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¿Qué es el gobierno corporativo?
No se trata de un término exclusivo para las grandes compañías, al contrario, debería estar presente en cualquier empresa que genere utilidades y que desee un mayor crecimiento.
Con razón se ha dicho que en el mundo de los negocios, el Fenómeno Enron marca un cambio importante. Ahora, la expresión antes y después de Enron, involucra conocer y aplicar las mejores prácticas del gobierno de los corporativos. Es por todos conocido en qué consistió la debacle del gigante Enron y como afectó a una de las cinco firmas más importantes de consultores a nivel mundial.
El caso de Parmalat en Italia es otro claro ejemplo de cómo los consejos de administración pueden convertirse en la gloria o el infierno de las grandes empresas.
Un común denominador, entre otros, son las importantes retribuciones que se manejan en esos niveles a los consejeros y altos directivos, de acuerdo con la generación de utilidades de las empresas, al final del día los resultados obtenidos marcan la diferencia.
En respuesta a lo anterior, la normatividad existente para evitar que fenómenos de este tipo se vuelvan a presentar, es simplemente impresionante. Casi podemos afirmar que se han generado controles sobre los controles, repercutiendo los costos de la administración de los mismos en la organización, y finalmente, en los consumidores, quienes al final resultan ser los más afectados. Pero sigue pendiente la pregunta, ¿lograrán estos controles efectivamente solucionar el problema o son sólo un paliativo momentáneo?
Sin lugar a dudas, la información financiera juega un papel muy importante en este sentido. Al final, en ella se muestran los resultados de la entidad y su manejo, sea conservador o agresivo. En términos de las políticas contables, nos llevan a encontrar razones por las que sea conveniente elevar los resultados, alisarlos, o en su defecto, reducirlos.
El concepto de contabilidad creativa en este contexto, permite a quienes preparan la información, la revisan o la utilizan en las decisiones, manejar con la flexibilidad necesaria los resultados para lograr los objetivos que se pretendan, sin duda la aplicación del criterio prudencial en este sentido, no sólo se ha perdido, simplemente no es conveniente aplicarlo.
De acuerdo a lo anterior, una mayor precisión en la normatividad financiera, y mayor revelación de la información, son elementos esenciales para corregir estas desviaciones, reforzar el papel de los auditores y de control sobre los mismos, así como una limitación importante en la intervención de los beneficiarios de retribuciones sobre utilidades, y de quienes las determinan y dan la participación de consejeros externos en los comités de auditoria, que resultan prácticas sanas para un buen gobierno de las empresas. Hasta aquí, se puede pensar que las mejores practicas de gobierno corporativo son sólo aplicables a las grandes empresas que generan utilidades, y por lo tanto, se vuelven blanco fácil de la ambición de unos cuantos por generar mayor riqueza personal.
Sin embargo, aún en la empresas que no son utilitarias, la lucha por el poder que implica el manejo de la información y el control de las organizaciones, es la misma. Sólo que en éstas es otro el interés, el posicionamiento personal, el control de las personas o la simple comodidad que brinda el estatus son el móvil, aquí también las normas de sana conducta entre los ejecutivos y de mostrar los resultados como son y darles el justo valor, representan los elementos básicos para que las entidades cumplan sus objetivos y permitan corregir desviaciones a los mismos.
Al final del día, las normas existentes en materia de gobierno corporativo son importantes, pero es de mayor trascendencia el que los ejecutivos de los corporativos mantengan una actitud ética frente a su compromiso con la sociedad a la que sirven y se deben, los grandes negocios entonces empiezan desde los accionistas, sus consejos de administración y sus cuerpos directivos.
Ellos son el reflejo de lo que sucede con su gente en las organizaciones, en cómo pueden pedir honestidad a un empleado cuando lo que le muestran es lo contrario. En la medida que estas actitudes sean las rectoras de la vida de los negocios, las normas ya no tendrán la importancia que hoy les damos, habremos superado el problema de la norma sobre el hombre y entonces adquirirá su verdadero valor como guía en nuestras actitudes.
En suma, las mejores prácticas del gobierno corporativo no están centradas en los códigos y leyes que se emiten, sino en la capacidad del ser humano por aplicar con sensatez sus valores éticos y morales. ¿Y usted estimado lector, requiere de muchas normas para mejorar sus prácticas de negocio o sus valores éticos y morales le son suficientes?