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Carrier sabe cómo vencer a Donald Trump
Hoy, cerca de 1,000 trabajadores de la empresa Carrier, junto a sus familiares, deben estar muy contentos; sin embargo, el resto de los trabajadores de nuestro país debe estar muy nerviosos.
Hoy, cerca de 1,000 trabajadores de la empresa Carrier, junto a sus familiares, deben estar muy contentos; sin embargo, el resto de los trabajadores de nuestro país debe estar muy nerviosos.
El presidente electo Donald Trump informó que llegó a un acuerdo con la empresa United Technologies, empresa propietaria de Carrier, sobre la cancelación de la deslocalización de su planta en Indiana para llevarla a México, lo que se hubiera traducido, en caso de que hubieran cerrado la planta, en el despido de la mitad de sus trabajadores; es decir de 1,000 empleados. Algo debe quedar claro: la decisión no es lo suficientemente buena porque salva sólo 1,000 puestos cuando en su promesa incluyó a todos los trabajadores. No podemos descansar hasta que se firme un contrato que blinde la seguridad laboral de los otros 1,000 empleados que supuestamente continuarán trabajando en Indiana, sin que les recorten sus sueldos y prestaciones.
Trump pone en riesgo los empleos de trabajadores que antes tenían seguridad en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque él ha mandado señales a cada corporación estadounidense de que las castigará en caso de que deslocalicen sus plantas; a cambio, recibirán beneficios fiscales; sin embargo, los empresarios terminarán por pagar otro impuesto: despedir parte de su plantilla laboral, como lo hará Carrier. ¡Guauu! ¿Cómo es eso de castigar a las empresas que cierren sus fábricas en Estados Unidos para moverse al extranjero?
La realidad es que United Technologies tomó como rehén a Trump. United Technologies no se dirige a una quiebra. El año pasado obtuvo una ganancia de 7.6 billones de dólares, y recibió más de 6,000 millones por contratos con la Secretaría de Defensa. Finalmente, obtuvo deducciones fiscales muy generosas.
En el 2014, United Technologies indemnizó a su presidente ejecutivo, Louis Chênevert, con más de 172 millones de dólares. Algo más, la firma gastó 12 millones de dólares para inflar el precio de sus acciones en lugar de utilizar ese dinero para invertir en nuevas plantas.
Yo le pregunté a Trump si hablaba en serio cuando lanzaba promesas a los trabajadores; ahora me doy cuenta que de manera hipócrita ha decidido hacer exactamente lo contrario: quiere tratar a la irresponsabilidad empresarial con guantes de seda.
Tenemos que volver a inculcar una ética de patriotismo corporativo. Tenemos que enviar un mensaje claro y fuerte a las empresas estadounidenses: la era de la externalización laboral ha terminado. (Extracto del texto completo que está en www.washingtonpost.com)