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Inclusión LGBT+ persiste como deuda en el deporte

Equipos, marcas y organizaciones utilizan el mes del orgullo (junio) para cambiar su imagen a tono arcoíris, pero eso es insuficiente si no hay acciones de fondo más longevas, señalan expertos.

Foto: Reuters

“Mi equipo no se tiene que poner un arcoíris porque sé que es un espacio seguro para mí totalmente. No hay necesidad de ponerse un arcoíris cuando yo sé que me van a apoyar y no solo a mí, sino a cualquier persona. No hay diferenciaciones, al final todos somos corredores y sobre todo nos reconocemos como humanos”, menciona a este diario con tono de seguridad Sofía Canales, maratonista amateur y consultora en comunicación y relaciones públicas.

Sofía es integrante de la comunidad LGBT+ y practica deporte por su pasión a correr y disfruta saber que en algún momento esta actividad puede impactar a otras personas. Sin embargo, está consciente de que todavía existe rezago por parte de la industria deportiva en materia de una verdadera inclusión.

En la plataforma que significa junio, mes del orgullo LGBT+, atletas y especialistas lanzan la crítica sobre el manejo que se tiene en pleno 2022 sobre temas como la discriminación constante y la inclusión rezagada. Apuntan que es insuficiente querer abordar esta problemática solo durante un mes y que las acciones se siguen quedando cortas respecto a los discursos de las marcas, organizaciones, ligas y medios.

“Muchas empresas, particularmente en el mes del orgullo, se preguntan cómo pueden utilizar a atletas y eventos deportivos para proyectarse como aliadas de las causas LGBT+. Ese es un razonamiento equivocado porque se centra en cómo puede beneficiarse la empresa o la marca. Por el contrario, la pregunta que deben hacerse es: ¿cómo puedo utilizar mi influencia para impulsar actitudes más incluyentes, prevenir la discriminación, y garantizar que cualquier patrocinio que haga se realice con un compromiso absoluto en pro de la diversidad?”, describe a El Economista, Daniel Berezowsky, especialista en derechos humanos y comunicación estratégica, con expertise en diversidad, inclusión y derechos LGBT+.

Durante el mes de junio es normal ver que todos los integrantes de la industria deportiva modifiquen sus logotipos con los tonos de la bandera arcoíris para vincularse con el movimiento LGBT+, algo similar a lo que ocurre el 8 de marzo con las imágenes en color morado en apoyo al Día Internacional de la Mujer.

“Es el mes de junio, pero todavía es algo que solo se ve ahorita, por eso existe el concepto ‘rainbow washing’, porque ves llegar junio y todo es padrísimo, pero llega julio y se acabó, al siguiente mes se va a el espíritu. Me gustaría que esto no fuera algo mensual, de una vez al año, sino que realmente hubiera un compromiso para intentar mantener los mensajes como marca, porque hay personas a las que el mensaje les llega pero solo un mes”, apunta Sofía Canales.

Las acciones cortan de tajo las palabras o cualquier intento de campaña. Un ejemplo fue el futbolista Andrés Guardado, del club Betis de España y capitán de la selección mexicana, quien el verano pasado apareció en un video gritando “¡Somos medalla de bronce, putos!” en alusión al logro del Tri sub 23 en los Juegos Olímpicos de Tokio. Esa expresión la utilizó en un momento crítico para la Federación Mexicana de Futbol (FMF) en el que se trataba de erradicar la palabra “puto” de los estadios nacionales, con una estrategia de videos y mensajes en redes sociales.

“Para muchas personas, las y los atletas son modelos a seguir. Tienen la influencia suficiente para poner en juicio estereotipos, cambiar actitudes y ayudar a construir sociedades más incluyentes. En ese sentido, todo atleta, más allá de si es o no LGBT+, debe de usar su visibilidad para ayudar a contribuir a construir sociedades sin discriminación”, recalca Daniel Berezowsky, egresado de la Universidad de Columbia.

Del otro lado, hay atletas que poco a poco han tratado de cambiar la historia con congruencia en sus discursos y acciones, aunque su participación no tenga mucha antigüedad. Apenas en febrero de 2014, hace menos de una década, Jason Collins se convirtió en el primer deportista abiertamente gay en jugar un partido en las cuatro principales ligas de Estados Unidos, siendo pivote de los Brooklyn Nets en la NBA.

“No me propuse ser el primer atleta abiertamente gay que juega en una liga importante, pero como lo soy, estoy feliz de comenzar la conversación”, dijo Collins en aquel momento, mientras que el Salón de la Fama de la NBA, Charles Barkley, agregó: “Este es un buen día en términos de romper otra barrera, pero tenemos que llegar al punto en que la gente deje de preocuparse por esto”.

Apenas el verano pasado se sumó una historia similar con Carl Nassib, el primer jugador activo de la NFL (Las Vegas Raiders) en declararse abiertamente homosexual. Lo hizo a través de un video en su cuenta de Instagram e inmediatamente recibió mensajes de apoyo de su propio club y compañeros, aunque falta ver el desarrollo de su trayectoria deportiva, pues fue cortado de su equipo para la temporada 2022-23.

“Poner sobre los hombros de las y los atletas LGBT+ la responsabilidad de cambiar actitudes sociales es injusto, particularmente porque muchas veces esa visibilidad les puede costar la carrera, trayectoria, o su futuro (…) Las instituciones que quieran erradicar la homofobia, la transfobia, y la masculinidad tóxica que domina a tantos deportes, deben comenzar cuestionando los prejuicios y los estereotipos que construyen la cultura deportiva”, afirma el especialista en derechos humanos y comunicación estratégica.

Desde su perspectiva, los estereotipos que se deben erradicar en el deporte van desde la idea de que los hombres homosexuales o bisexuales no tienen cabida, que las mujeres lesbianas solamente caben en algunas disciplinas, que las personas transgénero tienen una ventaja competitiva y por tanto deben ser excluidas o que las personas intersexuales deben someter sus cuerpos al escrutinio público para poder ser admitidas en alguna liga o club, como fue el caso de Mara Gómez en diciembre de 2020, al ser la primera futbolista trans en una liga femenil profesional en el mundo (en Argentina).

“Más allá de una marca que se quiera dar promoción y vestir de arcoíris, se trata simplemente de que las acciones valen más que cualquier palabra, que sumen esfuerzos, que si tienen poder e influencia sepan que están siendo vistas y usen esa influencia para que dure todo un año y no solo un mes. Apoyo, comprensión y espacio es lo que más busca un atleta cuando se trata de qué le puede ofrecer una marca, el arcoíris es padrísimo pero realmente no dice nada”, concluye la maratonista Sofía Canales.

Por su parte, Daniel Berezowsky remata: “Muchos deportes están construidos sobre la base de un entendimiento binario del género, es decir, un mundo en el que solamente existen hombres y mujeres. En lugar de tratar de encasillar a los humanos en un modelo artificial construido hace muchas décadas, las instituciones deportivas deben cuestionar de qué manera pueden evolucionar para ser verdaderamente incluyentes”.

Marcas deportivas con productos en el mes del orgullo

  • Nike - Be True Collection.
  • Adidas - Pride Pack Love Unites.
  • Puma - Forever Free Collection.
  • Under Armour - UA Pride.  

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