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El Empresario

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La importancia de la calidad de los productos

El consumidor siempre busca calidad, si ve que el producto no cuenta con los requerimientos mínimos dejará de consumirlo.

Un aspecto que todo empresario tiene que cuidar, sobre todo cuando está enfrentando mucha competencia, tanto local como internacional, es tener alguna característica que lo distinga de los demás competidores. Por otro lado, cuando se enfrenta ese tipo de competencia, la vigilancia de los márgenes de utilidad se vuelve un asunto de atención cotidiana.

En ambientes de mucha competitividad, los precios de los bienes o servicios que presta la empresa están determinados por el mercado. Si la empresa incrementa sus precios por arriba del mercado lo más probable es que pierda participación en el mismo; si, por lo contrario, los baja demasiado, afectará sus márgenes de utilidad y, en consecuencia, la pérdida de capital de trabajo y la imposibilidad de pagar dividendos a sus accionistas.

La vigilancia de los márgenes de utilidad se vuelve un problema de mantener los costos y gastos en un nivel adecuado para garantizar la producción y la entrega oportuna de los bienes o servicios; sin embargo, los costos y gastos se pueden controlar, pero no bajarlos a un nivel que puedan comprometer la calidad del producto.

Dependiendo del segmento y características de cada mercado, existen especificaciones básicas que dicho mercado exige que el producto o servicio cumpla para que el cliente o consumidor lo tome en consideración como una opción de adquisición.

Es en este momento que la calidad toma importancia para la empresa, sea esta proveedora de bienes o de servicios.

La calidad de un producto o servicio es el conjunto de características inherentes, esta puede ser de alta, como un reloj Rolex, baja como un reloj de cuarzo que venden en la salida del metro y todos los niveles de calidad intermedios. Sin embargo, todos los productos de alta, media o baja calidad, comparten una característica que los hará aptos para ser considerados por su respectivo mercado. Esta característica es la uniformidad.

No importa el nivel de calidad del producto, el cliente o consumidor, va a buscar el producto que le de el mismo nivel de calidad siempre. Si el consumidor ve que algunas veces el detergente que compra quita las manchas, y otras veces no, entonces dejará de seleccionar ese producto y buscará aquel que siempre las quite. Así con los alimentos, los equipos electrónicos o cualquier otro producto o servicio.

Por todo lo anterior, el empresario tendrá que buscar la forma en que la calidad de los productos o servicios que proporcione siempre sea la misma. Sin embargo, tener un área de control de calidad que rechace el producto o servicio cuando ya está terminado, significa que los costos incurridos en este fueron recursos ineficientes, tirados a la basura para ser más claro.

En conclusión, el empresario deberá dirigir sus esfuerzos a que todos los procesos, tanto de su empresa como de sus proveedores de bienes o servicios, sean llevados a cabo con la más alta calidad, es decir que las cosas se hagan bien a la primera para no tener que duplicar los costos en el reproceso.

Para lograr esto existen procesos que deben estar integrados a la rutina de todas las áreas de la empresa, en donde desde el gobierno de la misma, hasta todos sus colaboradores, tienen una participación y responsabilidad.

En entregas posteriores ampliaremos el tema.

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