El Volcán de Fuego de Guatemala estalló el domingo pasado, disparando hacia el cielo una columna de cenizas y gases a casi 10 kilómetros y dejando a su paso escombros en pueblos y granjas en un radio superior a los 16 kilómetros de distancia. Un río de lava, rocas y cenizas se derramó, enterrando a hogares y a personas. Este río, o flujo piroclástico, no tiene el típico color naranja que hemos visto en las erupciones y que pensamos que es lo más caliente de la lava; sin embargo, el flujo piroclástico es la parte más dañina de la erupción. Se trata de una mezcla de agua y lodo hirviendo que, junto al humo tóxico que lo precede, es letal. ¿Recuerdas la escena de la película Día de la Independencia en la que alienígenas detonan su arma de destrucción masiva sobre las ciudades de Nueva York, Washington y Los Ángeles? Pudimos ver que una pared de fuego atraviesa las ciudades, incinerando todo lo que encuentra a su paso. Tristemente, lo de Guatemala no es una película de ficción; sin embargo, la escena de Día de la Independencia es similar a lo que ocurrió en Guatemala. El flujo piroclástico atraviesa el suelo a velocidades superiores a los 80 kilómetros por hora y es increíblemente caliente, a veces supera los 500 grados Celsius. “Es mortal”, asegura el Servicio Geológico de los Estados Unidos . No hay nada en el mundo que pueda salvarte cuando el flujo piroclástico está corriendo sobre la montaña. El flujo piroclástico mató a 30,000 personas en la erupción del Monte Pelee en 1902. Cuando el Vesubio entró en erupción en el 79 d.C., más de 13,000 personas murieron como consecuencia del flujo piroclástico. “Cientos de policías, soldados y trabajadores de emergencias han sido enviados a las áreas afectadas en las laderas del volcán”, informa la BBC. “Encontraron cuerpos carbonizados que descansaban sobre humeantes remanentes de flujo piroclástico”. “Las nubes son máscaras porque en su un interior esconden peligrosas corrientes”, dijo Rebecca Williams, una vulcanóloga de la Universidad de Hull, en Twitter. “A menudo existen avalanchas densas en su interior, capaces de transportar enormes bloques de roca. Con la enorme fuerza que tienen terminarán por destruir casas”. De entre los restos quemados de viviendas que dejó la violenta erupción del Volcán de Fuego, los rescatistas lograron sacar el lunes a unos cuantos sobrevivientes y varios cadáveres, y aunque se han contado 69 fallecidos (en el momento de preparar este texto) se prevé que la cifra aumente debido a que en algunos caseríos la gente no tuvo tiempo para huir. Con palas y maquinaria pesada, los rescatistas buscaban entre los escombros y el lodo un día después de la erupción y en un terreno todavía tan caliente que podía fundir las suelas de los zapatos. Los rescatistas, además, se vieron obligados a usar mazos para romper techos de casas enterradas entre los escombros para intentar ver si había alguien atrapado. Y cada que lograban levantar o atravesar un techo, surgía un vapor espeso. Los cuerpos localizados estaban tan cubiertos con ceniza que parecían estatuas. Fanuel García, el director del Instituto Nacional de Ciencia Forense, dijo que se han recuperado 69 cuerpos y de ellos se ha identificado a 13. “Nos está costando mucho identificarlos porque algunos de los fallecidos perdieron sus facciones o las huellas digitales” por los flujos ardientes que salieron del volcán, dijo. “Vamos a tener que recurrir a otros métodos antropológicos y si es posible tomar muestras de ADN para identificarlos”. Hilda López relató que el barro volcánico arrasó su pueblo de San Miguel Los Lotes, justo debajo de los flancos de la montaña. Todavía no sabe dónde están su madre y su hermana. “Estábamos en una fiesta, celebrando la llegada de un bebé, cuando una vecina nos llamó a gritos para que fuéramos a ver que la lava ya venía. No le creímos y cuando salimos a ver, el lodo caliente ya venía bajando por la calle”, dijo López. “Allá se quedó mi mamá, no pudo salir”, añadió la mujer. En su parte más alta, el volcán alcanza 3,763 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los volcanes más altos y violentos del mundo; sus escarpadas cuestas están formadas con capas acumuladas de lava y ceniza. Se localiza a 44 kilómetros al oeste de Ciudad de Guatemala y apenas a 16 kilómetros de la ciudad colonial de Antigua, uno de los principales destinos turísticos de Guatemala. Este volcán es probablemente el más activo en Guatemala. Los archivos de su actividad se remontan a poco después del año 1500 d.C., y según informes recientes ha estado en continua erupción desde el 2002. Antes de la del domingo, el evento más reciente había comenzado el 17 de mayo, cuando una corriente de agua, lodo y piedras comenzó a descender por la cuesta del volcán, seguida de explosiones y columnas de ceniza que alcanzaron una altura de casi un kilómetro. Las autoridades dicen que vigilaban de cerca al volcán después de que la actividad se incrementó el domingo a partir de las 6 de la mañana. Sin embargo, no había indicios de que cualquier erupción pudiera ser peor que las anteriores, por lo que no se ordenó evacuar. El Volcán de Fuego se encuentra en una región en forma de herradura que rodea al océano Pacífico en un perímetro que abarca América del Sur, la costa occidental de América del Norte, Japón, Filipinas y Nueva Zelanda. Además de numerosas fallas geológicas, en ella se encuentran aproximadamente tres cuartas partes de los volcanes activos del mundo. Aunque le llaman cinturón o anillo, los volcanes no están interrelacionados, dice la vulcanóloga Janine Krippner, de la Universidad de Concord, en Virginia Occidental. La erupción de uno no generará una similar en sus vecinos, agregó. En Hawaii, actualmente se mantiene activo el volcán Kilauea. Es diferente al Volcán de Fuego. Nació como uno submarino y fue ganando altura debido al flujo continuo de lava, lo cual le generó una forma de escudo con cuestas poco inclinadas. El Kilauea, uno de los volcanes más activos del mundo, tiene erupciones continuas desde 1983. La posibilidad de que haya activado al Volcán de Fuego de Guatemala es extremadamente pequeña. (Con información de AP)