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Geopolítica

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Biden, la OTAN y sus aliados dejan desolación en Afganistán

La promesa que hiciera Bush sobre democratizar el país, el terrorismo de Al Qaeda y el comercio de drogas, flotan tras la crisis.

Kabul. El sorpresivo y súbito ascenso del grupo talibán al poder en Afganistán es directamente proporcional a la ineficaz intervención de Estados Unidos y de sus aliados durante dos décadas.

La reacción del presidente Ashraf Ghani frente al avance talibán durante las semanas previas a su caída, fue simplemente inaudito: no opuso la mínima resistencia y huyó del país con 120 millones de dólares. Al hacerlo, mostró que su Gobierno era de cartón, y Estados Unidos y sus aliados lo sabían.

Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, es uno de los corresponsables de lo ocurrido. Su postura después de la caída de Ghani habla por sí sola: “Nuestra misión era proteger a Estados Unidos, no a Afganistán”.

La decisión de abandonar Afganistán después de dos décadas y la involución política que representa el ascenso al poder del grupo talibán revelan la imposibilidad de Estados Unidos y de sus aliados de: impedir que este grupo radical pierda influencia en el país, mitigar el tráfico de drogas y, finalmente, lo que prometió el presidente George W. Bush, implantar el sistema democrático.

El grupo talibán tiene ya en su poder equipo militar, armas y medios de transporte como helicópteros que los aliados llevaron a Afganistán desde hace 20 años.

De igual manera, aliados de la OTAN dejaron abandonados en Afganistán a miles de personas con sus respectivas familias con las que tuvieron vínculos durante la intervención. Nuevamente las palabras de Stoltenberg resultan lamentables cuando menciona que la OTAN no olvidará a la gente que intentó salir de Kabul, pero no pudo.

Es claro que las promesas del grupo talibán hacia las mujeres y sobre el terrorismo, realizadas hace dos semanas, se están disipando rápidamente. El atentado maquinado por el Estado Islámico en el aeropuerto de Kabul representa algo más que una provocación hacia Estados Unidos y sus aliados, llena un vacío de poder en Afganistán. El grupo talibán podrá estar distante de los terroristas del Estado Islámico, pero nunca ha dejado de tener lazos con Al Qaeda. No es baladí pensar que la llegada de los talibanes se traduzca en terreno propicio para la expansión del terrorismo en la región.

Al llegar el radicalismo al poder, el efecto migratorio lo comenzará a sentir la Unión Europea a corto plazo. Turquía y Grecia serán las dos puertas de entrada para los afganos que abandonen su país.

El gobierno griego ya avisó que tratará de evitar el ingreso de afganos a su país.

Es claro que entre los migrantes que auténticamente huyen por miedo a la represión talibana, pueden llegar a existir células pequeñas de terroristas que, aprovechando el caos y la crisis, se asientan en Europa.

México, postura pacifista

La política exterior de México destaca por la solución pacífica de conflictos y su defensa por los derechos humanos.

La llegada de un grupo de afganos así lo demuestra, sin embargo, no se puede descartar que en el grupo se puedan colar terroristas. De ahí la importancia de realizar un buen procedimiento de recepción. Durante el ataque a las Torres Gemelas se ubicó a la frontera con México como puente poroso para terroristas. Para los terroristas de AL Qaeda, México es un sitio perfecto para atacar intereses de Estados Unidos.

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