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México es el gigante... ?al menos a nivel juvenil

El equipo dirigido por Raúl Gutiérrez se consagró campeón de la zona, al ganar 2-0 a su similar de Honduras.

Víctor Guzmán llevaba un par de segundos en el centro del campo cuando levantó los brazos y le pidió el balón a Josécarlos Van Rankin. El mediocampista de Pachuca, apenas recibió el esférico de su compañero, sacó un potente disparo que se incrustó en la portería rival y así sentenciaba la final del preolímpico de la Concacaf; con el boleto a Río de Janeiro, México se consagró por segunda edición consecutiva campeón de la zona a nivel juvenil.

La Selección Mexicana derrotó 2-0 a Honduras, con goles de Guzmán y un autogol de Bryan Acosta, para cerrar un ciclo glorioso, donde suman 10 victorias consecutivas en los torneos clasificatorios a Juegos Olímpicos. No existe un mejor conjunto juvenil que México en la Concacaf.

No fue una noche sencilla, porque si las selecciones juveniles mexicanas dominan el área a placer, los hondureños son sus más cercanos perseguidores, y así lo hicieron saber con una propuesta de tenencia de balón, de incomodar el desempeño de los mexicanos.

No fue hasta que el tesón de Erick Torres derribó la muralla catracha. En los minutos finales del primer tiempo, el delantero fue a la disputa del balón tras una serie de rebotes en el área, pero fue Bryan Acosta quien empujó el balón a su propia portería.

La calidad de los futbolistas destacaba en cualquier zona de la cancha, la potencia de los laterales, la fortaleza de defensas y la técnica de mediocampistas, poco a poco, fueron mermando el ánimo de los hondureños, a quienes sólo el coraje de vencer al gigante los mantenía con el espíritu de competencia.

El gol de Víctor Guzmán llegó en el momento más apremiante para los mexicanos, justo cuando la presión que ejercían los catrachos los llevó a rozar el empate, cuando un disparo pegó en el poste de la portería de Gibrán Lajud.

Incluso, la madurez del equipo salió a relucir cuando las faltas, agresiones y provocaciones de los rivales pusieron en peligro la integridad física de los mexicanos, que no obstante, trataron de mantener la estabilidad emocional y no respondieron con violencia.

El silbatazo final por fin explotó la algarabía de un grupo al que sólo le sabía el triunfo, con Raúl Gutiérrez volando por el festejo de los futbolistas. La Selección Mexicana confirmó su dominio en la zona, con el bicampeonato del preolímpico, y superó el último obstáculo para defender el título olímpico el próximo año, cuando se enfrenten a los Juegos de Río de Janeiro.

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