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Comunidades, eje central de la sostenibilidad
Toroto planea rehabilitar 5,000 hectáreas, con prácticas como captura de carbono, infiltración de agua y cuidado de especies, para combatir la crisis climática en el país en los próximos años.
Desde su creación, hace cinco años, la empresa Toroto se ha consolidado como un referente en la restauración ambiental en México, al transformar paisajes degradados y generar beneficios tangibles para comunidades locales. Al cumplir este hito, su director, Santiago Espinosa de los Monteros, reflexiona sobre las lecciones aprendidas y los retos futuros en la escalabilidad y sostenibilidad de sus proyectos.
“Si queremos proyectos de restauración exitosos, necesitamos comunidades exitosas”, afirma Espinosa. Toroto ha aprendido que la permanencia de los proyectos depende directamente de la gobernanza local. Este enfoque pone a las comunidades como protagonistas, al garantizar que obtengan beneficios económicos concretos y sostenibles a largo plazo.
Con presencia en 11 estados de México, Toroto trabaja con comunidades para restaurar bosques y selvas, financiado por empresas como Grupo Modelo, que dependen de ecosistemas saludables para su operación. La compañía utiliza diversas técnicas de restauración, como reforestación, obras de conservación de suelo y capacitación local. Estas intervenciones no solo regeneran ecosistemas, sino que también generan empleo formal y fortalecen la economía rural. “Las comunidades se convierten en propietarias de los proyectos, lo que es crucial para su sostenibilidad a largo plazo”, destaca Santiago Espinosa.
Los criterios de selección para las áreas de intervención varían. A veces, responden a necesidades empresariales específicas, como asegurar el suministro hídrico. En otros casos, se eligen zonas clave para la biodiversidad, como Calakmul, donde el trabajo se financia mediante la venta de bonos de carbono a grandes corporaciones internacionales como Microsoft y Mercado Libre.
En este sentido, los bonos de carbono son fundamentales en el modelo de negocio de Toroto. Estas herramientas permiten medir y certificar la captura de dióxido de carbono en proyectos de reforestación, lo que genera ingresos tanto para las comunidades como para la empresa. Santiago Espinosa explica: “Por cada tonelada de CO₂ removida de la atmósfera, se emite un bono de carbono, que tiene un valor de mercado y lo compran empresas para compensar su impacto ambiental”.
Trabajar con comunidades rurales presenta desafíos, especialmente por la desconfianza histórica entre sectores rurales y urbanos. Actualmente, colabora con 48 comunidades en proyectos de regeneración.
El directivo enfatiza que las relaciones fuertes y duraderas son clave. “Basta de prometer; hay que demostrar con resultados”, comenta. Además, Toroto ha implementado más de 300 talleres de capacitación, asegurando que las comunidades cuenten con las herramientas necesarias para gestionar los proyectos de forma autónoma.