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El 1% de los más ricos del mundo contaminan más del doble que el 50% más pobre
La pandemia de Covid-19 contribuyó a paralizar de golpe gran parte de las emisiones de carbono a escala global; pese a ello la crisis climática continúa presente. De acuerdo con un estudio de la Oxfam, atacar la desigualdad socioeconómica en los niveles de contaminación es fundamental para desacelerar el cambio climático.
No todas las personas en el mundo contaminan en la misma proporción el medio ambiente. Un estudio de la Oxfam en conjunto con el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo demostró que sólo el 1% de la población mundial es responsable del 15% de las emisiones de carbono acumuladas entre el 1990 y 2015, mientras que el 50% de la población más pobre apenas contribuye con 7 por ciento.
En términos absolutos esto es: sólo 63 millones de personas contaminan más del doble que 3,100 millones juntas; los primeros son los más ricos y los segundos los más pobres.
Por otro lado, la huella de carbono por consumo per cápita del 1% de la población más rica supera en 100 veces la huella de carbono emitida por el 50% más pobre.
Esta situación de desigualdad extrema en el manejo de los gases es el principal factor de la crisis climática y la aceleración inédita del calentamiento global. El estudio mostró que las emisiones de carbono anuales se han incrementado 60% y sólo en estos 15 años el acumulado de emisiones ya se duplicó.
Aunque la pandemia de Covid-19 y las restricciones de movilidad, y actividades económicas y sociales han frenado de manera significativa las emisiones de carbono, es necesario que los gobiernos actúen con políticas transversales para redistribuir la emisión de gases y reducir el impacto ambiental de la vida humana.
En el Acuerdo sobre el clima de París, que se firmó en el 2015, se estableció mantener medidas pertinentes para que el nivel de temperatura global esté por debajo de 1.5 grados centígrados; desde entonces las tendencias y la data recolectada por los institutos muestra que el mundo se encuentra en el límite de superar esa meta y de ser así los niveles netos de emisiones de carbono deberían mantenerse en cero para continuar con la actividad global.
Para mantener estos niveles de temperatura a escala mundial se creó el presupuesto global de carbono, que establece los límites de emisiones que las economías pueden acumular para cumplir con la meta. Las cifras muestran que de mantenerse la desigualdad extrema en las contaminaciones el 10% de la población mundial agotaría este presupuesto en unos años, aunque el 90% restante de los habitantes mantuvieran sus emisiones en cero.
El crecimiento de las emisiones es tan acelerado que en estos 15 años de análisis se ha consumido el mismo nivel del presupuesto que en 140 años previos.
Uno de los datos más destacados es que este crecimiento inédito de las emisiones contaminantes se acompaña también de un despegue global de la economía; pero esto no se ha traducido en mejores condiciones de vida para los habitantes del planeta. Así como cada vez se polariza más el total de emisiones de carbono, la riqueza se ha ido concentrado en menos personas cada vez.
La riqueza concentrada en el 5% más rico de la población mundial es responsable del 37% del incremento de emisiones de carbono. Mientras que el 50% de los más pobres apenas generó 6% del crecimiento de las emisiones totales.
De acuerdo con el estudio, incluso aunque la huella de carbono del 50% más pobre de la población se hubiera duplicado en estos 15 años todavía seguiría por debajo de lo que, en efecto, sí aumentaron las emisiones generadas por el 1% de los más ricos. Esta situación refleja que la población de los estratos socioeconómicos más altos en el mundo no sólo contamina más, sino que lo hace a un ritmo muchísimo más acelerado que el resto de la población, especialmente en comparación con los estratos más bajos.
Desigualdad en causa, desigualdad en efecto
La otra cara de la problemática, y no menos importante, es que además del colapso climático a escala global, estas desigualdades las enfrentan con mayor fuerza los menos responsables. El estudio de la Oxfam y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo señala que justamente la población más pobre que menos contamina es la que se ve más afectada por el impacto ambiental, por la naturaleza de sus bajos recursos para hacer frente al cambio climático y por la mayor parte de actividades económicas que realizan.
La data recolectada por el estudio no muestra desgloses de información más que por estrato socioeconómico, pero se resalta la necesidad de agregar una perspectiva interseccional en el análisis. El estudio destaca que existen pruebas que demuestran que, entre grupos vulnerables como mujeres, comunidades indígenas, afrodescendientes y adultos mayores la emisión total de carbono es también más baja en comparación con el resto de los habitantes.
En este sentido, a modo de círculo, esa misma condición de vulnerabilidad y desigualdad en el acceso efectivo a derechos, también les genera mayores dificultades para gozar de justicia climática.
Adicionalmente también señala el surgimiento de la desigualdad intergeneracional. Las otras víctimas de esta aceleración del calentamiento global tampoco son responsables de ello, de hecho, probablemente todavía no nacen, pero cuando lo hagan tendrán que habitar con un presupuesto de emisiones cada vez más estrecho.
¿Dónde están los ricos que más contaminan?
Alrededor del 70% de las emisiones del 10% más acaudalado de la población global está relacionado con ciudadanos de Canadá, Estados Unidos, China, India y la Unión Europea. Y si se considera exclusivamente al 1% de los más ricos las emisiones están concentradas en más de la mitad solamente en Estados Unidos, China y países del Oriente Medio.
Las emisiones contaminantes tienen diferentes orígenes entre países; mientras en países de clima frío se asocian con uso intenso de electricidad, en países ricos en recursos energéticos se asocian con producción de energías fósiles. En otros países también influye de manera importante la densidad poblacional.
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