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El Empresario

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El uso y el abuso de la Inteligencia Artificial

Una computadora con Inteligencia Artificial es igual que el niño, se le tiene que alimentar con datos verdaderos y éticamente correctos, para que llegue a conclusiones correctas

Shutteerstock.

Debo confesar que soy un fanático de la ciencia y la tecnología, me gusta estar enterado de los nuevos descubrimientos y desarrollos, y me emocionan las posibilidades que surgen de los mismos. Pero al mismo tiempo, al ser un humilde observador desde los límites de la ignorancia y la sapiencia, también es necesario entender que todas esas noticias científicas y tecnológicas son solo un paso dentro de miles o millones de otros conocimientos que existen o que faltan por ser descubiertos o desarrollados.

Las últimas noticias sobre la Inteligencia Artificial me llenan de emoción, pero también de precaución. Al ser también alguien a quien le gustan los animales, entiendo que, por sus mismos instintos, a la hora de interactuar con ellos, es necesario tener precauciones.

La Inteligencia Artificial es dar a una máquina la capacidad de, basado en un cúmulo de información, desarrollar una serie de conclusiones y generar conocimiento a partir de ellas. El gran problema es que seguimos con el mismo principio desde el origen de la informática, los resultados dependerán de la calidad de la información que se proporcione al sistema. Si lo alimentamos con datos falsos, los resultados que arrojará serán, en consecuencia, falsos.

Pongamos el ejemplo del proceso de aprendizaje de un niño, normalmente, los papás le inculcarán la curiosidad y se cansarán de jugar aprendiendo con él, hasta llegar a lidiar con la serie interminable de preguntas que surgen. Posteriormente, se le pone a leer y se le imparte una educación proporcionada tanto por los padres (o tutores) como por los maestros, quienes guían el aprendizaje tratando de que no reciba enseñanzas equivocadas o malas que dañen su criterio. Hasta la adolescencia o juventud temprana, y en algunos casos por el resto de sus vidas, los padres seguirán dando una guía ética y moral, de acuerdo con su propia educación y experiencia.

Una computadora con Inteligencia Artificial es igual que el niño, se le tiene que alimentar con datos verdaderos y éticamente correctos, para que llegue a conclusiones correctas. De otra manera, no podremos confiar en los resultados que arroje.

En el ámbito gubernamental, industrial y comercial, hasta de educación y de beneficencia, que requieran hacer uso de la inteligencia artificial, deberán tomar en consideración estos factores, para no llegar a conclusiones equivocadas.

Es necesario considerar que al final de cuentas el sistema buscará información y de una manera estadística fijará tendencias y a partir de estas determinará cual es la mejor conclusión. Esto se vuelve particularmente peligroso porque hoy en día existe un volumen enorme de información publicada, que ya sea que carece de sustento, es información falsa o que busque hacer daño.

En vista de lo anterior, las entidades que utilizan la Inteligencia Artificial para buscar y extraer información de Internet para encontrar nuevas alternativas a algún problema científico, técnico y hasta social, deberán considerar incluir algunos filtros que ayuden a la máquina a evitar aquellos sitios que están dedicados a publicar información falsa, que promuevan el odio o que publiquen fantasías disfrazadas de realidad, ya que todas esas, al entrar en los algoritmos del equipo influyen en las conclusiones del mismo y, en consecuencia arroja resultados equivocados con apariencia de realidad.

Para evitar todo lo anterior, indudablemente, la supervisión humana del proceso se hará esencial.

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