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Mujeres repartidoras ganan menos que los hombres y sufren acoso: Oxfam
Mientras que un repartidor hombre gana en promedio 2,562 pesos por semana, una repartidora gana 2,137 pesos, es decir 425 pesos menos, según un análisis del informe “Este futuro no applica” de Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre Desigualdad.
Las mujeres que se dedican al reparto de alimentos y otros productos en aplicaciones como Rappi y UberEats ganan en promedio menos dinero que los hombres, además de que sufren acoso y discriminación, según un análisis de los datos del informe “Este futuro no applica” de Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (Indesig).
Mientras que un repartidor hombre gana en promedio 2,562 pesos por semana, una repartidora gana 2,137 pesos, es decir 425 pesos menos, según los datos del informe, los cuales implican que de cada 100 pesos obtenidos por un repartidor hombre, una mujer gana 82 pesos, en promedio.
“El ingreso máximo entre las mujeres repartidoras fue de 8,000 pesos semanales y entre los hombres fue de 15,000, es decir, casi el doble”, dijo en entrevista Laura Centeno, coordinadora de Investigación de Oxfam México.
Las razones de que haya una brecha entre mujeres y hombres en un modelo de negocio en el que no hay salarios son diversas. Las mujeres que entran a trabajar como repartidoras por aplicación lo hacen por la flexibilidad de horarios que les ofrece este tipo de empleo. El trabajo dentro de las aplicaciones les permite atender las labores de cuidados no remuneradas que casi siempre recaen en ellas.
De acuerdo con Laura Centeno, aunque las mujeres repartidoras reportaron trabajar el mismo número de horas a la semana que los hombres, ellas lo hacen en horarios muy distintos. Las mujeres no pueden salir a trabajar los sábados por la noche, por ejemplo, que es cuando los usuarios califican mejor a los repartidores y les entregan mejores propinas, según el informe.
“Las mujeres repartidoras nos dijeron que son horas en las que no trabajan por la inseguridad, el acoso y la discriminación a las que se enfrentan”, dijo Centeno.
Las mujeres repartidoras dedican 21 horas a las labores domésticas y el cuidado de personas dependientes, pues todas las mujeres a las que encuestaron Oxfam y el Indesig dijeron que una o más personas dependen económicamente de ellas. En promedio, casi tres personas dependen de cada mujer repartidora.
Incluso, un tercio de las mujeres (34%) lleva a trabajar a sus hijos o hijas porque no cuenta con acceso a servicios públicos de cuidado, como una guardería; además de que no hay nadie más que pueda cuidar a los menores.
Discriminación y acoso
Las mujeres repartidoras no sólo tienen que soportar la desigualdad económica. Al menos 15% de las repartidoras encuestadas dijo que sufrió acoso en los negocios en donde recoge los pedidos, mientras que 11% dijo que había sido acosada por los consumidores finales.
A esto se suma que las repartidoras sufren de los estereotipos y la discriminación de clientes y del personal de los negocios y centros comerciales a los que acuden por su trabajo. Cuatro de cada 10 repartidoras dijeron que los restaurantes o las plazas les habían negado el uso del sanitario.
“Si bien hemos mencionado en ocasiones que todas las personas repartidoras se han enfrentado a condiciones de precariedad laboral, nos damos cuenta de que las mujeres son las que se enfrentan a las peores condiciones”, dijo Laura Centeno.
Un sistema de cuidado que permita a las repartidoras dejar a sus hijas e hijos en lugares seguros para que ellas puedan ir a trabajar; así como transparentar las decisiones de los algoritmos que procesan los pedidos dentro de las aplicaciones son algunas de las medidas que se pueden tomar para mitigar la precarización del empleo de las mujeres repartidoras, según la coordinadora de Investigación de Oxfam México.
El gobierno federal, desde la Secretaría del Trabajo, ha advertido que, en este 2022, busca concertar un debate entre el Poder Legislativo y las empresas de aplicaciones de reparto, como Rappi, Didi Food y Uber Eats, con el fin de que se mantenga la sostenibilidad de este modelo de negocio a la vez que se le reconocen derechos laborales a quienes trabajan con estas plataformas.
rodrigo.riquelme@eleconomista.mx
kg