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El Mundial es libertad y felicidad para los rusos

Los aficionados locales no siempre tienen la posibilidad de reunirse, festejar o inclusive protestar, ahora la Copa del Mundo les da la oportunidad de tener otras condiciones.

Foto EE: Archivo

Moscú.-  En la calle de Nikolskaya convergen todos los visitantes extranjeros al Mundial, existen las “colonias” de argentinos con banderas y jóvenes agitando una playera al aire; los mexicanos con máscaras de luchadores y sombreros de charros.

El día de juego de la Selección de Polonia sus aficionados decidieron beber cerveza para olvidar la derrota ante Senegal, y pequeñas colonias de selecciones africanas y asiáticas, que al pasar por Moscú hacen un escala en camino a otro destino y no dejaron escapar la oportunidad de caminar por la calle de las luces, como se le conoce ahora. Es ahí donde el Mundial se vive sin ninguna regla.

Han pasado 13 días del Mundial de Rusia 2018, y de aquellas escenas donde la euforia provenía sólo de los aficionados extranjeros, se ha comenzado a contagiar a los aficionados rusos, quienes en los primeros días mostraban indiferencia, desinterés por la Copa del Mundo que se celebraba en su país.

En el metro de Moscú, algunos trenes fueron habilitados con pantallas donde se transmiten los juegos del Mundial, pero también hay acceso a wifi, por lo que los residentes de la ciudad prefieren ir observando el teléfono móvil, que el partido entre España y Portugal; la victoria de Japón sobre Colombia o la goleada de Bélgica a Túnez.

“El futbol en Rusia sigue siendo el deporte número uno, a pesar de las condiciones climáticas y la relativa popularidad del hockey sobre hielo, el futbol lo ven y juegan muchas personas, sobre todo porque el equipamiento para el hockey sobre hielo cuesta mucho dinero y no todos pueden permitirse comprarlo”, dice Vladislav Postnikov.

Él es uno de los aficionados al futbol en Rusia que quedó fascinado con la pasión que demuestran los seguidores latinos con el deporte. Desde el año 2002 le llamó la atención la Selección Mexicana, en parte por el gol de Jared Borguetti a la Selección Italiana, por eso ahora que el Mundial se juega en su país, no dudó en abordar un tren desde Ekaterimburgo, viajar 25 horas a Moscú, de ahí trasladarse a Rostov que significaron 18 horas más para ver la victoria de México sobre Corea del Sur.

Viktor Alemanov es un periodista de la revista Football de Moscú, y describe que hasta antes de las dos victorias de la Selección rusa, los aficionados no tenían tanta confianza en el equipo nacional.

“La selección tenía un apodo despectivo, drovoseki, que significa leñador o torpe para el futbol”, dijo Viktor. La fuerza muscular y la poca habilidad son rasgos que han acompañado al balompié ruso desde hace 32 años, desde la desaparición de los representantes soviéticos en el deporte y la conformación de un equipo nacional ruso.

Vladislav recuerda cuando el exentrenador Leonid Slutsky dijo que “Rusia no es un país de fútbol”, por lo que recibió críticas, aunque había un contexto donde no había canchas o campos de entrenamiento y la infraestructura necesaria para poder practicar el deporte.

La última ocasión en que el futbol fue tan popular en Rusia como ahora con la Copa del Mundo, fue en el 2008, cuando la selección llegó a las semifinales de la Eurocopa y el club Zenit de San Petersburgo ganó el título de la Copa UEFA, ahora Europa League.

Las dos victorias de Rusia colocan a la selección por primera vez en su historia en los octavos de final de un Mundial, ese logro y el ambiente festivo de los aficionados extranjeros han despertado en la población rusa un carácter de libertad, de gozar del libre tránsito, de hacer suyas las calles con el pretexto del Mundial; claro está, no debe haber presencia alguna de protesta o consigna política mientras se festeja el Mundial.

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Ilya Yashin, candidato de oposición para alcalde de Moscú, dijo en una conferencia de prensa que cuando todo el país se centra en un importante evento deportivo, “es el mejor momento para avanzar discretamente medidas que en cualquier otro día serían las principales noticias políticas del momento”. El político se refiere en primer lugar al decreto presidencial que prohíbe las manifestaciones públicas durante la Copa del Mundo, aunque incluso sin tener pretexto del torneo, se tenía que pedir un permiso para poder manifestarse.

Yashin pasó 30 días encarcelado por organizar una marcha sin permiso para oponerse a la reforma que aumenta la edad de jubilación de los trabajadores rusos. Incluso el día del partido de inauguración entre Rusia y Arabia Saudita, el gobierno propuso aumentar el impuesto al valor agregado de 18 a 20 por ciento.

Además, el Ministerio de Finanzas de Rusia indicó que a partir del 1 de enero del 2019 se comenzará a cobrar impuestos a todas las compras a minoristas extranjeros de más de 200 euros. Anteriormente, sólo las compras por valor de más de 1,000 euros estaban sujetas al impuesto.

Para Vladislav las victorias de la selección por supuesto que han significado alegrías y entusiasmo en un equipo que no siempre había dado buenos resultados. Incluso para los que no les gusta mucho el futbol, “la Copa del Mundo definitivamente trae alegría. Escuché de mis conocidos moscovitas que les gusta el ambiente, las fiestas, la libertad, unas vacaciones que no han sentido en mucho tiempo”, comenta Vladislav Postnikov.

Él es originario de Ekaterimburgo, ciudad que será sede del tercer juego de México y que en total recibirá cuatro encuentros de primera fase, e indica que en la localidad están contentos de tener muchos turistas extranjeros que, de no haber sido por el Mundial de Rusia, nunca hubieran acudido a una ciudad tan lejana de Moscú y que no es turística.

Para la cultura occidental ha sido un estereotipo el rostro duro y poco expresivo de la población de Rusia, pero Xavier Colas, corresponsal en Rusia del periódico español El Mundo, indica que los rusos han aprendido “que no pasa nada por sonreír a desconocidos, que está bien armar un poco de fiesta y que se puede ser auténtico y cool sin gastar mucho dinero”.

No obstante para Vladislav, el carácter permisivo de las autoridades durante la Copa del Mundo es un ejemplo típico de “dobles estándares. Si las reglas se aplican a los aficionados mexicanos, tenían que enviar con antelación una solicitud para celebrar una manifestación en el centro de Moscú para conmemorar la victoria sobre Alemania, y esperar a que las autoridades respondan”, indica el aficionado ruso al futbol, sobre el comportamiento de los aficionados extranjeros, a los que la policía de Rusia tolera beber en las calles.

Viktor Alemanov dice que los aficionados extranjeros gozan de inmunidad por el Mundial de futbol, que incluso llevar máscaras, banderas e ingerir cerveza en las calles va contra las reglas, incluso en los estadios está prohibido la venta de cerveza y es uno de los motivos por los que los juegos de la Premier League de Rusia que registró durante la última temporada una asistencia promedio de 13,956 espectadores por partido.

“El ambiente general en el país se ha vuelto más libre y más festivo, las personas lo sienten. Creo que después del Mundial todo volverá a la normalidad”, reflexiona Vladislav Postnikov.

Para Xavier, como corresponsal en Moscú, ha observado como los aficionados extranjeros expresan mayor su libertad para festejar, disfrutar y expresar los triunfos de sus selecciones, lo que ha ocasionado que los habitantes rusos “frecuentan ahora más el centro para ver cómo animan la tarde los latinos, lo consideran un espectáculo. Y luego hay gente que huye porque no están acostumbrados a tanto ruido ni tanta extroversión”, señala el periodista español.

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Después de la segunda victoria de Rusia 3-1 sobre Egipto, el metro de Moscú fue más común observar banderas rusas, las caras pintadas, el aliento a cerveza. Después del partido, un grupo de aficionados se reunieron en la estación de metro Teatralnaya, eran aficionados ondeando banderas de Rusia y cantando el nombre de su país.

Uno de ellos no pudo contener su euforia, se colgó de uno de los faroles de reliquia que alumbran el subterráneo moscovita y con su bufanda golpeó el cristal y rompió un farol sacado de una tienda de antigüedades.

En una era de redes sociales, el video fue difundido para consignar que la policía del metro se encontraba a unos pasos del incidente, pero sólo acudieron con el chico para decirle que no estaba bien lo que había hecho.

Minutos después, el Ministerio del Interior contestó en un tuit que toda la acción había quedado registrada en las cámaras de vigilancia, pero que una victoria de Rusia, “bien valía una farol roto”, citó en su publicación. Todo vale mientras pase dentro de los 31 días de Mundial de Futbol en Rusia.

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