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El cierre de una sucursal no es un fracaso, es un aprendizaje
Cerrar una tienda puede generar más flujo en otras, incluso impulsar la rentabilidad de la empresa.
Despedirse de esa sucursal que tal vez fue la primera o que ha dejado grandes recuerdos no es fácil, pero en ocasiones resulta esencial decirle adiós.
Existen diversas razones que llevan a cerrar una sucursal, como la reducción de ventas, falta de liquidez o porque el público objetivo ya no está en esa zona. En México, siete de cada 10 empresas cierran durante los primeros tres años, de acuerdo con la Asociación de Emprendedores de México (Asem).
Sin embargo, no cerrar una sucursal puede generar más problemas a largo plazo, como llevar el negocio a la quiebra, por otro lado el cierre de una tienda puede generar más flujo en otras y que sean más rentables.
Cuando se cierra una sucursal es importante entender lo que pasó y afrontar los sentimientos que implica, la decepción que se experimenta en ese momento, pero lo más importante es no olvidarse del objetivo final, que es la supervivencia de la empresa y aprender de lo que sucedió para la siguiente vez hacerlo de la mejor manera”, comentó en entrevista Fabián Cardozo cofundador de Rebel Colombia.
En ello coincidió Pepe Villatoro, cofundador y CEO de Fuckup Nights, quien dijo que el análisis de los números del negocio ayuda a tomar la decisión de cierre. “La recomendación es ver con ojos muy claros y sangre muy fría los números, y basado en un análisis financiero tomar decisiones, sobre todo si se puede comparar con otras sucursales”.
Impacto emocional
El impacto emocional siempre está presente, pues se ve al negocio como un hijo al que se le vio crecer, pero es importante saber desprenderse. De hecho, el 54% de los emprendedores han fundado más de una empresa, de acuerdo con la Asem.
Es un golpe emocional fuerte porque sientes que dejas de tener ciertas raíces, pero también representa una evolución en la empresa porque se tienen otras sucursales que son mejores financieramente”, puntualizó Pepe Villatoro.
En tanto, Fabián Cardozo, precisó en la importancia de ver la disolución de las empresas como un aprendizaje, aunque cueste trabajo. Él tomó las riendas del negocio familiar con 35 años de existencia, y a los cuatro años tuvo que cerrar, por la pandemia y por problemas internos que llevaban años.
Es una de las experiencias más difíciles que he tenido que enfrentar en mi vida. En su momento me sentía muy mal porque decía: ‘la empresa lleva 35 años, llegué yo y la terminé’”.
Pero aprendió de los errores y le ayudó a entender mejor los negocios y crear empresas más sólidas. “Se suele ver el fracaso de un negocio como un tema personal, pero en realidad es un aprendizaje. Hay que cambiar este chip y verlo como un crecimiento a largo plazo. No es fracaso es un primer intento de aprendizaje”.
El cierre deja aprendizajes
Pepe Villatoro dijo que el cierre de una sucursal o de un negocio tiene que verse como una estrategia, porque se está conociendo los límites del mercado y la propuesta de valor.
“Es estrategia porque se vuelve un aprendizaje valioso que te ayuda a describir de manera más concreta donde sí debes expandirte, lo cual genera más certeza a la estrategia a futuro”.
Recuperarse de un cierre depende de muchos factores; de si hubo grandes cantidades de dinero invertido o si los socios terminaron en buenos términos; sin embargo, los especialistas recomiendan primero hacer un análisis de lo que salió mal, en el caso de una sucursal evitar esos errores, y después plantearse si se quiere volver a emprender, o darse un tiempo como empleado.
Muchas veces los fracasos nos ayudan a refinar qué es lo que realmente quiere el mercado, que queremos nosotros. Esa es la clave de fracasar, equivocarse y poder aprender de ello”.