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Las pistas sobre la red 5G que llegará a México están en las bandas que tienen AT&T y Telcel: Carrier

Los productos de 5G que los operadores comiencen a vender en México no tienen por qué circunscribirse sólo a servicios móviles, pues también pueden ser inalámbricos fijos y éstos pueden conseguir más fácilmente el retorno de las inversiones para las compañías, estima el analista Enrique Carrier.

Enrique Carrier, jefe en la consultora, Carrier y Asociados ha seguido de cerca procesos de adjudicación de frecuencias de espectro. Foto: Universidad Nacional del Nordeste de Argentina.

  • Telcel, AT&T y Movistar podrían desplegar servicios rentables de banda ancha fija en 5G
  • En la banda de 3.5 GHz existe oportunidad para primeros servicios 5G
  • Banda ancha de 5G puede acelerar penetración de internet en México

Enrique Carrier maneja desde el 2002 en Buenos Aires una consultora especializada en temas de telecomunicaciones, tecnologías de la información, medios de comunicación nacidos en internet y otros asuntos relacionados con la economía digital. Carrier, junto con Martín Becerra, Juan Gnius, Marina Rosso y Sonia Agnesse, es uno de los analistas de mayor reconocimiento en telecomunicaciones del Cono Sur.

En su Argentina natal, la firma Carrier y Asociados ha seguido de cerca procesos de adjudicación de frecuencias, decretos que han permitido la incursión de los actores del sector hacia otros negocios, por ejemplo de la telefonía móvil a la televisión y a la inversa, o que han facilitado la fusión de compañías y la atracción de inversiones al país. Y además estuvo en la primera fila de quienes observaron el escandaloso capítulo de la “Ley de medios” que una década atrás enfrentó a Cristina Kirchner con el Grupo Clarín.

Carrier, cuyo apellido hace una alusión directa a la industria de telecomunicaciones, visitó México hace poco para hablar de transformación digital y del arribo de las redes 5G a América Latina. Y sobre esa nueva tecnología, manifestó que fabricantes y reporteros deben “calmarse” y conceder tiempo a los operadores en encontrar su lugar en el ecosistema de telecomunicaciones de 5G, porque esa tecnología “no será este año y falta tiempo” para convertirse en la revolución que promete ser no sólo en negocio para los operadores, sino un beneficio social para “muchos millones de seres humanos”:

—Las tres principales compañías de comunicación móvil, AT&T, Movistar y Telcel, incrementaron precios de servicios y equipos desde el arranque de 2019, ¿creería usted que esas subidas de precios también obedecen a un plan para financiar despliegues de 5G en el mediano plazo aquí?

—La explotación de la tecnología 5G advierte el desarrollo de modelos de negocios totalmente distintos a los que conocemos hoy. La estrategia no debería estar en ir por el consumidor con un paquete de un giga de velocidad sólo para ver Facebook, pues debe entenderse que estamos ante una generación de redes cuya promesa está en otras posibilidades para hacer negocio y prestar servicios, por ejemplo con la conectividad de los objetos. Por ello, elevar porque sí los precios a un consumidor que paga a lo sumo diez dólares por paquete para construir entonces 5G no tiene mucho sentido.

—Esa interrogante va en el sentido de que en este año, según notas de prensa, habrá sí o sí redes de quinta generación, productos ya configurados y dispositivos también ya disponibles en los mostradores de los operadores en México, y eso hace pensar que las compañías tienen que sacar dinero de alguna parte para cumplir.  

—Primero, no hay que apurar a los operadores diciéndoles que nos quedaremos rezagados si no construyen ahora mismo sus redes de 5G; ni comprar el discurso de los que están más entusiastas, porque esto es un negocio que ya no es el mismo al de hace una década y lo que está en riesgo siempre es la plata.

Y segundo, con 5G todavía no está claro cómo van a recuperar los operadores esta inversión, siendo que el producto que hoy es el tradicional ya no va ser el diferencial allí. El diferenciador va estar ahora en otros productos que hoy no existen y que quizá, apenas los estén pensando o que ni siquiera lo hayan advertido y es por eso que no está claro todavía el cómo recuperar esa inversión que está por delante.

No es que van a decir los operadores: “si yo vendo un abono un poquito más caro, recupero algo para 5G”, porque no va a ser así; nadie va a pagar más con la economía como está. Hoy con 4G o 4.5G ya se pueden hacer muchas cosas. ¿Para qué ofrecer un 5G, si la experiencia va a ser casi la misma que con 4G?

Parte de las dudas que tienen algunos de los operadores que no están yendo tan lejos y tan entusiasmados a desplegar redes 5G en América Latina, es porque esa es una tecnología que requiere de una muy grande inversión en infraestructura; porque no sólo hablamos de más espectro con mayor poder densidad, sino de antenas y de antenas que deben conectarse además con fibra óptica. ¿Pueden hacer eso ahora mismo y tan velozmente los operadores que actualmente intervienen en México?

—Cuando hablamos de 5G nos imaginamos que estas son redes con cabida sólo para los operadores móviles por la idea permeada de que es el peldaño siguiente para 4G, ¿lo lógico sería entonces empezar con un producto móvil de 5G?

—La industria no tiene bien aceitado todavía cómo desarrollar o lograr la conectividad de objetos en distintos escenarios, como la vía pública y el hogar; en cómo hacerlo móvil masivo con 5G o fijo inalámbrico con los recursos e insumos disponibles.

La 5G implica muchos distintos modelos y creo que el modelo más viable hoy para que inicie 5G en la región y en México tiene que ver con el acceso de banda ancha fija en el hogar. Allí, el cliente, en vez de tener un proveedor de cable o fibra, va a tener otro proveedor que le dará un ancho de banda y calidad de manera similar a la fibra óptica y para el operador entonces habrá un ahorro de costos en la acometida de llevar la fibra hasta el departamento, además de que habría oportunidad de que entren nuevos operadores al negocio.

Esto es lo que se ha empezado a hacer en Uruguay y en otros países donde 5G también ya está empezando con las frecuencias altas o las bandas milimétricas, que tienen una característica de gran ancho de banda, pero una cobertura limitada y por eso no es todavía indicada para la movilidad per se.

Eso es por un escenario, pero si luego el operador va a las fábricas donde hay maquinaria que conectar con 5G o en una mina bajo tierra y operando a distancia, allí va a necesitar otra capacidad, otro ancho de banda y latencia. Toda otra estrategia y creatividad para hallar la oportunidad de negocio y por tanto el pretexto para invertir en 5G.

—¿Y si más allá de apurar a la industria a desplegar 5G, se le permite generar una curva de aprendizaje observando lo que hacen otros operadores en mercados como Europa, Asia o Norteamérica para replicarlo con lo que se pueda hacer aquí? AT&T despliega en Estados Unidos y América Móvil empezará por Austria…

—Una pista está en ver la frecuencia que están utilizando allá y lo que tengan aquí, con eso puedes advertir si lo que dicen los ejecutivos que van a hacer es cierto. Las bandas hablan. Si es una banda alta, baja, media o milimétrica, porque todo eso, en cierto criterio, te condiciona la prestación de un servicio.

En Estados Unidos tenemos a AT&T y Verizon, que en primeros despliegues estaban usando las bandas milimétricas y pasa que hay mucha buena capacidad y muy buen ancho de banda, pero cuando el usuario da la vuelta a la cuadra ya tiene interferencias o que entra a un edificio y se queda sin señal, porque las bandas altas tienen muy limitada cobertura y poca penetración, aunque sí mucha capacidad.

Entonces, una cosa es que un ejecutivo diga que “vamos a traer un producto de 5G este año”, pero la respuesta interesante sería que dijeran en qué frecuencia o de qué tipo. Y eso también es una de las razones por las que 5G avanza lentamente en Estados Unidos con sus propios modelos, a diferencia de Corea, que tiene un 5G que está en una banda media (3.5 GHz), que tiene además un producto similar a lo que ya conocemos en teléfonos, pues allí todos salieron emocionados a comprar teléfonos 5G y básicamente lo que están haciendo es ver video, que yo creo que con un buen 4G es exactamente igual.

—AT&T mantiene un discurso de que anhela replicar en México lo que consiga de 5G en Estados Unidos y Telcel y Movistar, más mesurados, dicen que experimentarán en 2020 aquí, pero con todo, las tres empresas ya tienen o pueden comprar 3.5 GHz este año, ¿podríamos pensar que por ahí empezaría el 5G en México?

—Técnicamente, todas las bandas disponibles pueden servir para 5G. Pero pasa que todas las bandas tienen características distintas y es allí donde se puede advertir la posibilidad o la limitación de un cierto negocio. En 3.5 GHz pueden tener una buena banda ancha con una velocidad no de un giga, pero sí de 150 megas que sería el equivalente de una banda ancha fija aceptable por fibra; no híper-capaz, pero muy aceptable para que en la casa se pueda ver Netflix en 4K y que puede ser un inicio de cómo seguir más por el camino hacia un 5G pleno.

Ahora estamos en una etapa de posicionamiento de decir “soy Telcel o AT&T y estamos llevando a México a la vanguardia”. La gran ventaja vendrá cuando puedan hacer un 5G de uso a nivel colectivo de objetos y mientras hay que esperar a que baje la espuma del entusiasmo de los vendors (fabricantes) y los periodistas. Con 3G nos dijeron que íbamos a ver video, aplicaciones remotas a alta velocidad, pero eso realmente llegó con 4G.

—¿Sería, por las condiciones económicas y de penetración de internet de Latinoamérica, que el principio “natural” para 5G sea un servicio de banda ancha?

—Agregaría además el criterio de la extensión geográfica, pues en los países latinoamericanos la banda ancha fija tiene un gran potencial pero no está tan difundida por diversas cuestiones socioeconómicas y la pruebas es que faltan muchos millones de personas por conectar a internet por primera vez; allí podría acelerarse la penetración con 5G y, por ejemplo, AT&T, Movistar y Telcel hallarían un modelo y ganarían más aprendizaje sin mucho riesgo.

Ellos saben el precio de un producto así, saben más o menos cómo poder hacerlo rentable con un retorno previsible. Creo que ese sería un principio interesante, para después ir por esa conectividad de objetos que implica una maduración mayor en despliegues de tecnologías, redes, dispositivos y plataformas de software.

Pongo un ejemplo: imaginemos un sensor de temperatura en 5G que lo ofrezca el proveedor de energía en algún tipo de alianza con el operador, eso implica distintos dispositivos, cantidad de ancho de banda, plataformas de software y hasta visión de política pública o de regulación. Para allá va el sector con 5G, pero todavía nos falta madurez y visión.

Tenemos que desplegar todavía el 4G que está planeado y terminar de pagar por lo que ya está construido de 4G. Estamos en los albores de 5G, que por supuesto que será verdad, pero no de inmediato. 

El objetivo primero está en cómo invertir en este momento en que las economías latinoamericanas se mueven con lentitud y cuando las inversiones necesarias son más cuantiosas que en las redes del “pasado” y que el consumidor paga un ARPU de diez dólares. Debemos pensar que somos Latinoamérica, que nos movemos a otro ritmo y que el 5G para nosotros debe enfocarse en las características de Latinoamérica.

kg

Periodista de negocios para El Economista, con especialidad en telecomunicaciones e infraestructura. Es licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM, con estudios posteriores en el ITESM Campus Ciudad de México, el ITAM y la Universidad Panamericana. Fue colaborador en Grupo Radio Centro, Televisa, El Financiero y Alto Nivel, entre otros. Ha sido moderador en los congresos internacionales de Futurecom y NexTV Latam; y también citado en el “Estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México, 2017” de la OCDE, y en distintos informes sobre espectro radioeléctrico de la GSMA y de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet).

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