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Pese al miedo escénico, Santos es el campeón

El proyecto de Orlegi Deportes da resultados, perdió ayer 3-0 ante Gallos y cuando se preveía una catástrofe, mantuvo el barco a flote para levantar el título.

Querétaro. Pedro Caixinha no dejaba de tocarse el rostro, apretaba los brazos y, de vez en cuando, se llevaba la mano derecha a la cintura. Con esa expresión, casi de sufrimiento, de ansiedad, el técnico portugués no dejaba de contemplar lo que pasaba en la cancha; estaba escribiendo historia. Caixinha encarna en su totalidad el proyecto deportivo de Orlegi Deportes (que inició en agosto del 2013). Su innovación y convicción dieron credibilidad al ideal deportivo qué buscó donde nunca se había buscado o donde muy pocos apuestan.

Como ha sido la historia de Santos desde que Alejandro Irarragorri es el dueño, el trance fue por demás sufrido. Querétaro venció 3-0 a Guerreros en el partido de vuelta, pero la goleada en el primer partido fue suficiente para que Guerreros se impusieran 5-3 en el marcador global, y así consiguieran su quinto título de la Liga MX.

Así lo describe Jorge Valdano en el libro El miedo escénico y otras hierbas: Los temores de los futbolistas pueden llevarlo al colapso, al sufrimiento; aunque también existe un estado de conformismo, donde cualquier comodidad también afecta al jugador .

Anoche, Guerreros lo vivió. La ventaja del primer partido lo hizo entrar en una dinámica errática, confusa, a veces displicente. Hubo un tiempo en que equivocarse en un pase significaba mucho, para mal... Ahora, cuando un futbolista falla el envío por 3 metros, el compañero lo aplaude, no vaya a ser que el pasador se deprima , describe Valdano.

Ese síndrome lo padeció Santos y Caixinha, que entre el ímpetu de Querétaro que marcó el primer gol del partido al minuto 10 y al 21 ya había anotado el segundo, el técnico no paraba de alentar a sus jugadores; entre ellos se trataban de corregir y mantener la estabilidad emocional que minutos antes pusieron bajo amenaza el título.

La falta de Jesús Molina a Danilinho en área, que el árbitro marcó como penal, y la acertada definición de Mario Osuna, no hicieron más que poner dudas sobre la propuesta de Caixinha. Minutos después, el remate de cabeza de Yasser Corona debilitaba la ventaja que consiguieron en el partido de ida, ya iban 2-0.

No obstante, Santos está acostumbrado a reponerse de la adversidad, casi es su esencia. Así fue que se desprendió de sus figuras. Oribe Peralta, Darwin Quintero, Oswaldo Sánchez y Juan Pablo Rodríguez dejaron el club y un vacío de estrellas.

Más extraño aún, los remplazos causaban más dudas que certezas, como Djaniny Tavares, un africano que a los 23 años llegó por petición expresa de Caixinha. Néstor Calderón, Jesús Molina y Javier Orozco, prácticamente despreciados por sus antiguos equipos, Toluca, América y Cruz Azul.

Santos soportó la presión de Gallos Blancos, que ante su gente, se llenó de vigor, que hacían pensar en una remontada. Mientras Ángel Sepúlveda penetraba la defensa albiverde y vencía a Marchesín, el estrés invadía al equipo, eran los momentos más complicados, con un 3-0 en contra.

Sólo el método de Pedro Caixinha salvó a Santos de la catástrofe, aquel plan que incluye un total involucramiento de los jugadores con el club, desde cumplir con ocho horas de estancia en las instalaciones del equipo, para entrenar, comer, una siesta y desarrollar el ámbito humano.

No fue sino hasta que el coraje de Gallos claudicó, que Santos pudo controlar el juego. Una salvada más de Agustín Marchesín, el héroe de la eliminatoria con al menos tres atajadas colosales, dio sentencia al quinto título de Guerreros.

La innovación del grupo y la metodología del técnico llegaron al título de la Liga MX, ahí donde encuentran credibilidad y sobre todo enseñan otra forma de ganar.

eduardo.hernandez@eleconomista.mx

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