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Los errores, el aprendizaje y el crecimiento
Uno de los problemas con mayores consecuencias que hoy enfrentan los administradores de cualquier tipo de entidad, son los errores no detectados.
Existen errores voluntarios e involuntarios. Los voluntarios, podemos clasificarlos como fraude, ya que son incurrimos con el propósito de sacar algún beneficio indebido, o con el objeto de provocar algún daño. Hoy no hablaremos de los voluntarios, ya que los hemos tocado cuando hablamos de fraude.
Los errores involuntarios, son generados ya sea por descuido o por falta de experiencia de el o los responsables de llevar a cabo la tarea específica de la que se trata. Las dos causas son solucionadas con experiencia y supervisión. Tampoco hablaremos de eso hoy, ya que son temas que ya hemos tocado y que seguramente tocaremos en el futuro.
Los apreciables lectores entonces me preguntarán, entonces ¿Cuál es el tema? Fundamentalmente quiero que platiquemos hoy de la responsabilidad individual y colectiva relativa a los errores.
El gran problema que enfrenta la administración, es poder, con oportunidad, tomar las acciones correctivas a cualquier error o desviación a la norma o al procedimiento, con ese objeto existen los métodos y procedimientos y la supervisión constante.
Sin embargo, el mayor problema se enfrenta cuando, al detectar un error, el responsable del área, en lugar de reportarlo para poder tomar las acciones correctivas correspondientes, decide ocultarlo.
Este es el mayor problema que enfrentan las organizaciones en la sociedad actual. Existe la cultura de esconder los errores y las equivocaciones por miedo a las repercusiones, ya que desde pequeños, nos han ensañado que equivocarse es malo y tiene graves costos. Por otro lado, existe el temor de tener que asumir los costos de los errores.
No hemos logrado asumir que el entender y reconocer los errores nos trae un aprendizaje y que a su vez se vuelve una herramienta para modificar costumbres, procedimientos, políticas, reglas que nos lleven a perfeccionar las actividades correspondientes.
Tomemos el ejemplo de la empresa Tesla, a medidos de la década, estaban lanzando el Modelo 3, que sería y de hecho se convirtió en el coche de volumen de Tesla. La dirección de la empresa tomó la decisión de automatizar todos los procesos de fábrica mediante el uso intensivo de robots.
Los primeros meses, se volvieron una pesadilla para la administración la empresa, a tal grado que el director de la empresa se fue a vivir a la sala de juntas de la empresa para dar seguimiento a la resolución de los problemas.
Con el tiempo, la empresa resolvió todos los errores de operación, desde la colocación de los robots hasta el diseño erróneo en la adaptación del robot a las tareas específicas. Al final del día la dirección tomó el aprendizaje de esos errores y corrigió la operación.
Derivado de ese aprendizaje, construyó e inició operaciones en una planta en Shanghai, China en tiempo récord, contradiciendo a todos los críticos que pensaban que la empresa no iba a poder hacerlo. Simplemente hay que ver el valor de capitalización que tiene dicha empresa en la Bolsa en comparación como estaba en 2015.