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Poderoso, Zotoluco sale a hombros de la México

Luego de enfrentar seis toros de diferentes ganaderías cortó dos orejas y salió en hombros del inmueble de la colonia Nochebuena.

La decimotercera encerrona en la historia de la plaza monumental México tuvo como figura principal al torero de Azcapotzalco Eulalio López, El Zotoluco, quien luego de enfrenta seis toros de diferentes ganaderías cortó dos orejas y salió en hombros del inmueble de la colonia Nochebuena.

Fueron dos apéndices y quizá dice poco, pero la forma de cumplir con la papeleta por parte del diestro chintotolo al enfrentar desde el toro con nobleza, recorrido y calidad, hasta el áspero con algo de sentido, logró el reconocimiento de parte de la gente que cubrió poco más de media entrada en las localidades.

Zotoluco pasa a ser, con esta gesta, el quinto matador de toros en presentarse como único espada luego de que lo hicieran Fermín Espinosa Armillita Chico, Manuel Capetillo, Manolo Martínez y Eloy Cavazos, figuras del toreo que dejaron muy en alto el listón para merecer la oportunidad de realizar tal hazaña.

Una vez terminado el paseíllo, López recibió un reconocimiento de parte de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, luego el público le solicitó en el tercio donde le rindió una cálida ovación para después estar apoyándole durante toda la tarde, misma de la que saliera con dos triunfos en la espuerta.

Abrió plaza ante Sin Querer Queriendo de Marrón, bravo astado al que le cambiaron el nombre en homenaje a Roberto Gómez Bolaños, quien falleciera el sábado pasado. Logró hilvanar tandas por el lado derecho que le fueron muy coreadas. Terminó de entera algo baja para ser ovacionado.

Su segundo fue bautizado como Chapulín, de Javier Garfias, Noble burel que tuvo calidad, recorrido y al que Eulalio realizó un quite por navarras, le instrumentó una faena de cabeza fría donde sobresalieron los naturales y terminó de un estoconazo para cortar la primera oreja del festejo.

El tercero, Río Dulce, de Jaral de Peñas, del que brindó su muerte a la memoria del desaparecido comediante, fue un toro con aspereza y malas ideas al que luego de algunos pases aislados, terminó por despachar para escuchar breves palmas. En este astado el subalterno Christian Sánchez saludó en el tercio tras colocar eficientemente las banderillas.

El cuarto fue de Montecristo, llevó por nombre Chespirito. Nacho Meléndez, el picador, ejecutó una gran suerte de varas y fue ovacionado. El experimentado matador capitalino, luego de brindarle al técnico nacional, Miguel Herrera, logró buenos derechazos, de mano baja y con mucho poder, para que le corearan su labor; sin embargo, abrevió para el descontento del público y dividió opiniones.

Mandamás fue el sexto, procedente de Xajay. El brindis fue para su esposa e hijos. Lo recibió de hinojos en los lances y estuvo en maestro para la faena de muleta; desafortunadamente, el toro tardó en doblar a pesar de la buena estocada y todo quedó en un apéndice tras un aviso y arrastre lento al ejemplar.

Con Venadito, de Fernando de la Mora, que fue el cierra plaza, El Zotoluco lanceó con cadencia y ritmo, estructuró una faena de altos vuelos por los dos lados del burel y de nueva cuenta la espada le jugó un mal rato y le aplaudieron al término de su labor.

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