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Los Juegos Olímpicos, terreno propicio para terapias cuestionadas

Los Juegos Olímpicos suponen un escaparate privilegiado para gran número de terapias o productos de eficacia no contrastada científicamente.

Osteopatía, crioterapia, parches contra el dolor... Los Juegos Olímpicos suponen un escaparate privilegiado para gran número de terapias o productos de eficacia no contrastada científicamente, una oferta que prolifera desde tiempo atrás en el universo del deporte de alto nivel.

"En el deporte hay una gran propaganda de todas las medicinas alternativas: hay mucha demanda por parte de los deportistas", explica para la AFP el neurólogo Didier Bouhassira, reconocido especialista en el dolor.

Mejorar el rendimiento, luchar contra el dolor y el cansancio... Las razones son variadas para explicar esta tendencia, que vuelve a salir a la palestra en cada edición de los Juegos Olímpicos.

Hace ocho años, en los Juegos de Rio, la técnica de las ventosas o 'cupping' tomó una gran relevancia mediática después de que fuese alabada por el nadador Michael Phelps, a pesar de su escasa homologación científica.

En 2024 otra terapia suscita la adhesión de muchos; la crioterapia, que promete ayudar a través del frío a la recuperación de los deportistas tras el esfuerzo, y cuya aplicación más sencilla es un baño de agua fría.

600 toneladas de hielo

Las diferentes federaciones pidieron un total de más de 1,500 toneladas de hielo, según un artículo del British Journal of Sports Medicine, una cantidad muy superior a la oferta disponible, por lo que deberán conformarse con 600 toneladas, lo que supone en todo caso diez veces más que en los Juegos de Tokio en 2021.

Sin embargo, aunque los baños de agua fría han podido demostrarse beneficiosos en casos específicos, como recuperarse de un golpe de calor, "el hielo es a menudo empleado con la idea de lograr beneficios que no han sido probados", argumenta el artículo.

Los autores, que critican el uso rutinario de la crioterapia entre varias sesiones de ejercicios, señalan el impacto medioambiental de la producción y de la conservación de tales cantidades de hielo.

Pero, entre los deportistas, la reina de las terapias alternativas sigue siendo la osteopatía. Omnipresentes en los equipos técnicos de las federaciones, los osteópatas están también integrados en los cuadros de los servicios médicos oficiales de los Juegos, para el seguimiento cotidiano de los deportistas.

Críticas a la industria farmacéutica

Pero la osteopatía, que promete el remedio para una vasta gama de disfunciones del organismo gracias a manipulaciones corporales, carece de fundamento científico y numerosos expertos ponen en duda su eficacia.

Un estudio, aparecido en 2021 en el JAMA Internal Medicine, y realizado sobre pacientes con dolor de espalda, comparó la osteopatía con técnicas extravagantes que servían de placebo. La diferencia "no era probablemente significativa en el plano clínico".

Los osteópatas ofrecen sobre todo a los deportistas "bienestar sin propiedad curativa", estima para la AFP Pascale Mathieu, presidenta del gremio de kinesiólogos, mientras numerosos profesionales ocupan las funciones de osteópatas y de kinesiólogos.

"Por lo que realmente lucharé es por impedir que la osteopatía llegue a los hospitales", explica.

Publicidad, no ciencia

¿Pero cuál es el problema de promover prácticas de dudosa eficacia, que sin embargo responden a las demandas de los deportistas y les otorgan tranquilidad en medio del estrés de la competición?

Las posturas varían dentro del colectivo médico, con críticas más rotundas cuando se trata de un gran actor de la sanidad el que mantiene un discurso médicamente discutible.

Así, el gigante farmacéutico Sanofi fue criticad por haber alabado los beneficios de un parche antidolor, llamado Initiv, antes de los Juegos Olímpicos.

Sanofi aseguró a la AFP que un estudio clínico sobre ese parche fue "acogido favorablemente por la comunidad científica", pero ese trabajo, realizado sin comparación con un placebo, no convence al doctor Bouhassira.

"Se elogia un producto como milagro, pero nos hallamos ante pura publicidad, y muy lejos de la ciencia", lamenta el neurólogo.

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