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Andy Reid, una revolución paternal para Kansas
El entrenador fue clave para el buen momento que viven los Chiefs. En seis años los transformó del peor equipo en la NFL a un serio candidato a ganar el Super Bowl LIII gracias, en parte, a su capacidad de escuchar a sus coordinadores.
Es como si el tiempo no le afectara. Desde que debutó como entrenador en jefe en la década de los 90 siempre usa ese bigote rubio, lentes con armazón delgado que cubre sus ojos azules y viste, religiosamente, una playera polo que cubre sus más de 110 kilos.
Andy Reid no es un hombre que sonría demasiado y menos si tiene una cámara de televisión enfrente. No es el tipo de entrenador que durante los partidos felicite efusivamente a un jugador por realizar una buena jugada.
“Esa es la cara que muestra cuando está expuesto a los medios de comunicación. Pero cuando estás cerca de él, te das cuenta de que es un tipo paternal que cuida a sus jugadores, desde la estrella hasta el que está en la escuadra de prácticas. La cercanía es la clave de su éxito”, cuenta Ramiro Pruneda, quien coincidió con Reid en el 2007, cuando ambos pertenecían a los Philadelphia Eagles.
Reid es el arquitecto de la reconstrucción de los Kansas City Chiefs. Tomó el cargo de entrenador en jefe en el 2013, tan sólo unas semanas después de que la franquicia tuviera la peor campaña de su historia, cuando en el 2012 ganó dos partidos y perdió 14.
Su llegada causó un impacto inmediato. En esa misma campaña del 2013 fue clave para firmar al quarterback Alex Smith en la agencia libre. Con él llevó al equipo a una campaña de 11 victorias y cinco derrotas, que concluyó en la serie de comodines al perder con Indianápolis. Por cierto, su rival de este sábado en la ronda divisional.
Desde su llegada, la franquicia vive uno de sus mejores momentos. Registra seis temporadas con récord ganador, cinco de ellas en las que ha avanzado a los playoffs. Mientras que en la presente campaña llevó al equipo a ser el de mejor récord de la Conferencia Americana, con 12 ganados y cuatro perdidos.
“Es un entrenador que tiene una cualidad difícil de encontrar en la NFL: toma muy en cuenta la opinión de sus coordinadores. Cuando los ve convencidos y siente que tienen una buena jugada en un momento delicado, elige la elección que ellos le recomendaron.
Todos dicen que Bill Belichick es el mejor entrenador en jefe de la Liga, pero la realidad es que esa etiqueta le pertenece a Reid. Sólo hay que revisar cuántos de sus excoordinadores se convirtieron en head coaches después de trabajar para él”, explica Pruneda, ahora analista de la cadena ESPN.
Son nueve excoordinadores los que fueron subordinados de Reid y que posteriormente se convirtieron en entrenadores en jefe. Entre ellos destacan John Harbaugh (Baltimore), Ron Rivera (Carolina), Sean McDermott (Buffalo) y Doug Pederson (Philadelphia), quien ganó el pasado Super Bowl.
Pero la vida de Reid no ha sido fácil dentro y fuera del emparrillado.
En agosto del 2012 —cuando era entrenador de los Eagles— sufrió el fallecimiento de su hijo Garret, quien murió víctima de una sobredosis de heroína en el campus de la Universidad de Leigh, Filadelfia.
Mientras que, en años posteriores, además de lidiar con la muerte de Garrett, también tuvo que sobrellevar los problemas de drogadicción de Britt, otro de sus hijos.
Al final, pudo recuperar a su hijo e incluso ahora trabaja con él en su staff de coacheo en Kansas City como entrenador de la línea defensiva.
Reid, como entrenador, es criticado por su poca efectividad en partidos de playoffs. En sus 24 años como head coach registra 11 partidos ganados y 13 perdidos, y sólo ha jugado en una ocasión el Super Bowl. Fue en el 2004, cuando dirigía a Philadelphia y perdió con los New England Patriots.
Con Kansas City sólo ha ganado uno de los cuatro juegos que ha disputado en la postemporada.
“La única asignatura pendiente que tiene es ganar un anillo de Super Bowl, porque en otros aspectos ya lo ha hecho todo. Es uno de los entrenadores más respetados de la NFL, fue maestro de los entrenadores más efectivos en este momento y además es una persona intachable fuera del terreno de juego”, agrega Pruneda.