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No es fácil vivir cuando ?te caen 20 bombas al día

Julián Wajnsztejn, futbolista argentino, relata su experiencia de cómo se vive el deporte en una zona de alto riesgo, al participar en la liga de Israel, y al final, cómo se termina uno por acostumbrar.

La rutina es así en Israel. Desde hace dos meses se registran en promedio 33 ataques de mísiles diarios desde Palestina. Para la población el protocolo consiste en estar atentos a las alarmas y, a partir de entonces, tienen 15 segundos para refugiarse en un búnker que los proteja.

El futbol, como cualquier otra actividad en el país asiático, está paralizado. Desde hace tres semanas, el torneo de Primera División está suspendido, los equipos cercanos a la zona de conflicto fueron traslados a otras regiones y la selección de futbol fue la única que no inició el camino rumbo a la Eurocopa del 2016, debido a que la UEFA decidió aplazar el encuentro porque no se garantizan las condiciones de seguridad en Israel.

Desde el 2008, no se registraban tantos ataques en la zona, hasta el momento se calculan 2,000 atentados con mísiles y al menos 1,700 muertos; pero eso no es extraño para los ciudadanos y para Julián Wajnsztejn, ya que después de que suena la sirena, la vida regresa a la normalidad. Todos lo toman con tranquilidad porque tienen 60 años viviendo igual. Escuchan el ruido de las sirenas y se meten al búnker, tú tienes que hacer lo mismo que ellos , recuerda el futbolista argentino que jugó en la Liga israelí entre el 2007 y el 2010.

Wajnsztejn recuerda el momento más complicado cuando en plena cena de cumpleaños con su hermano, cada cinco minutos tenían que refugiarse en las habitaciones de pánico por un inminente ataque; para entonces el campeonato también paró y a los equipos y jugadores extranjeros los mudaron al centro del país, porque no es fácil vivir cuando te caen 20 o 30 bombas al día cerca de tu casa .

Sin embargo, la convivencia entre árabes y judíos es más común de lo que se cree. Julián comenta que durante su estancia en Hapoel Haifa coincidieron jugadores de ambas etnias y el respeto era mutuo; incluso, para los musulmanes había espacios dedicados a la oración, mientras los israelíes acostumbraban comunicarse entre ellos en hebreo.

Los clubes también protegen a sus jugadores. Los vestidores están construidos con materiales iguales a los de un búnker, porque hace unos años, cuenta Julián, estaba entrenando un equipo de Segunda División, cuando de pronto se escucharon las alarmas y se tuvieron que refugiar en los vestidores, desde donde observaron como cayó un misil en la cancha donde se encontraban. Son cosas que en otros países no te pasan , explicó.

Por lo pronto, la liga sigue sin tener fecha de arranque, mientras los jugadores siguen entrenando y algunos otros optaron por la salida. No obstante, para los habitantes del país, que invierte 225 millones de dólares en un sofisticado sistema antimisiles, todo ya forma parte de la cotidianidad.

Tengo amigos, ex compañeros y familiares en Israel y la situación es muy parecida a la del 2008. Cada vez que hablo con mi familia me dicen: es lo de siempre, ya están habituados al conflicto , explicó Julián.

Ucrania, el otro frente de batalla

Durante la pretemporada, seis futbolistas del Shakhtar Donetsk abandonaron la concentración y se negaron a regresar a Ucrania. La tensión con Rusia ya provocó la prohibición de la UEFA para que equipos de ambas naciones se enfrenten en competencias europeas y el estadio de los Mineros sufrió un ataque que afectó la fachada.

Al igual que los jugadores del Shakhtar, 72 futbolistas más no regresaron a la Liga Premier de Ucrania. De los 170 extranjeros, de 41 nacionalidades, que participaron en la temporada 2013-2014; para este ciclo sólo 92 foráneos, de 26 países, forman parte del torneo europeo.

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