la senadora Patricia Mercado, quien lideró la discusión legislativa y la negociación con los empresarios. Dicho hashtag fue tendencia el día que se aprobó la reforma en el Senado.

El sector empresarial llegó dividido a la discusión. Más a regañadientes que otra cosa, una gran parte decidió sumarse a la ola reformista, pero pidió incluir un esquema de transición que permitiera diferir en algunos años la aplicación del nuevo mínimo de 12 días. El cabildeo se prolongó hasta el último día con cambios a la reforma una vez que ésta estuvo en análisis entre los diputados como cámara revisora.

El último intento por limitar el impacto de la reforma por parte de los empresarios se coló en el dictamen aprobado por la Comisión de Trabajo en San Lázaro. En el texto avalado inicialmente se incluyó que las personas podrían gozar solamente de seis días consecutivos de vacaciones y que los otros días tendrían que negociarlos con sus patrones, limitando el ejercicio de este derecho en clara desventaja para los empleados. Como lo explicó Patricia Mercado, en una relación de asimetría que obligaría a las personas a negociar a la baja.

Finalmente, y después de una fuerte presión social y legislativa encabezada por Susana Prieto (Morena), secretaria de la Comisión de Trabajo de la Cámara Baja, diputados y senadores acordaron una nueva redacción que le devolvió a la persona trabajadora el derecho a decidir cómo usará los días de vacaciones que le correspondan cada año; puede tomar 12 días consecutivos o escoger como aplicarlos a su conveniencia.

“Del total del periodo que le corresponda conforme a lo previsto en el artículo 76º de esta Ley, la persona trabajadora disfrutará de doce días de vacaciones continuos, por lo menos. Dicho periodo, a potestad de la persona trabajadora podrá ser distribuido en la forma y tiempo que así lo requiera”, dice la nueva redacción del artículo 78 de la LFT.

Dicha propuesta de redacción no sólo permitió allanar el proceso de discusión del dictamen al final del proceso, también mejoró el texto original de los senadores que obligaba a tomar los 12 días mínimos de manera consecutiva y no dejaba mucho margen de maniobra a la decisión personal en la administración de los días de descanso. Se mejoró la reforma.

Y si bien la reforma de vacaciones no borrará los estigmas que imperan en torno al descanso y el ocio entre muchos patrones y empleados, sí sienta un precedente importante para que las nuevas generaciones que se integran al mercado laboral tengan de origen mayor control sobre su tiempo, porque como dice la cita que abre este espacio, el arte de descansar es parte del arte de trabajar. La reforma de vacaciones es un buen punto de partida para avanzar en ese sentido.

Periodista. Actualmente es el editor de El Economista online. Entre 2019 y 2023 coordinó Capital Humano en sus versiones en línea e impresa. Tiene una especialización en periodismo de finanzas y negocios, y en periodismo de datos.

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