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Un millar vale más que un centenario

En su cumpleaños 100, América no logró nada en las dos ligas que disputó. Ferretti festejó sus 1,000 partidos como entrenador con el título que los Tigres ganaron en penales.

Monterrey. El puño apretado, rondando el área técnica, ensimismado, conteniendo la emoción del partido, que se hizo eterno hasta que todo explotó. Apenas el balón rebotaba en las manos de Nahuel Guzmán, tras el disparo de Javier Güémez, y Ricardo Ferretti ya dejaba su lugar para correr a abrazar a su portero. No importaron los más de 50 metros de distancia, los obstáculos en los que se convirtieron los jugadores y que, en ese momento, Tigres conseguía su quinto título de Liga, luego de vencer en penales 3-0 a América, y tras el empate a dos goles en el marcador global que se mantuvo hasta la serie definitiva. El Tuca quería mostrar afecto. Después de 1,000 partidos como entrenador, la emoción no tiene por qué terminar.

¿Quien es Ricardo Ferreti? Anoche se unió a la selecta lista de los cinco entrenadores con más títulos de Liga. El militar frustrado, quien anoche desplegó toda su estrategia y jerarquía para matizar el conflicto que se suscitó durante la prórroga, fue de los más eufóricos al momento de que Nahuel atajó el disparo definitivo, el que los convirtió en campeones del Apertura 2016, para llegar también a su quinto campeonato de la historia.

En un mundo todo se contabiliza. Desde inicio del torneo Tigres sería campeón. Lo haría desde la cantidad que vale su plantel, no hay otro equipo en México que se cotice tan alto como el equipo de la Universidad Autónoma de Nuevo León, con 58 millones de dólares.

De ser por los números, Ricardo Ferretti y su plantel no hubieran pasado los sinsabores de una final que agonizaba en el Estadio Universitario, que apuntaba a una nueva tragedia, como las dos finales que han perdido en este siglo.

El valor del plantel hubiera sido capaz de reponerse al gol de Edson Álvarez, el canterano americanista que adelantó a su equipo en los primeros minutos del primer tiempo extra, cuando Tigres ya jugaba con un elemento menos por la expulsión de Jorge Torres Nilo.

Edson, el amuleto de Ricardo La Volpe, puso en aprietos al experimentado técnico de Tigres y su constelación de figuras. ¿Cómo era posible que un joven de 19 años, con un salario de 10,000 pesos mensuales y quien llega en transporte público a entrenar les quitara el título de Liga?

En alguna ocasión Tuca -el mismo entrenador confesó que es su sobrenombre desde pequeño- indicó que la disciplina y el orden es lo que más admira de la educación castrense. Fue entonces justificable el momento en el que se desató la locura en la cancha del Estadio Universitario, cuando André-Pierre Gignac y Ricardo La Volpe se encararon y dijeron insultos que descontrolaron el juego.

Ricardo Ferretti, quien alguna ocasión mando a golpear a aficionados del equipo rival durante un entrenamiento, fue el más ecuánime del grupo, separando rivales, regañando a sus jugadores e impartiendo justicia entre los subversivos. El saldo del enfrentamiento: José Rivas salió expulsado, junto a Paolo Goltz. Anteriormente Rubens Sambueza se había ganado la segunda tarjeta amarilla y el encuentro reiniciaba con dos bajas de cada lado, un encuentro disminuido.

Ricardo Ferretti ya es una institución del futbol mexicano, anoche sumó 1,000 partidos entre Liga y Liguilla, sólo le supera la leyenda de Ignacio Trelles (1,083 encuentros). Si Tuca fuera un equipo, ya sumaría mas juegos que 71% de los clubes que han pasado por la Primera División del futbol mexicano.

Por eso, mientras agonizaba el encuentro y el título se acercaba a América, la insistencia y disciplina de Tigres los llevó al milagro, cuando Jesús Dueñas conectó de cabeza un centro de Jürgen Damm, justo cuando el tiempo se terminaba. Todo se definiría en los penales.

Mientras el estadio ardía en pasión, los jugadores de Tigres cargaban energía de 40,000 aficionados, mientras los futbolistas de América se derrumbaban y entregaban el trofeo, Ricardo Ferretti pasó los peores minutos del partido en la banca, amarrado a lo que pudiera hacer Nahuel Guzmán.

Justo antes del inicio de la serie se llevó a un rincón de la cancha al portero, lo motivó y le dio una palmada en el espalda. Le daba la estafeta. Los goles de Gignac, Juninho y Pizarro sentenciaron la final, mientras Nahuel se convertía en una muralla que le dio a Ricardo Ferretti y los Tigres su quinto título de Liga.

El tipo de la disciplina férrea, el militar frustrado, anoche sólo quería darle un abrazo a su portero, al héroe que lo convirtió en leyenda.

eduardo.hernandez@eleconomista.mx

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