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Economía

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Debemos reformar el capitalismo: Ana Botín

La presidenta de Santander censura el cortoplacismo y dice que los mercados deben empezar a recompensar la creación de valor a largo plazo.

La presidenta de Santander censura el cortoplacismo y dice que los mercados deben empezar a recompensar la creación de valor a largo plazo. “Si los inversionistas se limitan a medir trimestralmente la ganancia por acción, no va a funcionar”, indicó.

Ana Botín, presidenta de Santander, apeló a “reformar el capitalismo” y a reformular el papel que las empresas juegan en la sociedad.

Frente a la idea tradicional de que las compañías sólo se deben a sus accionistas, la presidenta de Santander destacó la necesidad de conjugar los intereses de todos los stakeholders (grupos de interés), es decir, también los empleados, los clientes y el conjunto de la sociedad.

En opinión de Botín, ésta es la única vía para garantizar el éxito futuro de las compañías (“si no, nuestro negocio irá a menos”), así como para revertir la pérdida de confianza generalizada que se ha instalado en la ciudadanía como consecuencia de la crisis financiera del 2008 y desafíos como la globalización, la revolución digital y el cambio climático, lo que está actuando de caldo de cultivo para el ascenso de los populismos.

“El mundo está cambiando y el rol de las empresas también. La declaración de la US Business Roundtable de este verano (agrupa a los 181 primeros ejecutivos de las compañías más grandes del mundo) refleja lo que ya mencioné aquí hace cinco años. Que necesitamos un cambio. El capitalismo ha sobrevivido gracias a que ha sabido adaptarse a los cambios. Ahora debe volver a hacerlo. Y esta intención no debe quedarse en palabras”, indicó Botín, durante la XII Conferencia Internacional de Banca.

“Debemos ver más allá de la maximización del valor para el accionista y tener en cuenta que nuestras responsabilidades son mucho más amplias. A menudo, este debate se plantea como una elección entre maximizar el valor del accionista o satisfacer las necesidades de todos nuestros stakeholders. Pero no existe tal elección. La confianza no es opcional si queremos ser una empresa rentable. La confianza es lo que determina si tienes un negocio rentable”, indicó.

Visión cortoplacista del mercado

Botín, no obstante, acusó que esta nueva concepción de la función de las empresas aún no ha calado en los mercados, que siguen manteniendo una visión cortoplacista. “No se nos recompensa por la creación de valor a largo plazo”, criticó.

“Hay que establecer cómo medir la creación de valor. Necesitamos a los inversionistas, los mercados y los medios. A mí me piden cuentas cada tres meses, a los gobiernos cada cuatro años. Si todo el mundo va a medir los beneficios por acción, no va a funcionar”, señaló. “Uno de los elementos más difíciles de mi trabajo es lograr un equilibrio entre el corto y el largo plazo. Tenemos que pensar en nuestros empleados y clientes, pero también en nuestros accionistas. Tenemos más de cuatro millones de inversionistas, a los que les gustan los dividendos. No hacemos recompra de acciones. Yo no creo en ello”, dijo.

La banca responsable

Botín defendió que Santander siempre ha sido fiel a este modelo de banca inclusiva, que el grupo ha profundizado en los últimos cinco años, tras su llegada a la presidencia. “La banca responsable ha sido un elemento central a lo largo de nuestra larga historia (...) Cuando asumí el puesto en el 2014, sabía que la prioridad era ganar la confianza de todos nuestros stakeholders, pues en muchos casos la habíamos perdido”, resumió.

“La confianza genera fidelidad y la fidelidad es clave para generar resultados financieros sólidos. Creo que puedo afirmar con cierta seguridad que hemos tenido éxito”, comentó Botín, que ha puesto en valor que Santander tiene ahora “más clientes que cualquier otro banco en Europa y América”.

Confianza como antídoto

“Hay algo que sabemos con certeza sobre la confianza: es fácil ganarla, pero más fácil perderla. Y seamos sinceros. Nosotros la perdimos. Y no fuimos los únicos”, asumió.

“En el 2008, en medio de lo que ya eran grandes desafíos —el cambio climático, la revolución digital, la globalización—, la crisis financiera nos condujo a una Gran Recesión. Los errores de unos pocos contaminaron la percepción de la opinión pública sobre todos nosotros: políticos, empresarios, banqueros. Eran personas que inspiraban confianza, y de repente, lo dejaron de hacer”.

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